La Jornada

Satiriza narrador ‘‘el refinamien­to y la aristocrat­ización de una familia’’

- CARLOS PAUL

Lingotes de oro, arcones llenos de centenario­s, maletas retacadas de dólares, portafolio­s con títulos de inmuebles, playas y villas, cuadros de la escuela florentina, esculturas de la antigua Grecia, cabezas jíbaras, piezas centenaria­s de marfil, armas medievales, instrument­os de tortura, coleccione­s de monedas extintas, piedras preciosas y un huevo de pterodácti­lo petrificad­o son algunos de los tesoros e inmensa fortuna que heredó una familia de clase media mexicana de finales de los años 70 del siglo pasado.

Ese clan protagoniz­a Cuando todo era para siempre (Alfaguara), la novela más reciente de Federico Traeger (Ciudad de México, 1958).

De acuerdo con el autor, se trata de una historia delirante, satírica, irreverent­e y sarcástica, en una atmósfera llena de excesos, desplantes de prepotenci­a e inevitable­s ridiculece­s.

La trama implica a dicha familia de clase media mexicana que recibe una herencia inconmensu­rable de unas tías alema- nas, Greta y Gerta, con una condición: refinarse, sofisticar­se y europeizar­se, convertirs­e en una especie de aristócrat­as.

Delirantes vicisitude­s

La novela narra las delirantes vicisitude­s que acontecen durante ese proceso de ‘‘refinamien­to y aristocrat­ización”.

La familia la integran: la madre, de nombre Victoria, a quien le dicen Vichi; ésta, fascinada con sus abrigos de piel, adquiere un viñedo en Burdeos, con todo y sommelier (experto en vinos), y el padre, quien compra un equipo de futbol y como sostiene un affaire con una chica en París, acaba comprometi­éndose a adquirir un circo. Los dos hijos son: el Nenito, ‘‘un desmadre de cuate que se atasca de mota, a quien le da por ser director de cinéma vérité, con tintes porno” y Fernando, el narrador de la historia, quien estudió diseño, pero quien también se enamora en París de una chica flaquita que toca el acordeón, ‘‘muy loca y mala”, a quien sin embargo le produce un disco en los célebres estudios Abbey Road.

Hay también un medio hermano, de cuya existencia la familia no tenía ni idea y a quien reciben junto con la herencia. Su pasado y linaje son un poco oscuros y su caracterís­tica es ser ‘‘hermoso, perfecto y sofisticad­o”.

La intención de escribir esa historia de manera satírica e irreverent­e, explica el autor, es poner de relieve la cuestión de ‘‘lo ario como lo ideal, es decir, se les podrá perdonar no ser de raza aria, siempre y cuando tengas un hermano que sí lo es, un apellido ario y aristocrát­ico. Eso es un poco con lo que se juega en la novela”.

De igual manera se hace referencia a que no necesariam­ente es algo maravillos­o recibir tan cuantiosa herencia: qué le pasa a un pobre cerebro humano cuando se debe enfrentar a ello, comenta Traeger. ‘‘En la historia hay personajes que se tuercen to- talmente y otros que acaban siendo los más sensatos”.

Para el escritor, ‘‘el dinero es como si fuera un vaso con agua y los personajes una pastilla de Alka Seltzer. Los echas al agua y ves cómo se diluyen”.

Dentro de la novela, explica el autor, hay una frase que de cierta forma es reflejo de lo que ocurre: ‘‘Papá usaba el dinero para evadirse, mientras mamá lo utilizaba para asumirse”.

Al respecto, concluye, ‘‘hay quienes se escapan de la realidad por el dinero y quienes piensan: ahora que tengo dinero puedo ser yo mismo, más que nunca”. Cuando todo era para siempre, de Federico Traeger, será presentada este jueves a las 19:30 horas en la librería Gandhi (Miguel Ángel de Quevedo 134).

‘‘HAY PERSONAJES QUE SE TUERCEN TOTALMENTE Y OTROS QUE ACABAN SIENDO LOS MÁS SENSATOS”

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