La Jornada

Sindicatos paralizan Argentina en la primera huelga general contra Macri

Reprimen policías a trabajador­es y militantes de izquierda en las afueras de Buenos Aires

- DPA BUENOS AIRES.

La primera huelga nacional de 24 horas contra la política económica del presidente argentino, Mauricio Macri, tuvo este jueves alta participac­ión, principalm­ente favorecida por la adhesión de los trabajador­es del transporte público.

La medida de fuerza, a la cual Héctor Daer, uno de los tres líderes de la principal central obrera del país, la Confederac­ión General del Trabajo (CGT), calificó de “contundent­e”, coincidió con la presentaci­ón del mandatario argentino en el Foro Económico Mundial para América Latina, al que asistieron cerca de mil cien empresario­s, inversioni­stas y académicos.

“Qué bueno que hoy estemos acá, trabajando”, saludó Macri a la audiencia en el lujoso hotel donde sesiona el WEF (por sus siglas en inglés) regional, en Buenos Aires. Fue la única referencia directa del jefe de Estado a la huelga que mantuvo paralizada gran parte del país.

Casi al mismo tiempo que Macri pronunciab­a un discurso dedicado a atraer inversione­s, agentes de seguridad reprimían en las afueras de Buenos Aires a un grupo de trabajador­es y militantes de partidos de izquierda, a quienes dispararon balas de goma y gas lacrimógen­o para evitar que interrumpi­eran el tránsito en uno de los principale­s accesos a la capital.

El secretario de Seguridad, Eugenio Burzaco, lideró el operativo sobre el camino, en el cual seis personas fueron detenidas y cuatro resultaron heridas, entre ellas un cronista del canal 9 de televisión.

Los bloqueos, realizados en su mayoría por organizaci­ones y partidos de izquierda, se repitieron en otros ingresos a la capital argentina y a las principale­s ciudades del país. Durante la jorna- da, los dirigentes de la CGT se desligaron de los bloqueos y cuestionar­on la violenta reacción policial.

El gobierno acusó a los sindicatos –mayormente peronistas– de tener motivacion­es políticas para la protesta, de cara a los comicios de octubre próximo.

“Es un paro que no tiene razón de ser; es un error que tiene costo para el país”, dijo a Reuters el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich.

La huelga general, primera convocada contra el gobierno de Macri, al frente del país desde diciembre de 2015, tuvo “caracterís­ticas contundent­es en casi toda la geografía” argentina, aseguró el sindicalis­ta Juan Carlos Schmid, uno de los tres jefes de la central obrera, cuya referencia política se encuentra en el peronismo.

La CGT decidió tomar la medida de fuerza en rechazo a la política económica de Macri, a quien le acusan de la pérdida del poder adquisitiv­o de los salarios de los trabajador­es, más de 100 mil despidos sólo en el primer año de gobierno, el aumento hasta de 500 por ciento en los servicios públicos, inflación que superó 40 por ciento en 2016 y el ascenso de la pobreza, que afecta a uno de cada tres argentinos, de acuerdo con cifras oficiales.

Los trabajador­es que por convicción u obligación concurrier­on a sus empleos debieron hacerlo en sus propios vehículos porque los conductore­s de tre- nes, Metro, taxis y autobuses de pasajeros acataron la huelga.

También lo hicieron bancos, escuelas, algunos comercios, hospitales públicos –sólo se atendieron urgencias– y las terminales aéreas (en 24 horas no despegó ni aterrizó ningún avión) y portuarias.

“Salgan en bici, camión o furgoneta, pero vayan a trabajar”, clamó la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que desplegó cerca de 2 mil efectivos de la Gendarmerí­a en los principale­s accesos a la capital argentina.

“El paro es una medida constituci­onal que tenemos los trabajador­es para hacerle escuchar al gobierno lo que el pueblo dice”, contestó el gremialist­a Carlos Acuña, otro de los jefes de la CGT.

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