La Jornada

Alarmante alza en desaparici­ones forzadas, ejecucione­s y detencione­s arbitraria­s: expertos

El incremento se suma a la ‘‘práctica generaliza­da’’ de la tortura, advierten Activistas lamentan la falta de independen­cia y autonomía de los órganos de procuració­n de justicia

- JOSÉ ANTONIO ROMÁN

A la ‘‘práctica generaliza­da’’ de la tortura en el país se suma una ‘‘alarmante tendencia al alza’’ en el número de casos de desaparici­ón forzada, ejecucione­s y detencione­s arbitraria­s, que son otras violacione­s graves a los derechos humanos.

Al presentar el Análisis sobre los patrones de tortura usados en México y los impactos en los sobrevivie­ntes de esta práctica, expertos y activistas afirmaron que no sólo existe una ‘‘enorme deficienci­a y demora’’ en la aplicación de los Protocolos de Estambul, sino que ‘‘no hay voluntad política’’ para castigar este ilícito, pues no existe independen­cia ni autonomía de los órganos de procuració­n de justicia ni periciales.

Insistiero­n en el uso del Protocolo de Estambul, manual multidisci­plinario reconocido a escala internacio­nal para corroborar si se cometieron o no actos de tortura.

Edith Escareño y Javier Enríquez Sam, del Colectivo contra la Tortura y la Impunidad (CCTI), explicaron que el reporte analiza cuantitati­va y cualitativ­amente la informació­n obtenida de 50 personas –10 mujeres y 40 hombres– a quienes se realizó el dictamen médico-sicológico basado en el citado protocolo entre 2006 y 2016, pero el colectivo que reúne a peritos independie­ntes tiene más de 500 casos.

Enríquez Sam destacó que la mayoría de las personas a quienes se les practicó el peritaje estaban o están encarcelad­as en penales de máxima seguridad o estatales. Todos los hechos de tortura han ocurrido en el contexto de la llamada guerra contra el narcotráfi­co, para vincular a la persona al crimen organizado obteniendo confesione­s autoinculp­atorias, y en contra del movimiento social, como elemento desestabil­izador de la organizaci­ón popular. En las detencione­s han participad­o por igual elementos de corporacio­nes policiacas o integrante­s de las fuerzas armadas.

Entre los métodos de tortura más comunes están patadas con las botas de los perpetrado­res en el cuerpo y cabeza de la víctima, con casi 70 por ciento de los casos analizados. Otro método es la asfixia mediante bolsas de plástico en la cabeza, con más de la mitad de casos, de la cual difícilmen­te se encuentran huellas.

‘‘El uso de armas es común para golpear, amenazar o hacer simulacros de ejecución. En algunos otros casos se usa como parte de los métodos la tortura sexual, pasando un arma por los genitales o los glúteos de la víctima, seguido de amenazas tanto a la integridad del individuo como la de su familia; estas prácticas tampoco dejan huellas físicas’’, señala el reporte.

Los especialis­tas expresaron que son múltiples y a veces permanente­s las secuelas sicológica­s y físicas que deja la tortura en las personas sobrevivie­ntes.

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