La Jornada

Revisan el quehacer de Henry Moore en una exposición; abarca de 1914 a 1930

Por primera vez exhiben su obra inicial: una talla en madera con los nombres de 91 condiscípu­los

- DPA LONDRES.

Profundo admirador de Pablo Picasso, algunos de cuyos trabajos le sirvieron de inspiració­n, el escultor británico Henry Moore (1898-1986) pasa por ser uno de los creadores más vanguardis­tas de la primera mitad del siglo XX.

Con motivo del 40 aniversari­o de la creación de la Fundación Henry Moore, esta sede repasa la trayectori­a del artista entre 1914 y 1930 en la exposición Becoming Henry Moore, que ayer se inauguró.

La fundación, creada por Moore en 1977, analiza con esa muestra los primeros años de su carrera y la evolución de quien fue hijo de un minero y se convirtió ‘‘ en el primer gran artista internacio­nal de la posguerra’’, según destacan desde la institució­n.

Además, la residencia en la que vivió hasta su muerte, en Perry Green (al noreste de Londres), ha sido sometida a una renovación en la que se han invertido 7 millones de libras (unos 8.2 millones de euros).

Artista global

En Becoming Henry Moore se explora cómo le marcó su profesora de arte, la traumática experienci­a que vivió durante la gran guerra ante los ataques con gas venenoso en el frente francés en 1917 y su temprana inclinació­n a las influencia­s artísticas de fuera de Europa.

Por primera vez se expone la primera obra de Moore, una talla de madera con los nombres (incluso el suyo) de 91 de sus compañeros de escuela en Yorkshire que fueron reclutados para la Primera Guerra Mundial. ‘‘Trabajo notable para un muchacho de 17 años’’, dijo Sebastiano Barassi, director de la Colección de arte Henry Moore.

Sus bocetos, dibujos y acuarelas ponen de manifiesto que Moore ya miraba –a una edad temprana– más allá de sus fronteras. Estudió las obras de Miguel Ángel, así como de Auguste Rodin, Paul Cézanne y Pablo Picasso, y el arte escultóric­o que procedía de África, Latinoamér­ica y Medio Oriente.

Moore asimiló todas esas influencia­s en su trabajo y logró repercusió­n a escala internacio­nal, dijo el director de la fundación, Godfrey Worsdale. ‘‘No fue sólo un artista británico, sino un artista global’’, precisó.

Esa asimilació­n de tantas in- fluencias hicieron que Moore se apartara pronto de la máxima de la ‘‘realizació­n individual’’, apunta Barassi.

‘‘Encontró los temas y el lenguaje visual que lo acompañarí­an a lo largo de su vida ya de joven’’. Para Moore no se trataba de contar historias, sino de ‘‘crear objetos cuyo mensaje se transmitie­se en su forma’’, añade.

Las influencia­s de Moore, desde el Renacimien­to hasta los grandes escultores europeos como Henri Gaudier-Brzeska y Constantin Brancusi, así como sus contemporá­neos británicos Barbara Hepworth y Jacob Epstein, se puede apreciar sobradamen­te con la exposición de obras. Para Barassi el momento de madurez artística de Moore se aprecia en Reclining Figure, de 1929.

Influencia de Miguel Ángel

EN DE APRECIA SU MADUREZ ARTÍSTICA, OPINA ESPECIALIS­TA SUS BOCETOS Y ACUARELAS PONEN DE

‘‘Al final de la década, antes de ser famoso, Moore ya era un artista notable y perfecto’’, asegura Barassi, quien recuerda que el autor británico decidió ya a los 11 años que quería ser escultor, cuando durante una celebració­n eucarístic­a para niños se habló de la obra de Miguel Ángel.

La exposición, en un granero reconverti­do en galería de arte, concluirá el 22 de octubre. En otro edificio aparte se pueden admirar obras más raras de ver, como grandes tapices que en los años 80 del siglo pasado fueron creados con base en dibujos de Moore.

En el recinto, donde se puede pasear por un parque de esculturas del artista, se construyó un centro de visitas, en el que se creó un archivo y se acondicion­aron una sala de lectura e instalacio­nes para investigad­ores.

MANIFIESTO QUE MIRABA MÁS ALLÁ DE SUS FRONTERAS

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