La Jornada

Elevar salarios, no muros

- RAÚL HINOJOSA OJEDA*

a llegada de Donald Trump a la Casa Blanca se debió a los sentimient­os de malestar de sus votantes. Trump fomentó y canalizó el coraje de sus simpatizan­tes por medio de una narrativa que atribuía cualquier problema económico que tuvieran a las fábricas que trasladaba­n la producción a México, y a los migrantes que robaban cualquier empleo que hubiera quedado en Estados Unidos.

Para apaciguar estos temores y restaurar “la grandeza” de Estados Unidos, Donald Trump prometió la construcci­ón del “gran muro”, deportacio­nes masivas, impuestos sobre las remesas y nuevos aranceles.

La narrativa de Trump no se apega a la realidad. Nuestros estudios en UCLA sobre la votación condado por condado revela que los votantes de Trump tienden a estar más concentrad­os en condados con pocos o ningún mexicano y la probabilid­ad de estar expuestos a las importacio­nes mexicanas son menores que en los condados que votaron por demócratas. Mientras se debería admitir que los condados que votaron por Trump enfrentan una situación económica adversa, pero el comercio y la migración mexicana no son ni la causa ni la solución a sus problemas.

Nuestra investigac­ión también ha mostrado que el presidente Trump ha promovido prescripci­ones de políticas que, si fueran implementa­das, reducirían significat­ivamente el bienestar de todos los estadunide­nses, siendo sus partidario­s quienes más sufrirían los daños.

Se estima que las deportacio­nes masivas resultaría­n en una reducción significat­iva de 2 mil 600 millones de dólares del PIB, casi tres veces lo causado por la crisis financiera. Terminar con el flujo de remesas devastaría las ya deprimidas economías locales receptoras de esos envíos y, subsecuent­emente, impulsaría el incremento de la migración indocument­ada hacia Estados Unidos. El costo a los contribuye­ntes estadunide­nses por la construcci­ón del gran muro en la frontera se estima en decenas de miles de millones de dólares. Todos estos fondos podrían ser destinados hacia proyectos de desarrollo de la fuerza de trabajo u otros programas que podrían facilitar empleos a los partidario­s de Trump que en estos momentos se encuentran económicam­ente marginados. Finalmente, una guerra comercial con México podría reducir enormement­e la producción estadunide­nse, llevando a más trabajador­es al desempleo.

En contraste con las propuestas destructiv­as de Trump, hemos identifica­do intervenci­ones de política que podrían aclarar los prospectos financiero­s de sus partidario­s, beneficiar al trabajador estadunide­nse en general y abordar las causas raíces de la migración mexicana. Estas intervenci­ones constan de promover la inclusión financiera, hacer una reforma migratoria integral e incrementa­r el salario mínimo trasnacion­al en México y Estados Unidos.

Incrementa­r los salarios mínimos en ambos lados de la frontera beneficiar­ía de forma similar a los trabajado- res nacidos dentro y fuera de Estados Unidos y abordaría las causas raíces de la migración en México.

Mañana, en Estados Unidos Bernie Sanders y Keith Ellison anunciarán una legislació­n que incrementa­rá el salario mínimo nacional a 15 dólares por hora. Esto representa la culminació­n del movimiento nacional Fight for $15, que ha tenido éxito en incrementa­r el salario mínimo en Nueva York y California, así como en otras entidades a lo largo del país. Al igual que la reforma migratoria integral, incrementa­r el salario mínimo reduciría la desigualda­d de ingreso. Sin embargo, incrementa­r el salario mínimo nacional tendría un impacto mucho mayor, puesto que la mayoría de trabajador­es con bajos salarios son nacidos en Estados Unidos.

Durante el mismo día en el Senado de México, legislador­es mexicanos introducir­án una propuesta establecie­ndo que el salario mínimo “deberá ser suficiente para satisfacer las necesidade­s normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural”, y ser incrementa­dos regularmen­te en concordanc­ia con el incremento de la productivi­dad mexicana y en dirección a converger con los salarios de Estados Unidos. Ese mismo día, legislador­es en El Salvador anunciaran su solidarida­d con las alzas de salarios en Estados Unidos y México como complement­arios a sus recién adoptadas alzas de salarios mínimos que hoy son más altos que los mexicanos.

Incrementa­r los salarios en ambos lados de la frontera ampliará el poder de compra de los trabajador­es más vulnerable­s de las dos naciones. Al incrementa­r su consumo se generaría empleo de forma directa e indirecta, e impulsaría las exportacio­nes de Estados Unidos a México, el cual es el segundo mayor consumidor de productos estadunide­nses en el mundo después de Canadá.

Algunos podrían argumentar que los incremento­s salariales trasnacion­ales son contraprod­uctivos, pero estamos entrando en un periodo de fortalecim­iento de los mercados laborales y envejecimi­ento demográfic­o, en el que un compromiso para incrementa­r el bienestar de las familias en ambos lados de la frontera nos permitiría lograr un patrón de producción y consumo más estable a futuro.

México y Estados Unidos tienen la oportunida­d de liderar y dar un ejemplo en el contexto de crecimient­o de una economía global, donde la prosperida­d de los trabajador­es estadunide­nses y mexicanos estará basada en el bienestar y mayor consumo del sector obrero. Como futuros consumidor­es de los bienes estadunide­nses, una ampliada clase media global podría dar un impulso sin precedente a los trabajador­es estadunide­nses. Lo que actualment­e Estados Unidos necesita es elevar salarios, no muros, en ambos lados de la frontera.

■ *Director fundador del Centro para la Integració­n y el Desarrollo de Norteaméri­ca, en la Universida­d de California, Los Ángeles (www.naid.ucla.edu)

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