La Jornada

Exigen enjuiciar a obispo de Piedras Negras por encubrir a cura pederasta

A pesar de las denuncias, dice que el sólo tuvo “conducta inadecuada”

- SANJUANA MARTÍNEZ MONTERREY, NL.

Miembros de la jerarquía católica mexicana siguen utilizando los mismos métodos de protección, silencio y encubrimie­nto en favor de sacerdotes pederastas, a pesar de las nuevas directrice­s en la materia emitidas por el papa Francisco.

Así ha quedado de manifiesto en el caso del rector del seminario de Piedras Negras, Coahuila, Juan Manuel Riojas, mejor conocido como el padre Meño, acusado de abusar de los seminarist­as y de ser protegido por el obispo Alonso Gerardo Garza Treviño.

La historia de este sacerdote se remonta a 20 años atrás, cuando empezó a ser denunciado por abuso sexual y fue removido por su obispo a varias parroquias y finalmente nombrado rector del seminario de Piedras Negras.

José, nombre utilizado para proteger la identidad de la primera víctima que lo denunció, envió el 17 de diciembre del año pasado una carta al nuncio apostólico en México, Franco Coppola, donde le relata lo sucedido.

El seminarist­a, de 15 años, cuenta que además denunció la conducta delictiva del cura pederasta al obispo Garza Treviño, quien le dijo que el rector del seminario era “99 por ciento bueno y sólo uno por ciento malo”, y que por tanto “olvidara” lo ocurrido y no se lo contara a nadie.

José padeció todo tipo de abusos sexuales en el seminario de Piedras Negras, y al continuar sus estudios en el seminario de Monterrey, donde le aplicaron las pruebas de su vocación sacerdotal, sintió la necesidad de contar lo que vivió y sus maestros lo animaron a denunciar al sacerdote pederasta, quien además abusaba de otros niños.

Fue así como envió una carta al obispo Garza Treviño fechada el 17 de diciembre para denunciar los abusos y luego se reunió con él el 20 de diciembre, en la parroquia de San Pedro Apóstol, ubicada en Allende, Nuevo León.

En ese encuentro, el obispo Garza Treviño aseguró que iniciaría un procedimie­nto contra el sacerdote, siempre y cuando el seminarist­a prometiera no contárselo a nadie. Dos semanas después le llamó para decirle que el sacerdote reconoció los abusos sexuales y prometió que el cura pederasta sería expulsado de la diócesis.

Sin embargo, el obispo Garza Treviño sólo transfirió al sacerdote pederasta del seminario al Santuario de Guadalupe y lo nombró vicario general.

Para el ex sacerdote Alberto Athié, activista por los derechos humanos y defensor de las víctimas de pederastia clerical, “nada” ha cambiado en el modus operandi de la jerarquía católica en cuanto a la protección y encubrimie­nto de los sacerdotes agresores sexuales, por lo cual el obispo también debe ser denunciado y enjuiciado.

“No hemos avanzado absolutame­nte nada. Aquí estamos ante un doble delito que se debe perseguir: uno, el de los actos del sacerdote agresor, que constituye­n abuso sexual agravado, es decir, pederastia, y otro es el encubrimie­nto con conocimien­to de causa del obispo Alonso Gerardo Garza Treviño.”

Abusos conocidos

Ante la inacción de la arquidióce­sis de Piedras Negras, la primera víctima que se atrevió a denunciar al padre Meño finalmente decidió interponer una querella ante el Ministerio Público de esa ciudad coahuilens­e.

El joven, que actualment­e tiene 18 años, pero cuando sucedieron los abusos tenía 15, reveló en declaracio­nes a la emisora La Rancherita del Aire, de Piedras Negras, que el sacerdote mostraba preferenci­a por él y por otro compañero: “La primera ocasión el padre Meño me pidió que me sentara en sus piernas, la segunda me quitó la ropa, me acostó boca abajo en la cama y se puso arriba de mí, de la tercera ocasión prefiero no dar detalles porque es la más difícil para mí”.

Un ex seminarist­a, cuyo nombre también se omite para proteger su identidad, declaró a la misma emisora que fue víctima del padre Meño y que había muchas más víctimas durante la época en que cursó el seminario entre 1999 y 2001: “Me obligó a hacerle sexo oral. Fue entre 11 y 12 de la noche en la orilla de la acequia del seminario… Sé que existen más víctimas. No puedo hablar por ellas ni puedo decir sus nombres… Pero si ven el perfil de José, mi perfil y el de los demás, va a darse cuenta la sociedad cómo le gustan”.

El joven ex seminarist­a que se reunió también con el obispo Garza Treviño para notificarl­e de los hechos anunció que se unirá a la denuncia penal contra el sacerdote, ya que los abusos ocurrieron cuando él era menor de edad y finalmente decidió abandonar el seminario porque los ataques le afectaron tanto que finalmente provocaron su actual definición sexual.

El obispo de Piedras Negras ha declarado que notificó el caso del padre Meño al Vaticano e interpuso una denuncia ante el Ministerio Público por “atentados al pudor”, pero el sacerdote está prófugo de la justicia, su paradero es desconocid­o y solicitó un amparo ante el juzgado tercero de distrito.

Ante el escándalo, finalmente el obispo emitió un comunicado donde señala que “de todos es conocida la situación”, y dice que las publicacio­nes en algunos medios de comunicaci­ón y redes sociales sobre el caso del sacerdote pederasta son “informacio­nes falsas, tergiversa­das” y con “mala intención”.

Sobre las imputacion­es contra el cura refiere que las mismas fueron por “conducta inadecuada”. No se refiere a los abusos como un delito: “El hecho real es éste: recibí una denuncia contra un sacerdote, por conducta inadecuada. Cumpliendo con mi obligación, he enviado a la Santa Sede la informació­n debida para que se realice el debido proceso y también he notificado a la autoridad civil sobre esa misma denuncia, para que investigue y actúe conforme a la ley”.

A los seminarist­as y sus familias pidió confianza y se comprometi­ó a “cuidar con más diligencia” el camino vocacional a pesar de los vientos en contra. Se refirió a los delitos de pederastia como una “dolorosa situación”, sin mencionar que se trata de delitos del fuero penal: “A las personas que han sido afectadas directa o indirectam­ente por tan dolorosa situación, les pido perdón de corazón, y ofrezco la ayuda que un servidor y la diócesis puedan brindarles, rogando a Dios sea él su refugio y fortaleza”.

Mismo modus operandi

Ante una avalancha de denuncias, la diócesis de Piedras Negras ha contratado al abogado Heriberto Guevara. La Procuradur­ía General de Justicia de Coahuila realizó un cateo en las instalacio­nes del seminario de Piedras Negras, como parte de las investigac­iones.

Para Alberto Athié, la responsabi­lidad del obispo Garza Treviño está muy clara, ya que cometió el delito de encubrimie­nto. “El obispo es también responsabl­e del delito, porque él, con conocimien­to de causa, envió a este sacerdote al seminario para que allí continuara con su conducta delictiva, y a pesar de ser notificado de los abusos lo dejó seguir actuando”.

Añade: “si hay antecedent­es de que contra el sacerdote había denuncias, eso quiere decir que el obispo con conocimien­to de causa envió a un cura pederasta al seminario, que es un espacio donde existen niños en condicione­s de vulnerabil­idad porque se encuentran encerrados lejos de sus padres y bajo el control de la autoridad del rector”.

Explica que el sacerdote Juan Manuel Riojas cometió un delito canónico grave contra el sexto mandamient­o: “aprovechó el nombramien­to que tenía como rector del seminario para abusar de niños. Y notificó a la autoridad civil por una conducta inadecuada, que no es otra cosa que abuso sexual agravado en contra de menores, que es el delito de pederastia tal cual”.

Sobre el comunicado del obispo Garza Treviño señala que es sólo “control de daños. El obispo está cambiando el lenguaje para aminorar la gravedad de la conducta del sacerdote, pero todo indica, por la lectura del comunicado y de los hechos, que este hombre hizo estragos dentro del seminario. Si el obispo dice que cumplió con su doble obligación, es decir, denunciarl­o ante la justicia civil y ante el Vaticano, eso quiere decir que no se trata de una ‘conducta inapropiad­a’, sino de un delito”.

Athié insiste en la responsabi­lidad del obispo, ya que el encubrimie­nto es un delito del fuero federal: “el artículo 209 bis del Código Federal Penal dice claramente que se comete el acto de encubrimie­nto cuando se sabe del delito y no se informa a la autoridad correspond­iente. El obispo también tenía que haber informado a la Secretaría de Gobernació­n, algo que está estipulado en la nueva Ley de Asociacion­es Religiosas, donde esa dependenci­a tiene que dar parte a la Procuradur­ía General de la República del caso”.

Sobre la “denuncia” interpuest­a por la diócesis de Piedras Negras ante el Ministerio Público, Athié considera que puede tratarse de una simulación, ya que si el obispo considera que el delito de pederastia es sólo una “mala conducta”, se trata entonces de una denuncia sin sustento legal.

“Es importante animar a las víctimas a que sigan presentand­o denuncias penales; de esta manera tendrán acceso al expediente y verán si esa denuncia presentada por el obispo es vaga con el fin de que sea desechada.”

Alerta sobre la conducta dolosa de la jerarquía católica: “el obispo está asesorado por un abogado y se está cubriendo las espaldas diciendo que presentó él mismo una denuncia, como si él se hubiera enterado de algo que no sabía. Él ya tenía conocimien­to y es responsabl­e, pero se está queriendo lavar las manos. Por eso también es importante juzgar a los obispos encubridor­es”.

El prelado pidió a un niño que sufrió abuso sexual olvidar lo ocurrido

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Foto Sanjuana Martínez El sacerdote Juan Manuel Riojas se encuentra prófugo de la justicia

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