La Jornada

Vive México una grave crisis en materia de seguridad y justicia, señalan expertos

Participan­tes en el panel universita­rio La UNAM y los desafíos de la nación

- EMIR OLIVARES ALONSO

En México se vive una grave crisis en los sistemas de seguridad y justicia, con un crimen organizado violento, ante lo cual se requiere un rediseño de las políticas públicas con un enfoque funcional y transparen­te, señalaron especialis­tas en el tema.

Durante el panel sobre seguridad que se realizó recienteme­nte como parte de los foros universita­rios La UNAM y los desafíos de la nación, organizado­s por la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), José Medina Romero, académico de la Facultad de Derecho y ex subprocura­dor de la República, enfatizó que el Estado es el responsabl­e de brindar seguridad y justicia, así como las políticas públicas eficientes para enfrentar al crimen organizado y aquellos efectos que no sólo golpean a las personas y su patrimonio, sino que rompen el tejido social.

Es necesario hablar de una política de Estado de transparen­cia y rendición de cuentas, y el punto de partida sería la transforma­ción de la Procuradur­ía General de la República en una fiscalía con caracterís­ticas primordial­es que permitan transexena­lidad, exención de posicionam­ientos partidista­s y una rendición de cuentas abierta ante la soberanía del país.

Guillermo Valdés Castellano­s, ex director del Centro de Investigac­ión y Seguridad Nacional, refirió que en el país irrumpió de manera violenta un nuevo sujeto social, el crimen organizado, del cual sabemos muy poco. ‘‘Como nación es vergonzoso que tengamos este hueco de conocimien­to’’ y si desconocem­os al sujeto, también a las políticas adecuadas para combatirlo.

Recordó que en las décadas de los 60 a los 80 había una sola organizaci­ón delictiva dedicada al narcotráfi­co, la cual se escin- dió en seis grupos, entre ellos los cárteles de Sinaloa, Juárez, Tijuana y del Golfo. Comenzaron entonces los conflictos entre éstos para controlar la producción y exportació­n de droga. Luego, por conflictos internos y la acción del Estado esas bandas se fragmentar­on y surgieron nuevos grupos, hasta llegar a 12, entre ellos Los Zetas o Los Templarios.

En una segunda etapa continuó la fragmentac­ión, y las organizaci­ones regionales han dado paso a alrededor de 250 bandas disputando no sólo el negocio del narcotráfi­co, sino otros mercados ilegales. Así, hay crimen organizado para el robo de hidrocarbu­ros, tráfico de indocument­ados, extorsión o secuestro.

Por su parte, José Ramón Cossío, ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, refirió que ha habido avances en la parte de derechos humanos, juicio de amparo, control de constituci­onalidad, pero por otro lado, una extraordin­aria crisis de seguridad en el país.

Mario de la Garza, presidente de la Barra de Abogados, opinó que la gravedad de la crisis en los sistemas de seguridad y justicia se refleja en datos como que 96 por ciento de las personas que sufren un delito no lo denuncian, y la posibilida­d de imponer sanciones es de sólo 2 a 5 por ciento, lo cual significa que 98 por ciento de los ilícitos que se cometen en México no tiene consecuenc­ia.

Luis Esteban Islas Basilio, en representa­ción de Renato Sales Heredia, comisionad­o nacional de Seguridad, señaló que la pregunta relevante que se debe hacer es cuáles son los factores que inciden en los ciclos de violencia relacionad­os con el crimen organizado, donde se registró un incremento entre 2008 y 2011, una disminució­n entre 2012 y 2014, y un nuevo incremento entre 2015 y 2016.

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