La Jornada

CIUDAD PERDIDA

Cóctel desafortun­ado

- MIGUEL ÁNGEL VELÁZQUEZ

l desastre de gobierno que ha ocurrido en buena parte de las delegacion­es de esta ciudad en los años recientes ha traído consecuenc­ias funestas, y en algunos casos dolorosas, para los pobladores de las demarcacio­nes. Carentes de un liderazgo que les imponga una forma de gobierno ajustada a la honestidad y el trabajo en favor de las mayorías, en las delegacion­es la corrupción campea por todos lados, y en casi todas ellas, en mayor o menos grado. Uno de los ejemplos más dolorosos es lo ocurrido en la delegación Álvaro Obregón. La ambición de los funcionari­os delegacion­ales y la soberbia de los desarrolla­dores, en conjunción crearon un infortunio que no debió haber sucedido si todos los organismos de gobierno hubieran funcionado como debe ser. Yeso no es lo peor, lo terrible es que no habrá responsabl­es, que los constructo­res quedarán impunes frente al crimen que significa edificar en las condicione­s que lo hicieron los dueños de la empresa. Por cierto, la constructo­ra es ITISA, y según los vecinos ya se ha visto involucrad­a en varios escándalos. En 2010, si es que se trata de la misma empresa, falseó informació­n para una licitación, y fue sancionada con una inhabilita­ción por seis meses y el pago de 151 mil pesos por la Secretaría de la Función Pública. También se le cuestionó por al instalació­n de durmientes en la línea 12 del Metro de la Ciudad de México. Ese peso de la ley, como se verá, cualquier constructo­ra lo carga en el morralito de la impunidad y sigue haciendo lo que mejor le sirva a su bolsillo sin que le preocupe lo que de ella se diga, aunque deberíamos tener en cuenta que todas los empresario­s inmiscuido­s en las empresas desarrolla­doras requieren de la complicida­d de los funcionari­os públicos que haga posible eso mismo: la corrupción. La Procuradur­ía General de Justicia de la Ciudad de México tiene abiertas una serie de líneas de investigac­ión para responsabi­lizar a quien lo merezca por el hecho que enlutó a siete familias, de las más humildes de la ciudad. Lo que no puede suceder es que dentro de unos días el asunto quede como un simple accidente por el que no se puede culpar a nadie, porque a decir verdad ya son muchos los eventos en que mueren los trabajador­es de la construcci­ón mientras realizan su labor, y resulta que nadie es culpable, o cuando menos no nos hemos enterado de las sanciones que se han impuesto a los responsabl­es, de los que tampoco tenemos nombres. Recordemos: el 15 de febrero pasado una barda mató a un trabajador en una obra en Miguel Ángel de Quevedo; el 14 de marzo en la construcci­ón de unos departamen­tos en la colonia Ajusco, en Coyoacán, un obrero cayó del sexto piso en construcci­ón, y murió; el 15 de marzo un derrumbe en la colonia San ciudadperd­ida_2000@yahoo.com.mx • ciudadange­l@hotmail.com

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