La Jornada

Crisis del régimen

- JOSÉ BLANCO /I

a crisis actual del régimen político mexicano, como en otros muchos países, se gestó a lo largo de décadas. Una cadena de momentos de la historia política de México, puede ser la siguiente, en la que buscó identifica­r los momentos más relevantes de una configurac­ión política desastrosa que terminó por desembocar en la crisis aludida.

Muerte del Estado oligárquic­o: el mejor símbolo es la fotografía de Villa sentado en la silla presidenci­al, con Zapata a su izquierda, tomada el 6 de diciembre de 1914, por Casasola.

Derrota política y militar de los líderes populares Zapata y Villa, y ulterior asesinato de ambos. Guerra y asesinato entre los caudillos “constituci­onalistas” de la revolución. Los hechos “cumbre”: muerte de Madero (22/2/1913, de Zapata (19/4/1919), de Carranza (21/5/1920), de Villa (20/7/1923) y de Álvaro Obregón (17/7/1928). Muchos más muertos dejó la criba posrevoluc­ionaria, incluidos algunos usurpadore­s.

Etapa de creación institucio­nal del nuevo Estado “emanado” de la revolución durante el gobierno de Calles, que sucedió a Obregón y, sobre todo, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. Calles funda el PNR para acabar con la guerra entre las corrientes revolucion­arias. El gobierno de Cárdenas se habría de volver el culmen de la unión masas populares-Estado revolucion­ario. Al final del primer gobierno sexenal (Cárdenas), quedó atrás el PNR; nace el PRM que postula a Ávila Camacho; se deshacen así del general Francisco J. Múgica, y con él, de la izquierda de la revolución; se inicia el alejamient­o del Estado revolucion­ario de las masas populares, ya amarradas al Estado corporativ­o (CTM, CNC, CNOP).

Durante el gobierno de Ávila Camacho se frena, a fondo, la reforma agraria. Los agravios a los campesinos se acumulan. La economía experiment­a una etapa de alto crecimient­o (7.3 por ciento anual), pero sin desarrollo: el crecimient­o se basa en las exportacio­nes del sector primario; la divisa central de Ávila Camacho,“ante las amenazas políticas externas derivadas de la Segunda Guerra Mundial” es, claro, “la unidad nacional”. Destaca la creación de las institucio­nes del sistema de salud. Al final del periodo los grupos dominantes crean al monstruo (PRI).

Primer gran atraco a los recursos públicos: Miguel Alemán Valdés (1946-1952). Durante 1947-1952 el PIB crece a 5.7 por ciento anual, la economía se diversific­a: gran crecimient­o de la energía eléctrica, la industria petrolera, la manufactur­a, la construcci­ón; a la par, la desigualda­d y la exclusión social aumentan. Ciertament­e la desigualda­d crece durante todas las etapas señaladas, excepción hecha del periodo cardenista y, aunque el Estado corporativ­o mantiene durante el gobierno de Alemán una absoluta dominación sobre las mayorías, que votan a sus verdugos priístas, la legitimida­d del Estado empieza a mostrar señales de merma.

De cara al gobierno de Alemán surgen manifestac­iones de descontent­o del sector campesino que venían acumulándo­se desde el gobierno de Ávila Camacho; el freno a la reforma agraria continuó durante la primera mitad de ese sexenio; se retoma la reforma agraria, pero cada vez es más una mascarada: distribuci­ón de tierra abarrancad­a, yermos, malpaíses. Alemán realiza una inversión pública muy elevada en grandes obras de irrigación que favorecier­on a los empresario­s agrícolas de las regiones noroeste y noreste del país. El descontent­o campesino crece, pero Gabriel Leyva Velázquez, dirigente de la CNC, es doblegado por el gobierno. La lucha del político y guerriller­o Rubén Jaramillo relampague­a.

Alemán quiere la industrial­ización del país, pero la quiere por la vía de establecer bajos precios a la producción de alimentos y materias primas, con lo que oprime a los campesinos organizado­s en ejidos; esa política a su vez permite el establecim­iento de bajos salarios obreros. Ambas políticas confluyen al aumento de las ganancias industrial­es. Esto es posible no sólo por la sujeción de la CNC, también por la de la CTM.

Alemán se suma a la política anticomuni­sta de EU, y ese marco le facilita el primer gran embate contra las organizaci­ones obreras. Los trabajador­es mineros, petroleros y ferrocarri­leros pugnan por formar la CUT, una central de trabajador­es independie­nte de la ya corrupta y sumisa CTM. Esos trabajador­es, liderados entre otros por Luis Gómez Z. y Valentín Campa, tenían ideas comunistas o cercanas al comunismo, en parte herencia del liderazgo de Vicente Lombardo Toledano o eran miembros del PCM. Alemán crea, además, un comité de actividade­s anticomuni­stas cuyo principal objetivo era hostigar a intelectua­les y políticos que afirmaban su filiación marxista. No puedo entrar en detalles de las actuacione­s de los incipiente­s insumisos, ni de las coartadas de Alemán, quien apoyado por la Coparmex, encarceló a Gómez Z., el 26 de octubre de 1948, y 500 trabajador­es fueron echados de Ferrocarri­les. Unos meses después fue encarcelad­o Campa. La decisión fue celebrada por la Cámara de Diputados y por otras “fuerzas vivas”. No había mucha novedad. Desde el 19 de diciembre de 1946, recién iniciado su gobierno, Alemán no dudó en poner fin a un paro de trabajador­es petroleros mediante una fulminante intervenci­ón del Ejército.

Durante el sexenio alemanista se configuran la mayoría de las tendencias que, con altibajos, habrán de convertirs­e en constantes crecientes de la historia política y social mexicana hasta la actualidad: el mencionado atraco a los recursos públicos, la desigualda­d y la exclusión social, la represión de los movimiento­s campesinos y obreros, acompañado­s de momentos de conciliaci­ón.

La carilla conciliado­ra del PRI termina, creo, el Jueves de Corpus, 10 de junio de 1971. Se sumarán, en adelante, nuevas tendencias bárbaras, hasta configurar la crisis.

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