La Jornada

Refugiados sirios son vinculados con el arte para sustraerlo­s de la guerra

Muchos todavía no van a la escuela porque no hablan el idioma local, explica activista

- AFP MARDIN.

Unos están subidos a unos zancos, otros hacen girar platos chinos o ejecutan una danza aérea: en la ciudad turca de Mardin, niños, adolescent­es y jóvenes que huyeron de la guerra en Siria aprenden las bases del circo para entretener­se e integrarse.

En una casa antigua de esta ciudad del sureste de Turquía, con una vista fantástica sobre la vecina Siria, la asociación turca Her Yerde Sanat (El Arte en Todas Partes) los instruye en el arte circense. Entre los 120 inscritos hay 80 sirios y 40 turcos, incluidos numerosos kurdos originario­s de la región.

En la planta baja, en una primera sala, unos 15 niños alternan entre los malabarism­os, el trapecio y la danza aérea, disciplina en la que el artista ejecuta figuras enrollando brazos y piernas alrededor de una tela suspendida del techo.

En la segunda sala una decena de niños practican, muy concentrad­os, las percusione­s, mientras en la primera planta otros alumnos asisten a clases de turco. La asociación trata de formar a los refugiados sirios para que se puedan integrar las escuelas públicas de su país de acogida.

Los alumnos que todavía no pueden ir a la escuela, en la mayoría de los casos porque no hablan turco, acuden cada día a aprender arte circense. Los de- más sólo participan en las actividade­s el fin de semana.

Prohibido preguntar

Los adultos nunca les preguntan a los refugiados sirios de dónde vienen. ‘‘Sólo están aquí para iniciarse en el arte del circo que utilizamos como herramient­a para romper las barreras del idioma’’, explica Pinar Demiral, cofundador­a de una asociación que trabaja así desde 2014.

La mayoría de los profesores son voluntario­s del ámbito circense que vinieron del extranjero por tres meses, duración máxima para una estancia de turista en Turquía. En cada taller tratan de hacerse entender pasando de un idioma a otro con ayuda de los alumnos.

El conflicto sirio ha causado más de 310 mil muertos y 11 millones de desplazado­s y refugiados desde que comenzó en 2011. Turquía acoge 2.9 millones de sirios, de los que sólo 10 por ciento viven en los campos de refugiados. Los demás deben integrarse en las poblacione­s locales en el país.

La asociación Her Yerde Sanat intenta ayudar a su manera, a través del circo. Acoge a los niños en sus instalacio­nes desde la mañana hasta la noche. A la hora del almuerzo el director, Mohamed Kheir Kasim, vestido con traje impecable, se acerca a una gran olla para servir la comida a los alumnos. Él también es sirio, llegó de Damasco hace cuatro años y descubrió la asociación gracias a su hijo. Su experienci­a como director de escuela en Siria le hizo conseguir un puesto de coordinado­r de las actividade­s en Her Yerde Sanat.

La asociación obtiene parte de su financiami­ento de la ONG Internatio­nal Medical Corps (IMC, por sus siglas en inglés), en colaboraci­ón con el gobierno suizo, que ayuda a ONG locales en Turquía.

‘‘Apunté a mi hijo aquí para que no estuviera vagando por las calles’’, explica Kassim. ‘‘Lo hacemos todo juntos, nos enfadamos, nos reconcilia­mos, reñimos pero, al final del día, tenemos el mismo corazón y el mismo objetivo’’: permitir que los niños ‘‘rían y jueguen’’.

Confianza

Para afrontar la falta de medios y de voluntario­s, los adolescent­es están formados para encargarse de los más pequeños, papel que es tomado muy en serio. ‘‘Se enseñan cosas los unos a los otros, se ayudan’’, explica Demiral, para quien el objetivo es dar a los niños ‘‘un espacio donde adquieran habilidade­ss para encontrar su propio equilibrio’’.

Para Eyad Haj Mahmud, de 15 años, originario de Alepo, Siria, se ha cumplido ese objetivo. ‘‘He aprendido cosas que me permitiero­n convertirm­e en mejor persona’’, asegura. Pero no siempre es sencillo trabajar con niños que llegan a veces con traumatism­os y experienci­as muy distintas de las de sus compañeros turcos.

‘‘Al principio sentimos tensiones entre los grupos’’, expresa Demiral, ‘‘pero de tanto jugar juntos en las mismas salas y al ser tratados de la misma forma la situación se apacigua’’.

A veces hay peleas entre sirios y turcos, concede Demiral, pero los adultos siempre ‘‘intentan evitar cualquier forma de violencia’’, norma primordial para los niños traumatiza­dos. ‘‘Desde el primer día, les decimos que la única regla aquí es: ‘prohibido pelearse’’’.

LA ASOCIACIÓN EL ARTE EN TODAS PARTES ATIENDE A DESPLAZADO­S POR CONFLICTOS

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico