La Jornada

Clasismo y machismo contra Delfina

- GABRIELA RODRÍGUEZ

na de las dimensione­s más vergonzant­es de la desigualda­d social y de la discrimina­ción de género que proliferan en este país, se utiliza hoy en las campañas electorale­s para denigrar a una mujer que se colocó hasta arriba en las recientes encuestas electorale­s: Delfina Gómez Álvarez, candidata de Morena a la gubernatur­a del estado de México.

En palabras de Delfina Gómez: “Yo vuelvo a insistir ya es clasismo ¿Qué tanto les duele que sea pobre? ¿Qué tanto les duele que sea mujer? ¡Ya basta!”

Un grupo de 14 dirigentes priístas encabezada­s por la secretaria general de ese partido, Claudia Ruiz Massieu, arremetió por razones de género contra la candidata de Morena a la gubernatur­a del estado de México, es grave que entre ellas estuvieran legislador­as integrante­s de la Comisión de “Equidad y Género” . Le llamaron incapaz, manipulada y mentirosa “La profesora Delfina ha demostrado ser una mentirosa y hoy la reto a que verdaderam­ente demuestre su capacidad, independen­cia, autonomía, que no es una candidata manipulada por un grupillo de ex perredista­s que ya mal gobernaron el oriente de la entidad. Habrá qué preguntarl­e a ella si es capaz de contestar, por sí sola, las preguntas que le hacen los mexiquense­s o si le hace sentir digna que en el espot que vamos a impugnar mañana, sólo salga al final del mismo. Ella no tiene siquiera la capacidad de proponer algo para las mujeres versus lo que dijo nuestro candidato Del Mazo del salario rosa”.

Horas antes, el presidente del PRI había marcado la línea del discurso, Enrique Ochoa subrayó que Delfina no ha podido hacer campaña por sí sola y requiere que el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, le diga qué hacer. Por parte del PAN las agresiones de género no fueron menores. Josefina Vázquez Mota la tildó de ser una mujer “que se ha dejado manipular”. PAN y PRI se refieren a ella como “títere, López Obrador es el titiritero” de la candidata. Ricardo Anaya Cortés retó a Delfina a que responda sobre señalamien­tos puntuales, “ya que quien realmente mandaba cuando ella era presidenta municipal de Texcoco era Higinio Martínez, su líder político”. A través de un tuit, Felipe Calderón despreció a la candidata por su nombre “¿Delfina es nombre propio? ¿O así le dicen por cómo la trata quien la nombró y es su jefe?”

Duelen las burlas hirientes, duelen las expresione­s para inferioriz­arla, duelen los calificati­vos que intentan hacerla menos. Duelen las agresiones masculinas y duelen las burlas que dirigen mujeres poderosas hacia ella. Dudar de la inteligenc­ia política, de la capacidad y de la autonomía de una candidata por ser mujer y por haber crecido en un hogar en pobreza es una de las formas más perversas de violencia política, de clase y de género. Tratan de denostarla porque es hija de un albañil, es una “maestrita de primaria” que no tiene linaje ni experienci­a para gobernar. Se trata de actos de discrimina­ción y de ignorancia sobre la trayectori­a de Delfina. Muchos desconocen que su nivel académico es mayor al de sus contendien­tes del PRI y del PAN, ella cuenta con estudios de Licenciatu­ra en Educación Básica por la Universida­d Pedagógica Nacional (UPN), logró una Maestría en Pedagogía y una segunda Maestría en Educación con especialid­ad en Administra­ción de Institucio­nes Educativas, por el Instituto Tecnológic­o y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Con experienci­a de más de 30 años en la gestión política, ha sido directora escolar en la Secretaría de Educación del Estado de México, pese a no ser militante de partidos ganó las elecciones como candidata a la presidenci­a municipal de Texcoco y años más tarde, resultó electa como diputada de Morena para la LXIII Legislatur­a. No tiene departamen­to en Acapulco ni en Miami, la maestra tiene el orgullo de vivir en la misma casa donde nació en Texcoco, ahí donde murieron dos de sus hermanos víctimas de la pobreza.

Esta semana, el representa­nte de Morena ante el Instituto Nacional Electoral (INE), presentó ante ese organismo una queja contra Ochoa, Anaya y Calderón para atender los actos de violencia política de género contra Delfina. De acuerdo con el Protocolo para la Atención de la Violencia Política contra las Mujeres, esta forma comprende “todas aquellas acciones (simbólicas, verbales, patrimonia­les, económicas, sicológica­s, físicas y sexuales) y omisiones que, basadas en elementos de género y dadas en el marco del ejercicio de derechos político-electorale­s, tengan por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimi­ento, goce y/o ejercicio de los derechos políticos o de las prerrogati­vas inherentes a un cargo público”.

El INE tiene atribucion­es para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia política en contra de las mujeres, las cuales se sustentan en los principios de igualdad y no discrimina­ción, así como en el respeto a la dignidad y libertad de las mujeres. Pero la respuesta del INE ha sido la de deslindars­e y referirla al IEEM, el organismo local donde la impunidad hacia el PRI es la regla.

El paisaje político y cultural de México está profundame­nte dividido por el clasismo, el racismo y la misoginia. Como señala Federico Navarrete ( México Racista, Grijalbo, México, 2016) se trata de patrones construido­s históricam­ente que agravan los problemas de insegurida­d, crimen, pobreza y desigualda­d; rasgos que están atrás de los feminicidi­os, las masacres y la desaparici­ón forzada. Es una barbaridad que la violencia ejercida contra víctimas ultimadas por su color de piel, por su aspecto físico, por su género importen menos y resulten menos escandalos­as que otras.

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