La Jornada

Francia: las elecciones y los espectros de Marx

- MACIEK WISNIEWSKI *

ientras una legión de publicista­s observa la política en el viejo continente –la actual campaña presidenci­al en Francia incluida– en alusión a aquel inmortal pasaje de Marx (y Engels) ve y habla –en general de manera bastante correcta– de “los espectros de extrema derecha que recorren Europa” (goo.gl/RNPnc3 ), yo veo puros espectros de Marx (sobre todo falsos).

Podría parecer un problema con la visión, pero al final quizás ambas miradas no están tan alejadas de sí mismas. Permitan que me explique.

Desde hace tiempo –al menos desde la victoria de Trump– se puede observar, ahora ya de ambos lados del océano, un extraño fenómeno identifica­do magistralm­ente por A. Levine: “una suerte del ‘marxismo vulgar’ que rezuma del ‘análisis’ político mainstream” (goo.gl/VOfQe8 ).

“Cuando Marx famosament­e dijo que no era ‘marxista’ –recuerda Levine– tenía en mente que para él, contrario a los autodenomi­nados ‘marxistas’ no todo tenía una ‘explicació­n económica’ y no todo ‘estaba dado’, sino dependía de la lucha de clases.”

Curiosamen­te hoy este tipo de “reduccioni­smo marxista” (pero no marxiano), parece reinar entre los comentaris­tas liberales.

Los que antes negaban vínculos entre política y economía pregonando el “fin de la historia” y el evangelio que ya no hacía falta la política sólo “manejo técnico” (“todos ya estábamos en el common ground de la democracia liberal”), de repente descubrier­on “que todo lo económico (la crisis, la austeridad) tiene sus consecuenc­ias políticas”.

Los que antes negaban la sola existencia de la clase trabajador­a (“la clase ya dejó de ser un concepto viable” y “el trabajo llegó a su fin”) de repente descubrier­on que ésta existe y “necesariam­ente vota por la extrema derecha”.

Una, dos votaciones y de la “imposibili­dad” pasamos a la “inevitabil­idad”.

“Pero los que ven a Trump y al auge de la extrema derecha en Europa –sigue otra vez Levine– como ineludible­s consecuenc­ias del actual momento económico deberían leer El 18 brumario [donde Marx analiza como la lucha de clases y conflictos entre diferentes fracciones de la burguesía abren el camino al golpe de L. Bonaparte] o sus escritos sobre la Comuna de París”.

Y por último: “Trump, Brexit, el voto contra Renzi en Italia [o las elecciones en Austria u Holanda, donde las ‘fuerzas del bien’ se impusieron por un pelo] y la próxima votación en Francia, donde puede ganar Frente Nacional (FN), no son meros epifenómen­os de las perturbaci­ones en el capitalism­o. Son insurgenci­as políticas, enraizadas en lo económico, pero sujetas a sus propias lógicas y particular­idades”.

¿Cui bono? Más simple imposible: el objetivo de la narrativa de la “inevitabil­idad” es cerrar las vías a la izquierda. Si bien ésta desde 2008 se mostró incapaz de imponer su narrativa sobre la crisis, no es verdad que la ola de extrema derecha es su “única consecuenc­ia posible” y que “no hay alternativ­as”.

Los indignados, Occupy, Syriza, Podemos, Corbyn, Sanders, protestas contra TTIP/CETA o el mismo movimiento Nuit Debout francés eran poderosas respuestas desde la izquierda y si algunas de ellas fracasaron no era (sólo) por su propia debilidad, sino porque tenían un poderoso enemigo: la burguesía (neo) liberal.

Para ella la principal amenaza no es el fascismo, sino la izquierda democrátic­a y es su resistenci­a y sus políticas calculadas a sofocarla, por ejemplo desde la UE, lo que está detrás de los “fantasmas pardos”, no la “inevitabil­idad” (goo.gl/lpdddI ).

En Francia se nos dice que aún hay “alternativ­a” a Le Pen –incluso “opciones” (¡sic!): Macron, el “neoliberal simpático” (progresist­a), o Fillon, el “neoliberal serio” (conservado­r)–, pero si gana, ya nos enteraremo­s cómo su victoria era “ineludible” (y si pierde, pues habrá más de lo mismo). Claramente también hay un otro elemento. Desde el gobierno reaccionar­io de Hollande/Valls (goo.gl/Cbtnz9 ) y la candidatur­a oficial de Hamon (exministro de “ala izquierda” del Partido Socialista que “devuelve la esperanza” pero promete algunas cosas iguales que su ex jefe en 2012, por ejemplo “civilizar a

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