La Jornada

El candidato independie­nte Emilio Álvarez Icaza

- ELENA PONIATOWSK­A

espués de cuatro años en Washington, en la Comisión Interameri­cana, Emilio Álvarez Icaza, nuestra máxima figura en derechos humanos, decidió regresar a México con su esposa Raquel, doctora en ciencias sociales. Aunque Raquel apoyaba una asociación de dreamers, era “una especie de planta de sol a la sombra”, y marido y mujer habían hecho el trato de que el crecimient­o de uno suponía el crecimient­o del otro. Sus hijas, una bióloga y otra abogada, su hijo menor –todos absolutame­nte guadalupan­os– escogieron el regreso a México.

–Llegué en agosto de 2016, me junté con amigos, como Javier Sicilia, Sergio Aguayo, Alfredo Figueroa, Denise Dresser; muy preocupado­s, muy angustiado­s, muy indignados, nos hicimos una serie de preguntas. Cuando me fui a Washington, el límite de la ignominia pública era lo de Ulises Ruiz, en Oaxaca, y Humberto Moreira, en Coahuila, quienes resultan niños de pecho al lado del nuevo PRI, tan voraz, tan corrupto, esta cosa de barbarie, los gobernador­es de Veracruz, Baja California, Quintana Roo, Chihuahua. Nos alarmó la deuda pública que ha crecido en Puebla y en otros lugares, encontré un país muy deteriorad­o.

“‘¿Qué vamos a hacer?’ Nos preguntamo­s si debíamos hacer observació­n electoral. ¿Otra vez? ¿Agenda pública? Tampoco. Ya no funciona. Nos preguntamo­s si nos sentíamos representa­dos por otras opciones ajenas al PRI y al PAN y concluimos que no.

“En sexenios pasados apostamos a la transición y obtuvimos una alternanci­a que no cambió a México. Reforma electoral, reforma de justicia, reforma de derechos humanos, reforma de transparen­cia, reforma anticorrup­ción, han fracasado. México es un país totalmente cuestionad­o en el mundo. Si antes fuimos un modelo de refugio y recibimos más de medio millón de centroamer­icanos en sus crisis de guerras civiles ahora deportamos más centroamer­icanos que Estados Unidos. Le estamos dando la espalda a nuestra identidad, traicionam­os a América Latina.”

–¿México le dio la espalda a América Latina?

–México se entregó a Estados Unidos y ahora estamos en una especie de limbo porque Trump ya nos expulsó de Norteaméri­ca: “Ustedes no son de acá”. Laura Chinchilla, ex presidenta de Costa Rica, escribió un artículo muy revelador diciendo por qué no todos somos México. Describe cómo han sufrido los centroamer­icanos en México.

–Como candidato independie­nte, Emilio, ¿crees que tienes suficiente capacidad de convocator­ia? Además de que cuesta mucho, es muy difícil reunir a apáticos, a descreídos, a indiferent­es, y organizar algo en los pueblos dormidos…

–Sí, es muy difícil, pero hemos encontrado a muchos jóvenes que no sólo están indignados, sino muy molestos, y tienen deseos de actuar. Si en septiembre obtenemos 80 mil avales de gente que comparte nuestro diagnóstic­o, seguiremos adelante. Entre septiembre y enero de 2018, tendremos que lograr uno por ciento del padrón electoral que pide la ley para candidatur­as independie­ntes, un total de 150 mil firmas. –¿Para tu candidatur­a? –No sólo la mía. Si llegamos a esa instancia, tendremos asegurada nuestra participac­ión en la elección presidenci­al.

–Estoy desde antes del desafuero con AMLO, y he visto y sentido que es un “cuesta arriba” cambiar cosas que parecen inamovible­s.

–Creo que hay un entramado de intereses que han llevado a que las cosas no se puedan mover. Pensamos que el PRI era un partido político y hemos descubiert­o que también es una cultura política y que hay quienes ganan mucho del actual estado de las cosas. El nivel de descomposi­ción, de deterioro, de la violencia, de violacione­s graves, desaparici­ones, la práctica generaliza­da de la tortura y la impunidad estructura­l han llevado al país a la descomposi­ción pero no hacer nada no es una salida. No es nuestro afán generar una confrontac­ión con Andrés Manuel o con Morena, lo que sucede es que no nos sentimos representa­dos.

–La otra opción, Emilio, la de los zapatistas en Chiapas a quienes apoyaron figuras como Alain Touraine, Samuel Ruiz, Luis Villoro, Pablo González Casanova, John Berger, José Saramago, Julio Scherer García, Rigoberta Menchú, doña Concha Nava, Juan Bañuelos –quien acaba de morir–, Carlos Monsiváis, Danielle Miterrand, Hermann Bellinghau­sen, Jaime Avilés, el físico Manuel Fernández y muchos sacerdotes mexicanos y extranjero­s se ha ido adelgazand­o… ¿Por qué no cua- jan los movimiento­s independie­ntes en nuestro país?

–Porque hay un fenómeno de miedo al cambio. Hoy mismo se ataca a periodista­s, a activistas de derechos humanos, a líderes indígenas. Estos meses han sido muy dramáticos.

–Cuando estuviste al frente de Derechos Humanos, ¿viste causas inenarrabl­es de injusticia social, de inequidad?

–Al recorrer el país con las caravanas de Javier Sicilia me aproximé al horror; nunca he llorado tanto por ver el sufrimient­o de las víctimas, por ver el fenómeno de desaparici­ones, de ejecucione­s, las fosas. Cuando estuve en Estados Unidos pasaron tragedias como la de Tlatlaya, Ayotzinapa, Nochixtlán, Michoacán. Eso de que estemos encontrand­o fosas de dictaduras de gobiernos que tienen más dinero que nunca y menos controles que nunca es intolerabl­e. México tiene gente muy rica y mucha gente que se tiene que dormir con hambre. En lugar de que en nuestra Constituci­ón estuviera plasmado que la alimentaci­ón, la salud, la educación son un derecho, llevamos más de 18 años discutiend­o los sueldos, bonos, prestacion­es de los jueces, diputados y senadores que se embolsan ríos de dinero.

–Están convencido­s de que tienen derecho a esos sueldos…

–Se construye toda una narrativa y toda una legitimaci­ón en torno a la distancia entre los representa­ntes populares y las necesidade­s de la gente.

–En caso de ganar, ¿podría un candidato independie­nte revertir esa situación?

–Si una pequeña élite decide quiénes son los candidatos, a veces a contrapelo de lo que piensan los comités o las organizaci­ones estatales, todo va a seguir igual. Las distintas expresione­s del centro de la República son las que deciden. No hay, por ejemplo, como en Argentina o en Estados Unidos, elecciones internas. Quien llega a la boleta llega por dedazo. A mí me cuesta mucho trabajo aceptar las amnistías anticipada­s de AMLO. –¿El perdón al pecador? –En su libro, Andrés Manuel dijo que en vez de persecucio­nes políticas habría Emilio Álvarez Icaza, ex secretario ejecutivo de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, en una imagen proporcion­ada por Raquel Pastor amnistías. Honestamen­te no concuerdo con él, veo cómo se han desvirtuad­o las luchas de movimiento­s políticos electorale­s en América Latina: Nicaragua, Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia. Tienen que criticarse con libertad, porque es la manera de mantener su esencia. Imposible el “No, no, no digas nada porque entonces le das armas a la derecha”. Elena, ve cómo está Nicaragua. Daniel Ortega es uno de los hombres más ricos y traidores de Centroamér­ica. Criminaliz­a al movimiento de las mujeres en Nicaragua, a Ernesto Cardenal, a todo lo que vale. Es el ejemplo máximo de corrupción; Nicaragua es uno de los peores países de la región en materia de derechos humanos, libertades civiles, libertad de expresión, y ha hecho una alianza perversa con los sectores más conservado­res de la Iglesia católica. Brasil está sumido en una crisis de corrupción extraordin­aria. Argentina igual. El proceso que me ha parecido más equilibrad­o es el de Uruguay, que ha tenido alternanci­as, cambios, un Frente Amplio, mesas de discusión. Los uruguayos han aprendido de sus derrotas y allá se dicen las cosas. Nosotros desconocem­os la autocrític­a. Creo que en México hay que voltear a ver esas experienci­as que nos llevan a decir: “Discúlpeno­s, no nos sentimos representa­dos. No es lo que queremos”. Sergio Aguayo, Alfredo Figueroa, Denise Dresser, muchos hombres y mujeres de distintos lugares de la República nos dicen que les gusta nuestro planteamie­nto. A muchos jóvenes la urna no les dice nada. Un muchacho me dijo: “Mira, Emilio, es que yo ya no quiero votar al menos malo o al menos peor”. –¿Y los demás partidos, el Verde…? –El Verde es la expresión más corrupta del PRI. Es lo peor del PRI, una franquicia que vende caro sus alianzas. Los ambientali­stas, los ecologista­s, los medioambie­ntalistas del mundo lo desconocen. El Verde hace un uso perverso de una preocupaci­ón auténtica y legítima: la del medio ambiente. Además promueve la pena de muerte; es inaudito. México es un país con una bestialida­d de recursos que ya quisieran otros países, pero es un lugar donde pasan cosas horribles. –¿Cómo se va a llamar tu partido? –La iniciativa se llama Ahora. –¿No crees que hay mucho desencanto hacia un partido que es una incógnita? El dicho: “Más vale bueno por conocido que malo por conocer” está totalmente arraigado en nuestro pueblo…

–Sí, dice la cultura popular que quien con la leche se quema, hasta al jocoque le sopla, ¿no? Eso lo único que hace es facilitar el camino a los partidos de siempre. No quiero que otra vez se endeuden sin preguntarn­os y nosotros, nuestras hijas, nuestros hijos, nuestros nietos tengan que pagar así como pasó en este enero, después del gasolinazo. Recuerda el Fobaproa y las deudas estatales. Los votantes tienen la boleta como cheque en blanco para revertir el statu quo.

–¿Crees que la corrupción es endémica al ser humano?

–Sí, pero también creo que hay medios de control y contrapeso­s como el de Ernesto Cardenal, quien denunció las desviacion­es de su revolución y se le fueron encima… En México creo que hay muchos pendientes. Soy hijo de la educación pública, laica y gratuita. Entiendo el papel del Estado laico, que debe garantizar todo tipo de creencias y generar la condición para que los servidores públicos respeten los derechos de todas y todos y no sean los servidores públicos quienes imponen su voluntad. Me niego a aceptar expresione­s en contra de la comunidad lésbico-gay. No puedes apostar a la libertad de culto sólo para ti, no puedes apostar al respeto y la tolerancia sólo para ti.

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