¡Adiós al petróleo! El futuro energético de México
llamado “pico del petróleo” (oil peak), momento en el cual se pasa a utilizar la segunda mitad de las reservas, ha llegado a nivel global aproximadamente entre 2007 y 2010, y se estima que agotará toda fuente petrolífera en el mundo hacia 2050 (más o menos). Estamos, pues, a 35 años del final de la era del petróleo, y a algo más de la del carbón y del gas. Paradójicamente en esas tres décadas la población humana pasará de 7 mil millones a 9 mil millones, es decir, aumentará de manera brutal las necesidades de energía (unos 60 millones de nuevos seres humanos cada año). Y no sólo eso, cada vez cuesta más, en términos energéticos y económicos, obtener petróleo y gas, pues las fuentes están cada vez menos accesibles. Hoy hay que recurrir cada vez más a las reservas de los fondos de los mares, aguas someras y luego aguas profundas (hasta de 5 mil metros) o a los yacimientos continentales más profundos e intrincados (la llamada fracturación hidráulica que conlleva severos efectos ambientales y de seguridad). En unas décadas la tasa de retorno energético ha sufrido una marcada caída: si en 1930 la energía equivalente a un barril de petróleo permitía extraer 100 barriles, para 1999 ya eran ocho a 10 y hoy solamente tres. La conclusión es tajante: el mundo se adentra a una emergencia energética en la que los países (sus sociedades y gobiernos) deben realizar ya obligatoriamente una transición hacia las fuentes de energía solar. No hay opción alguna.
¿Y México? Como todo mundo lo reconoce, nuestro país es un territorio privilegiado por la historia natural que rebosa de riquezas (bióticas, acuí-