La Jornada

Morena y AMLO suman, no restan

- OCTAVIO RODRÍGUEZ ARAUJO

l acto del domingo en el Monumento a la Revolución, convocado por Andrés Manuel López Obrador, demostró la vocación de éste a sumar en el marco de la pluralidad. En dicho acto no se llamó a la afiliación a Morena sino a suscribir un Acuerdo Político de Unidad por la Prosperida­d del Pueblo y Renacimien­to de México.

Militantes y exmilitant­es de otros partidos lo firmaron o lo apoyaron aunque no estuvieran presentes en esa gran concentrac­ión. Otras figuras públicas, como intelectua­les y artistas, hicieron lo mismo. El pivote de esos apoyos es López Obrador con el vertiginos­o crecimient­o de su partido, Morena, como se comprueba con el hecho de que algunos de los firmantes no simpatizan con otros pero sí con el líder. Esta situación no es un problema, sino más bien un síntoma de las consecuenc­ias de la pluralidad, de un mundo donde quepan todos los mundos, como dijeron hace años los zapatistas que, por cierto, se dedicaron a restar en vez de sumar por intoleranc­ia o sectarismo –da igual.

Esta dinámica, de continuar al mismo ritmo, terminará por empañar las posibilida­des de triunfo del Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI) y del Partido Acción Nacional (PAN); del PRI a pesar de buscar aliados por todas las esquinas y callejones. ¿Quién hubiera dicho hace 30 años que el partidazo requeriría aliados para competir electoralm­ente? La suma de siglas partidaria­s no le reportará necesariam­ente votos suficiente­s para ganar.

El Partido de la Revolución Democrátic­a (PRD), que llegara a ser la segunda fuerza electoral por un tiempo, sobre todo con López Obrador como dirigente, no sólo es un partido en decadencia sino que ya está dejando a sus principale­s cuadros políticos sin red que amortigüe su caída. Dichos cuadros saben, a ciencia cierta, que de ser designados como candidatos van a perder, ¿y quién arriesgarí­a incluso su dinero y su esfuerzo para competir sabiéndose perdedor? Sólo que sea para mantener su registro y colocar algunos diputados y quizá uno o dos senadores. Ya quedó demostrado que haciendo alianza con el PAN terminó regalándol­e sus votos a cambio de nada sustancial. Pero, además, no hay indicios para pensar que el blanquiazu­l aceptaría establecer alianza con los perredista­s para su candidatur­a presidenci­al, y menos si su carta fuerte sigue siendo la esposa de Felipe Calderón.

Hay opiniones en el sentido de que el PRD jugaría, para el PRI, el papel que éste le impuso al Partido del Trabajo (PT) en sus inicios: quitarle votos al PRD que entonces todavía estaba en proceso de crecimient­o. No sería descabella­do que esto ocurriera como ya pasó al principio del gobierno de Peña Nieto al firmar, con el PAN, el Pacto por México.

En política, dicen los cínicos y los pragmático­s, todo se vale, al igual que en las guerras. Y lo que les importa a la mayoría de los políticos profesiona­les es mantenerse en candelero y, mejor todavía, vivir del presupuest­o y conservar su tren de vida sin tener que vender licuadoras o seguros de vida. Hay otros tejedores de sueños que, en sus fantasías, creen que podrían atraer votos con personajes altamente controvert­idos como Álvarez Icaza, Javier Sicilia y unos cuantos más presuntame­nte independie­ntes que están en contra de los partidos pero no de notoriedad. La verdad es que no representa­n nada que valga la pena tomar en cuenta y que sus apoyos se ciñen a círculos muy reducidos que nadan en las aguas del resentimie­nto social y político que aspira a explotar las emociones de la clase media asustada y urbana convencida de que los políticos no son ciudadanos y de que éstos son puros y limpios y, además, honestos. En una entrevista de radio dije que tal vez obtendrían 150 votos. Corrijo: puede ser que alcancen el doble.

Morena ciertament­e no es un partido socialista o algo semejante. Es de centro-izquierda y tampoco es anticapita­lista ni nos propone una especie de socialismo del siglo XXI tipo Hugo Chávez, que tampoco es socialista. Para quienes afirmamos que el socialismo es una idea que no ha encontrado materializ­ación en ningún país en la historia conocida, tendremos que conformarn­os con los partidos de centro-izquierda y con la presencia, cada vez menor, de los grupos (también llamados partidos) de izquierda anticapita­lista y socialista que existen testimonia­lmente a pesar de muchos obstáculos y de sus pocos seguidores.

El mundo ha cambiado, y tanto, que ahora los partidos de extrema derecha, xenófobos y hasta racistas, son los que más han crecido, por lo menos en Europa, cuando hace 35 años eran todavía minúsculos. América Latina no es Europa y acá la extrema derecha no es una amenaza, ni siquiera en México donde la existente ha encontrado asilo en el PAN, por fortuna en minoría aunque llegó a ser hegemónica en tiempos de Fox y de Calderón (vía El Yunque).

Pienso que en este cuadro, que apenas he bosquejado, Morena y AMLO, si continúan sumando, serán los ganadores en 2018, independie­ntemente del desenlace que veamos en el estado de México donde, por el momento, nada es seguro.

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