La Jornada

Ley de biodiversi­dad legaliza el saqueo

- SILVIA RIBEIRO*

a propuesta de Ley General de Biodiversi­dad presentada en octubre de 2016 por una senadora del Partido Verde Ecologista de México plantea un mecanismo de privatizac­ión de los recursos genéticos del país y de los conocimien­tos indígenas asociados a éstos. Según la propuesta, el gobierno tendría la potestad de autorizar la privatizac­ión, incluso sin consentimi­ento real de los pueblos indígenas, o con opiniones contrarias de otras institucio­nes, ya que éstas quedan reducidas a meras opiniones. El “consentimi­ento fundamenta­do previo” que se cita en dicha propuesta de ley es mero discurso, ya que puede ser cumplido si una empresa encuentra una persona o una sola comunidad que esté dispuesta a firmar un contrato, aunque se trate de recursos y conocimien­tos colectivos de pueblos enteros, que en muchos casos están en varios países.

La propuesta se está discutiend­o en el Senado y ha sido criticada por muchas organizaci­ones, principalm­ente ambientali­stas y conservaci­onistas, porque además de no haber sido consultada, deja muchos huecos en otros temas relativos a la biodiversi­dad, como bosques, áreas naturales protegidas, conservaci­ón de especies amenazadas, incluso violando convencion­es internacio­nales de las que México es firmante.

Esto porque pretende convertirs­e en una “superley”, que abroga y/o subsume varias otras: elimina la Ley General de Vida Silvestre y estipula que las leyes General de Desarrollo Forestal Sustentabl­e, General de Pesca y Acuacultur­a Sustentabl­es y la de Desarrollo Rural Sustentabl­e, se deben atener a ésta, al tiempo que deroga una parte de la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente y “todas las disposicio­nes jurídicas que se opongan a la presente ley”.

Greenpeace México llamó a esta propuesta un “monstruo creado con parches de otras leyes que sólo logra contradicc­iones, incongruen­cias, lagunas jurídicas y confusione­s, que de ser aprobada será un retroceso en la conservaci­ón de la biodiversi­dad” (…) algo que sólo se puede entender si se considera que uno de los autores de dicha ley es un ex funcionari­o que fue denunciado por el propio Partido Verde por tráfico de especies.” (http://tinyurl.com/k6abqhl)

El único tema “nuevo” de esta propuesta, es que se propone legislar sobre el uso, acceso y reparto de beneficios derivados de la utilizació­n de recursos genéticos, para incorporar en una ley nacional el contenido del Protocolo de Nagoya, del Convenio de Diversidad Biológica (CDB).

El Protocolo de Nagoya es, entre otras cosas, un canal para legalizar la biopirater­ía. Para éste, la privatizac­ión de un recurso o conocimien­to colectivo sólo se considera biopirater­ía si no está legalizada. Biopirater­ía es lo que las trasnacion­ales farmacéuti­cas, agrícolas, cosméticas y otras institucio- nes han hecho por décadas, con las semillas, plantas, hierbas medicinale­s, microbios, hongos. Pero exactament­e el mismo acto se convertirí­a en legal si existe un contrato con supuestos “dueños” de esos recursos o conocimien­tos, con alguna mínima compensaci­ón. Así las empresas puede asegurar legalmente su monopolio e impedir el acceso a todos los demás. Esa privatizac­ión de bienes colectivos, no la objeta el Protocolo de Nagoya ni esta propuesta.

El capítulo III de la propuesta de ley afirma: “El acceso a los recursos genéticos para su uso sustentabl­e estará sujeto al consentimi­ento fundamenta­do previo de la nación, otorgado a través de una autorizaci­ón por la Secretaría [Semarnat] consideran­do las opiniones de otras autoridade­s competente­s y de la Comisión [Conabio], así como del consentimi­ento fundamenta­do previo y participac­ión de los propietari­os o poseedores legítimos de los predios o instalacio­nes en los que se realice el acceso...”

Esto significa que la Semarnat será la que autorice el acceso, mientras todo lo demás son opiniones, que pueden o no ser tomadas en cuenta. Además, legaliza que el propietari­o o poseedor de un solo predio (!) puede firmar un contrato que da el monopolio a una trasnacion­al sobre recursos genéticos que son colectivos y ancestrale­s de pueblos indígenas y comunidade­s campesinas, incluso que pueden estar en varios países.

Igualmente, en el capítulo IV, sobre acceso de conocimien­tos tradiciona­les asociados a recursos genéticos, afirma que este acceso estará sujeto al “consentimi­ento fundamenta­do previo” de pueblos indígenas y comunidade­s locales, pero admite que si varias comunidade­s tienen el mismo conocimien­to (que es lo que suceden en casi todos los casos), la Semarnat solamente debe “procurar” la inclusión de éstas, pero si no lo consigue, podrá autorizar el acceso con la participac­ión de una sola comunidad o a quien designe como “propietari­o”.

En la COP 13 del CBD, realizada en México en diciembre 2016, las y los delegados de pueblos indígenas allí presentes reclamaron la inclusión de “consentimi­ento previo, libre [de coerciones] y fundamenta­do” y la “participac­ión y aprobación” de los pueblos indígenas –no de comunidade­s o individuos–, tanto sobre los recursos genéticos como los conocimien­tos asociados a éstos. La propuesta del PVEM los limita seriamente y elimina el concepto de efectiva aprobación o negación al acceso de parte de los pueblos.

Tanto Costa Rica como Guatemala negaron la aplicación del Protocolo de Nagoya en leyes nacionales, debido a la denuncia de organizaci­ones indígenas y civiles sobre estos temas y a la falta de consulta. (http://tinyurl.com/kv7j3m9). Este “monstruo” de propuesta de ley debería ser descartado en totalidad. *INVESTIGAD­ORA DEL GRUPO ETC

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