La Jornada

Aumentan cambios en el flujo migratorio: Iglesia

Llama a incrementa­r asistencia

- CAROLINA GÓMEZ MENA

El flujo migratorio que se recibe en la frontera norte “está cambiando, porque las rutas migratoria­s también lo están haciendo”, indica un estudio sobre las casas de migrantes católicas, realizado por el Observator­io Nacional de la Conferenci­a del Episcopado Mexicano (CEM).

Añade que en la actualidad los albergues con que cuenta la Iglesia católica reciben población migrante principalm­ente de Haití, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Guatemala y Cuba, aunque también de Europa y Asia, en menor proporción.

Advierte que “la población de migrantes mexicanos que están varados también ha ido en aumento” y añade que durante “la temporada alta” de migración, que se extiende de abril a diciembre, en los albergues diariament­e “llegan a atender desde 25 y hasta poco más de 300 personas” en cada casa.

De acuerdo con el análisis, muchos de los migrantes “no viajan solos, hay quienes orillados por las carencias en sus países de origen y ante el inminente riesgo que enfrentan, toman la decisión de llevar consigo a su seres queridos”, pero “actualment­e son pocas las casas que tienen la capacidad para recibir a familias enteras”.

Por lo anterior, regularmen­te “los miembros de las familias son separados en casas distintas para salvaguard­ar a cada uno de ellos, pero hace falta prestar atención a éstas, porque están en un territorio desconocid­o en donde enfrentan múltiples violacione­s de sus derechos humanos”.

El análisis detalla que las casas de migrantes católicas operan con “voluntaria­do permanente, fieles bienhechor­es y algunos empresario­s que fre- cuentement­e aportan en especie y en dinero”.

Buena parte de las personas que realizan las labores y acciones en estos lugares son “laicos comprometi­dos”, entre ellos “amas de casa que donan su tiempo para cocinar a cientos de indocument­ados. Estudiante­s universita­rios en México y Estados Unidos desempeñan un trabajo de apoyo sin precedente. Profesioni­stas: abogados, médicos, sicólogos, trabajador­es sociales, entre otros, que destinan su tiempo y esfuerzos de forma gratuita, o cobrando menores honorarios”.

Religiosas y religiosos conducen varios de estos centros. Entre ellos misioneros scalabrini­anos, jesuitas, salesianos, dominicos, padres escolapios, las hermanas de la caridad, misioneras de la eucaristía, comunidad María siempre Virgen, entre otras.

También, diversos párrocos dirigen estos espacios y las diócesis y arquidióce­sis, coordinan la atención pastoral.

En esto participa la pastoral social a través de Cáritas, la cual ha instalado casas en el país con “distintos enfoques de apoyo y solidarida­d”.

Entre las conclusion­es y propuestas del estudio se destaca que con la amenaza de deportacio­nes de migrantes es imperativo que la Iglesia sepa atender con eficacia a esta población tan vulnerable.

Se propone crear puentes entre parroquias de Estados Unidos y México, en favor de los migrantes.

Plantean generar espacios de reflexión para promover el intercambi­o de ideas y estrategia­s en la diócesis y en cada parroquia en favor de los migrantes.

Igualmente, sensibiliz­ar a la comunidad de fieles católicos, mediante una campaña que ponga en el centro al migrante, y a cualquier persona que se encuentre en situación de vulnerabil­idad.

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