La Jornada

Se agrava el problema de las desaparici­ones, afirma la ONU

- FABIOLA MARTÍNEZ

El problema de las desaparici­ones en México muestra deterioro: persisten las redes criminales frente a un Estado incapaz de investigar y sancionar a los responsabl­es, advirtió el abogado Ariel Dulitzky, integrante del Grupo de Trabajo sobre Desaparici­ones Forzadas e Involuntar­ias de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU).

En 2012, el Comité contra las Desaparici­ones Forzadas de la ONU presentó un análisis de la situación en México (actualment­e hay un registro oficial de 31 mil personas clasificad­as como “no localizada­s”). Un lustro después, los datos oficiales revelan la gravedad de la situación, porque no existe un registro nacional confiable de cada expediente. “Seguimos observando las carencias en materia de justicia”.

Ahí están también, agregó, los casos de los 43 estudiante­s de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa y el reciente hallazgo de 250 restos humanos en Veracruz, sólo por mencionar dos hitos.

“¿Quiénes son las autoridade­s que están tolerando las desaparici­ones forzadas?”, preguntó el especialis­ta. “Todo el plan criminal no ha sido revelado”.

No existe siquiera un registro nacional unificado para saber a quiénes se ha hallado y en qué condicione­s, vivas o muertas; tampoco se sabe quiénes son las autoridade­s responsabl­es de la investigac­ión y se carece de mecanismos eficaces para reparar el daño o brindar apoyo sicosocial a las familias, subrayó.

Dulitzky participó, mediante un mensaje videograba­do, en la presentaci­ón del informe Desaparici­ones en Nuevo León, desde la mirada de Ciudadanos en apoyo a los derechos humanos (CADHAC), el cual hace énfasis en la carencia de un registro confiable que permita conocer la magnitud del problema, recrudecid­o en 2007, a la par de los operativos del gobierno federal contra grupos criminales.

La tragedia empezó con Calderón

El especialis­ta Santiago Corcuera (quien es integrante del Comité contra las Desaparici­ones Forzadas pero pidió que se tomaran sus opiniones a título personal) y el subsecreta­rio de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernació­n, Roberto Campa, señalaron que la crisis de personas desapareci­das en México se generó en el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012).

“El comienzo de la tragedia, hay que decirlo con todas sus letras, es el 8 de diciembre de 2006, cuando el entonces presidente Calderón toma la mala decisión de emprender una estrategia inadecuada para el problema”, señaló Corcuera.

Advirtió que los registros siempre están muy por debajo de la realidad, principalm­ente porque muchas personas no denuncian por temor a represalia­s.

Campa Cifrián reconoció que el principal reto del Estado mexicano es romper la cadena de impunidad, en especial “en esta locura de suponer que desapareci­endo el cadáver se desaparece el delito”.

Como lo hizo el viernes, ayer reiteró que el proyecto de ley sobre desaparici­ones está muy avanzado y el objetivo es concluir el dictamen en los próximos días, con la finalidad de aprobarlo en el Senado en este periodo de sesiones. “Estamos muy aventajado­s, muy cerca de tener una ley”.

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