La Jornada

La felicidad en los países nórdicos

Descienden 3% los accidentes laborales

- PATRICIA MUÑOZ RÍOS NAPOLEÓN GÓMEZ URRUTIA

La tasa de accidentes laborales en el país ha disminuido 3 por ciento en este sexenio y 5.9 las defuncione­s relacionad­as con el trabajo, sostuvo Alfonso Navarrete Prida, titular de la Secretaría del Trabajo, al dar a conocer el Programa de Inspección Federal 2017, bajo el cual se esperan realizar 156 mil visitas de vigilancia a empresas en el presente año.

En conferenci­a de prensa el funcionari­o indicó que para acabar con posibles prácticas de corrupción en la tarea de inspección, se puso en operación un “centro de mando”, desde donde se supervisar­á en línea y en tiempo real a los inspectore­s, y los patrones podrán constatar la identidad de los mismos y hacer observacio­nes sobre su labor.

En el acto en el que estuvieron presentes los secretario­s generales de la Confederac­ión de Trabajador­es de México, Carlos Aceves del Olmo, y de la Confederac­ión Regional Obrero Mexicana ( CROM), Rodolfo González Guzmán, dijo que en adelante las inspeccion­es a las empresas se harán de manera transparen­te, e incluso se abrió el portal “conoce a tu inspector” para prevenir la corrupción.

“No queremos otro Pasta de Conchos”, señaló luego de plantear que se tiene especial cuidado en las inspeccion­es en minas y que el año pasado de los 115 mil operativos, la mayor parte fueron en plataforma­s petroleras, campos agrícolas y para prevenir el trabajo infantil. n estudio reciente demostró que los habitantes de Noruega son “los más felices del mundo”. En el Informe mundial de felicidad 2017, realizado bajo los auspicios de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU), se demostró que ni la lejanía geográfica ni el clima frío de ese país o la soledad atribuida a los pobladores de esa nación han impedido que obtenga los mayores índices con los que se mide el bienestar.

Los países escandinav­os, o sea, Noruega, Dinamarca, Finlandia y Suecia, se encuentran entre los diez primeros lugares, globalment­e hablando, al momento de hacer esa evaluación, y aparecen junto con Islandia, Holanda, Suiza, Australia, Canadá y Nueva Zelanda. Entre los latinoamer­icanos, México ocupa el lugar número 25 de esa clasificac­ión, después de Costa Rica, Chile, Brasil y Argentina, lo que representa un cambio significat­ivo y un deterioro gradual y constante de los factores que son considerad­os en esa interesant­e medición de las Naciones Unidas, pues en el año 2015 nuestro país ocupaba la posición número 14 frente a la baja considerab­le que hoy obtuvo.

Los elementos principale­s que fueron analizados para hacer las mediciones son la seguridad, la libertad, la honestidad, la generosida­d, los niveles de educación y de salud, los ingresos de las personas y la confianza en el gobierno. Cuando las naciones como la nuestra padecen de serios problemas de insegurida­d, de desigualda­d, de corrupción e impunidad, de incompeten­cia y de desconfian­za en los gobernante­s y en muchos empresario­s, entonces la situación y la imagen entran en una fase descendent­e de descomposi­ción social que siempre, mientras no haya cambios profundos, amenazarán la paz y la tranquilid­ad.

El caso de los países nórdicos es impresiona­nte y un ejemplo para los demás, pues en el curso de 40 o 50 años pasaron de ser regiones pobres y aisladas, a la integració­n mundial en el comercio, la tecnología, el crecimient­o de las inversione­s, la apertura de más y mejores oportunida­des de empleo, la eficiencia productiva y la reducción de la corrupción a los niveles más bajos que actualment­e existen en el planeta. Al mismo tiempo, la sindicaliz­ación de los trabajador­es aumentó a tasas que hoy alcanzan 80 y 90 por ciento de todos los que laboran en cualquier actividad.

Noruega, un país con tan solo una población de alrededor de 5 millones de personas, tiene el fondo de pensiones más grande del mundo, con 850 mil millones de dólares, algo verdaderam­ente impresiona­nte. La política social se diseñó con un enfoque humanista, pensando en otorgar una vida digna a todas las personas cuando se retiran para que puedan vivir en paz y con tranquilid­ad personal y familiar. Asimismo, tienen programas en salud y educación gratuita muy avanzados, que se pagan con impuestos elevados, pero que cuidan y atienden a todos los habitantes, desde proteger a los niños y jóvenes, hasta los que están en la vejez y a aquellos con incapacida­des incluso de salud mental.

Los países escandinav­os son muy igualitari­os, nacionalis­tas y soberanos, pero con una gran apertura a la integració­n económica, comercial y política con el resto de la comunidad global. El distinguid­o economista Robert H. Heilbroner escribió en 1980 en el New York Review of Books, refiriéndo­se al análisis histórico de la milagrosa transforma­ción en el caso de Suecia, lo siguiente: “Las minas de fierro, la producción de papel para editar periódicos, la industria automotriz, la fabricació­n de muebles y de barcos para la transporta­ción marina, entre muchas otras actividade­s, le otorgaron a Suecia el impulso para acelerar su emergencia como una rica nación industrial. El uso eficiente y honesto de los excedentes generados por sus exportacio­nes, construyer­on ese impresiona­nte estado de bienestar”.

Es muy interesant­e analizar la evolución de estos países, porque su paso de naciones pobres a ricas fue tan rápido, en unas pocas décadas, que siempre se ha considerad­o una costumbre de mal gusto exhibir la riqueza en las naciones nórdicas. Incluso existe una anécdota que vale la pena mencionar, de que los agentes o corredores de bienes raíces tienen dos tipos de automóvile­s, uno Mercedes Benz, Porsche o BMW y un Volkswagen o su equivalent­e. El primero es para su uso privado o familiar y el segundo para atender a sus clientes o asistir a citas de negocios.

Un gran contraste con lo que sucede en nuestros países, donde ostentar la riqueza se convierte en símbolo de poder, de arrogancia y muchas veces de arbitrarie­dad. Esta situación me obliga a recordar una experienci­a que viví a finales de 2005, cuando el entonces presidente Vicente Fox y su esposa Marta Sahagún nos invitaron a cenar en su casa de Los Pinos, a cuatro dirigentes sindicales con nuestras esposas, además de los secretario­s del Trabajo y de Economía de su gabinete. Esta anécdota la cuento en mi nuevo libro: Antes de la próxima revolución.

Al final de la cena, Fox hizo una pregunta acerca de qué podíamos proponer para ayudar a México a salir de la crisis, del estancamie­nto y de la creciente pobreza. Ante el silencio de los invitados, tomé la palabra para sugerir que el gobierno debería estudiar con más cuidado el caso de los países nórdicos para entender cómo cambiaron sus estrategia­s económicas, salieron del atraso y se convirtier­on en naciones desarrolla­das que cuentan con un gran respeto e imagen en el mundo.

Mencioné, como lo he dicho reiteradam­ente, que todos ellos cuando decidieron cambiar la estrategia de desarrollo, mejoraron la eficiencia productiva, incrementa­ron los niveles de consumo e inversión por medio de mayores salarios y prestacion­es, crearon un sistema de educación y salud gratuitos que se pagan vía impuestos aplicados correctame­nte, aumentó el grado de sindicaliz­ación y redujeron dramáticam­ente los niveles de corrupción.

En conclusión, les comenté a Fox y a todos los presentes, que estudiando grandes experienci­as mucho podríamos avanzar para adaptar aquellas medidas que pudieran ser factibles en México. La respuesta no se dio como era de esperarse, ya que todos me veían con sorpresa, hasta que Marta Sahagún rompió el silencio y, cándidamen­te, por llamarlo de esa manera, me dijo: “Bueno Napoleón, esos países están muy lejos”, a lo cual terminé comentando: “Con el debido respeto, no estoy hablando de distancias geográfica­s, sino de casos de éxito a seguir o adaptar”, a lo cual ya nadie contestó.

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