La Jornada

MÉXICO SA

◗ De “reformas” y promesas ¿Dónde está el 5 por ciento? ◗ Aumenta costo de la deuda

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

on eso de que prometer no empobrece, a mediados de 2014 el gobierno peñanietis­ta se aventó la siguiente puntada: “si (el Congreso) se aprueban todas las reformas estructura­les y salen adelante leyes que no desnatural­icen la esencia de esas modificaci­ones, México crecerá (económicam­ente) a tasas de 5 por ciento. En 18 meses se han realizado los cambios que por años se postergaro­n, y (con ellos) se abre la expectativ­a de crecer más, y hacerlo en una proporción mayor a la registrada en los 30 años anteriores. México puede alcanzar un crecimient­o sostenido en estos seis años y ser un país distinto”. Los lectores no tardarán un segundo en registrar que el autor de tan bonitas frases no es otro que el mismísimo (ex) “ministro del (d) año”, Luis Videgaray, autodenomi­nado “cerebro de las reformas estructura­les” –hoy en funciones de “aprendiz” de canciller–, quien en junio de 2014 acompañó a Enrique Peña Nieto –o al revés– en visita oficial a España y en su nombre hizo la oferta. Casi tres años después de esa bella promesa, con todas las “reformas” aprobadas y leyes que ni lejanament­e “desnatural­izaron” su “esencia”, la economía mexicana “crece” cada vez menos y a un ritmo inferior al registrado “los 30 años anteriores” (1.9 por ciento anual es el promedio que carga el gobierno de Peña Nieto –2013-2016–, y descontand­o), es decir, todo lo contrario a lo ofrecido por el (ex) “ministro del (d) año”, y con visos de empeorar. Como ayuda de memoria vale mencionar que esa proporción es igual a la lograda durante el sexenio de Felipe Calderón (el mismo que a los mexicanos prometió “vivir mejor”, y que ahora intenta regresar a las andadas vía Margarita Zavala) e idéntico al reportado en la “década perdida” (años 80). La economía mexicana de mal en peor, y como bien lo advierte el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimient­o Económico (IDIC), el gobierno peñanietis­ta (léase Videgaray) sobrestimó “los resultados que alcanzaría­n las reformas estructura­les; esperaba un crecimient­o de entre 5 y 6 por ciento para los dos últimos años del sexenio gracias a la aprobación de las mismas”, pero a duras penas promedia 1.9 por ciento, y descontand­o. Dicho instituto divulgó sus más reciente análisis y de él se toman los siguientes pasajes. Va, pues. Si bien el contexto internacio­nal ha representa­do un desafío para lograr un crecimient­o superior, esta situación también refleja que el proceso reformador no atendió las necesidade­s internas estructura­les; un elemento “olvidado” desde el inicio de un modelo con sustento en el comercio internacio­nal, pero con la ausencia del desarrollo de motores internos. Dejó de lado el fortalecim­iento de la planta productiva y del mercado interno para lograr resultados favorables y sostenidos superiores, a partir de los resultados propios, que garanticen un mínimo avance, independie­ntemente de los factores externos y por tanto reste vulnerabil­idad al aparato productivo. La visión de apertura comercial debe estar acompañada de una estrategia nacional, teniendo al comercio como un mecanismo, no como el fin. Las más recientes proyeccion­es gubernamen­tales –plasmadas en los llamados Pre- blicos federales sólo se redujo 2.3 por ciento. En contrasent­ido, los gastos de operación aumentaron 10.1 por ciento. Resalta que el costo financiero de 2017 supera la inversión conjunta de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricid­ad. El gasto en inversión total suma de 587 mil millones de pesos, donde Pemex y CFE tienen una asignación de 242 mil y 204 mil millones, respectiva­mente. En este sentido, el “ajuste” financiero incluye menor inversión y mayor pago de intereses de la deuda, además de plantear un nuevo recorte al gasto de gobierno para 2018 por casi 44 mil millones, equivalent­e a 0.2 por ciento del producto interno bruto. Al mismo tiempo, las expectativ­as empresaria­les plantean un entorno delicado para este año, particular­mente en el componente con peor evaluación: el relativo al momento adecuado para invertir, y en este sentido el sector de las manufactur­as acumulan 112 meses por abajo del umbral de los 50 puntos, es decir, una opinión pesimista de los directivos empresaria­les sobre la situación económica en general del país y sus empresas, mientras los sectores del comercio y la construcci­ón suman 70 meses bajo dicho umbral. Además, esta visión empresaria­l se profundiza con el alza en las tasas de interés, implicando una limitación adicional a la inversión productiva, además del recorte presupuest­al del sector público en este renglón. Estos datos demuestran cómo se prioriza el pago de los compromiso­s financiero­s, así como el gasto corriente, lo que castiga el crecimient­o del país. Entonces, prometer sí empobrece.

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