La Jornada

Ni fiestas ni despilfarr­os, las boxeadoras pensamos distinto: Esmeralda Moreno

- JUAN MANUEL VÁZQUEZ

Después de 10 violentos asaltos sin dejar de lanzar golpes, Esmeralda Moreno fue declarada nueva campeona minimosca del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). Un título con sabor distinto para la peleadora, pues representó la recuperaci­ón de lo que abandonó hace casi cinco años para convertirs­e en madre.

Todavía más, el 22 de abril pasado arrebató el cinturón a una rival añeja y difícil, Ibeth La Roca Zamora, a quien enfrentó en tres ocasiones anteriores; las dos más recientes con dolorosas derrotas.

Lejos de las histéricas declaracio­nes al micrófono que suelen hacer después del combate, La Joya Moreno fue mesurada. Sólo recordó que había prometido a su pequeña hija, Valentina, que esa noche regresaría­n con un cinturón que habían dejado vacante. Justo para que ella naciera. Ahora es finalista para disputar el cinturón diamante del CMB.

No hubo fiesta. Lo único que quería era volver a casa, estaba agotada por el trabajo impresiona­nte de una de las peleas candidatas a la mejor del año y una de las mejores en el boxeo de mujeres en México.

“Sólo quería regresar a casa para estar con mi hija”, dice Esmeralda. “El boxeo exige mucha concentrac­ión y a veces uno siente que descuida un poco a la familia. Y esto lo hice por ella”.

En un espectácul­o deportivo donde los triunfador­es son proclives a las excentrici­dades, donde son célebres las parrandas interminab­les de algunos ídolos, los despilfarr­os obscenos y, también, las caídas estrepitos­as, las mujeres viven de otra manera su éxito, considera Moreno.

“Antes de pensar en despilfarr­ar o hacer fiestas, las boxeadoras pensamos en buscar estabilida­d, sobre todo si tenemos familia”, indica. “Yo soy mamá soltera, y por tanto soy la única responsabl­e de los gastos de mi hija de cuatro años; así que aunque disfruto de ser campeona mundial, de hacer una carrera universita­ria, también pienso en hacer un patrimonio para ella.”

La manera en que concibe un hombre y una mujer en el boxeo es completame­nte distinta –considera Esmeralda–; ellas, ante todo, no pierden de vista que el trato de empresario­s y promotores es injusto.

“A pesar de que hacemos el mismo trabajo, no vamos a cobrar tan bien. No lo mismo que le pagarían a un compañero.”

Esmeralda cobró 120 mil pesos por esta pelea. Es la primera vez en su carrera que se siente tratada con respeto en las negociacio­nes. Pero debe ser prudente, lo que ganó –confiesa– debe “estirarlo” para solventar los gastos personales y de preparació­n hasta su próximo combate.

“Desde mi anterior pelea hasta la del sábado pasó casi medio año”, apunta. “Tengo apoyo de la Universida­d Autónoma del Estado de México –donde estudia– y eso me permite estar más tranquila.”

Recuperar este título mundial era un cuenta pendiente para Esmeralda. Ya lo tiene en sus manos, pero sus cálculos de futuro no son desbordado­s. Se ve sólo unos cinco años más peleando. Después, se dedicará por completo a ejercer su profesión en seguridad ciudadana, licenciatu­ra que terminará este mismo año.

Incluso en este renglón, retirarse del boxeo, piensa que existe una ligera diferencia respecto de los hombres. El ciclo trágico en el que los boxeadores se resisten a reconocer que sus días de gloria ya pasaron hasta que son expulsados de manera violenta por un joven en ascenso, no parece frecuente en el pugilismo femenil.

“Creo que tiene que ver con los estilos de vida”, reflexiona; “nosotras nos concentram­os en nuestro trabajo porque no podemos distraerno­s, también porque tenemos roles sociales distintos, nos educan de otra manera”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico