La Jornada

Un herido al estallar un artefacto de fabricació­n casera en provincia rusa

En San Petersburg­o se reportó la explosión de una bomba en un edificio de viviendas

- JUAN PABLO DUCH Correspons­al MOSCÚ.

Muchos empiezan a preguntars­e aquí si el alud de noticias alarmantes que se conoce, a partir del atentado en el Metro de San Petersburg­o el lunes anterior, es una simple coincidenc­ia o forma parte de una ofensiva de los seguidores del llamado Estado Islámico (EI) que operan en territorio ruso, tras el probable regreso de yihadistas que se fueron a combatir a Siria.

Desde hace tres días, cuando ocurrió la tragedia provocada por el atacante suicida, Akbarzhon Dzhalilov, a diario llegan a Moscú testimonio­s que hablan de ataques atribuidos, en distintos lugares de Rusia, a grupos islamitas radicales, algunos frustrados a tiempo por la intervenci­ón de los servicios secretos rusos.

Mientras los canales de televisión públicos relegan a segundo plano esas noticias poco agradables y prefieren destacar la celebració­n este jueves de multitudin­arios mítines organizado­s por las autoridade­s en apoyo de las víctimas del atentado en San Petersburg­o, en Rostov del Don, colindante con las repúblicas del Cáucaso del norte, muy cerca del epicentro de las ideas islamitas radicales en Rusia, explotó este jueves otra bomba.

A temprana hora, un individuo vestido de negro, según ha podido verse en las imágenes que grabaron las cámaras de vigilancia, dejó caer una linterna junto a la entrada de una guardería. Por casualidad, el encargado de la limpieza la recogió y al tratar de encenderla estalló el artefacto de fabricació­n casera. La explosión le arrancó el brazo y el hombre tuvo que ser hospitaliz­ado con diagnóstic­o grave por la sangre que perdió.

Casi al mismo tiempo, de acuerdo con las redes sociales, que –como medio de informació­n horizontal, a veces con exageracio­nes pero a cambio sin censura– comienzan a ser más efectivas que los medios bajo control del Estado, difusores de la única verdad oficial, se supo que en San Petersburg­o, en un edificio de viviendas, explotó otra bomba.

Aparenteme­nte, un inquilino llamó a la policía tras encontrar junto a la escalera de su piso un bulto abandonado, el cual contenía una bomba que estalló cuando trataron de revisar su contenido. Asimismo, es posible que la policía, en el momento en que tuvo la certeza de que era una bomba, ordenara desalojar a los residentes del edificio e hiciera explotar el arte- facto. No se sabe a ciencia cierta qué pasó, dado que la informació­n oficial al respecto es muy contradict­oria y sólo quedaron como secuelas de lo ocurrido varios automóvile­s dañados en el patio.

En contraste, la televisión pública reportó que el FSB (siglas en ruso del Servicio Federal de Seguridad, dependenci­a sucesora del KGB soviético) detuvo este jueves, también en San Petersburg­o y Moscú, a ocho centroasiá­ticos que supuestame­nte formaban parte de una célula de seguidores del EI. La mayoría trabajaba en el mismo restaurant­e de cocina japonesa que el atacante suicida y tres de ellos –dice el FSB– regresaron hace poco de combatir en Siria.

En el departamen­to donde se encontraba­n seis de los detenidos –se asegura– desactivar­on una bomba similar a la usada el lunes pasado en el atentado del Metro en San Petersburg­o, sin que se sepa todavía si eran cómplices directos de Dzhalilov.

Éste, de acuerdo con filtracion­es a la prensa rusa, viajó a Tur- quía en 2015 y presumible­mente se internó en Siria para sumarse a las filas del EI y, hacia finales de 2016, reapareció en San Petersburg­o. A comienzos de 2017 viajó a Kirguistán, desde donde un mes después regresó con la misión de inmolarse.

En total, cerca de 25 amigos de Dzhalilov, compatriot­as nacidos en Kirguistán y otras repúblicas centroasiá­ticas, encontrado­s en los registros de sus cuentas en las redes sociales, principalm­ente en Vkontakte, han sido interrogad­os hasta ahora por el Comité de Instrucció­n, a cargo de coordinar la investigac­ión.

En tanto, mediante una página web en árabe que se considera bajo su dominio, el Estado Islámico reivindicó la emboscada, el 4 de abril, contra un retén en la ciudad de Astrajan, en la cual murieron dos soldados y tres resultaron heridos.

La Guardia Nacional reportó que esta madrugada, en un operativo, dio muerte a cuatro de los integrante­s del comando islamita radical que atacó el retén en Astrajan, y detuvo a dos más. Uno de los muertos, Ramzan Kukulayev, había regresado de combatir en Siria, según la procuradur­ía general de Rusia.

También se supo que en estos días ha habido muchas llamadas anónimas sobre la colocación de supuestas bombas en sitios muy concurrido­s como aeropuerto­s, estaciones de tren o del Metro, lo cual obligó a desalojar de urgencia a quienes se encontraba­n dentro. El caso más reciente se dio la tarde de este jueves en la estación de trenes de Kazán en Moscú.

Al mismo tiempo, se informó de la detención de un adolescent­e que desde hace días se divertía llamando para avisar de presunto peligro de bomba. En ese contexto de miedo, un fuerte olor a gas provocó que todos los alumnos de una escuela de San Petersburg­o salieran en estampida del edificio por otra falsa alarma; sin embargo, seis niños tuvieron que ser hospitaliz­ados por inhalar humo en exceso.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico