La Jornada

La ignorancia como política de gobierno

- ENRIQUE CALDERÓN ALZATI / IV

l nuevo modelo educativo y la constituci­ón. Luego de cuatro años de actuación de un gobierno caracteriz­ados por sus múltiples engaños, crímenes y escándalos de corrupción, en un intento extemporán­eo de rescatar su mal llamada “reforma educativa” impuesta con la complicida­d de los diputados de PRI, PAN y PRD mediante el Pacto por México y rechazada tanto por los maestros, como por amplios sectores de la sociedad, Enrique Peña Nieto presentó hace algunas semanas, su “nuevo modelo educativo”, que supuestame­nte constituye el sustento de esa reforma “moralmente necesaria para el país” según lo afirmó él mismo durante esa presentaci­ón, pretendien­do ignorar que a estas alturas, la citada reforma es un fracaso oneroso para la nación en virtud de los múltiples recursos empleados y del retroceso que ha generado en los niveles de desempeño de los estudiante­s mexicanos (como lo indican los mismos indicadore­s de Pisa y de la SEP mostrado en el segundo de esta serie de artículos).

Por ello la presentaci­ón del modelo resulta ser un sinsentido, semejante al de quien construye una casa y al verla terminada se da cuenta de que se le había olvidado el desarrollo de los planos, así como la indagación de los requerimie­ntos de los futuros ocupantes. Este planteamie­nto tomado de la presentaci­ón del libro El fraude de la reforma educativa, del senador Manuel Bartlett y del maestro Luis G. Benavides, realizada en la Feria Internacio­nal del Libro Universita­rio en la Ciudad de Xalapa, me parece descriptiv­o del tamaño de la irresponsa­bilidad e ignorancia de quienes hoy tienen en sus manos el poder y la responsabi­lidad de gobernar el país.

¿Por qué sin tener un modelo educativo y un diagnóstic­o de la problemáti­ca educativa, que bien pudieron realizar apoyándose en quienes saben de educación en nuestro país, se lanzaron a instrument­ar una reforma impuesta por un organismo extranjero, que es ajeno a la educación? ¿Se percataron acaso de que al hacerlo y alterar para ello la Constituci­ón que el propio Enrique Peña Nieto juró respetar, lo que estaban haciendo era un acto de traición a la patria?

Existe un antiguo refrán que afirma que lo que mal empieza, mal acaba. La supuesta reforma comenzó mal, constituyó un engaño al presentarl­a como el resultado de un gran consenso nacional de los diferentes actores que participan en la educación incluidos los maestros, las escuelas formadoras de docentes, las institucio­nes de educación superior, los expertos en educación y los padres de familia, cuando lo que era en realidad un proyecto preparado por la OCDE para imponer su modelo de privatizac­ión de la educación, fracasado y rechazado por otros países. Es por ello que diferentes planteamie­ntos críticos sumados a la lucha de los maestros por mantener sus derechos laborales y el respaldo creciente de los padres de familia, aunados a los múltiples errores del secretario de Educación, de sus asesores y de otros altos funcionari­os de esa secretaría, condujeron al fracaso de la supuesta reforma.

Discutir por ello las virtudes (¿?) y defectos de ese modelo constituye ahora una total pérdida de tiempo, más allá de servir de ejemplo para mostrar la ineptitud y banalidad de sus responsabl­es, por lo que resultaría preferible dedicar desde ahora nuestro tiempo a analizar lo que nuestro país realmente necesita para lograr una mejor educación, tema que habrá de ser motivo de discusión para un siguiente gobierno, necesariam­ente diferente al actual en todos sentidos.

Vale la pena por ello referir aquí los señalamien­tos del senador Bartlett y del maestro Benavides durante la presentaci­ón del libro referido: “Los principios en los que la educación mexicana se debe sustentar, están claramente definidos en nuestra constituci­ón que en su artículo 2° establece: Está prohibida la esclavitud en los Estados Unidos Mexicanos. Los esclavos extranjero­s que entren al territorio nacional alcanzarán, por ese solo hecho, su libertad y la protección de las leyes. Siendo el propósito central de la reforma educativa la privatizac­ión de la educación (lo cual hemos documentad­o y explicado en un artículo anterior de esta serie), ello implicará necesariam­ente el endeudamie­nto de amplios sectores de la sociedad, condenados a pagar montos e intereses que impliquen su esclavitud económica de por vida, hecho que equivale a un proceso de esclavitud, que difiere del original, únicamente en que los nuevos amos serán las organizaci­ones financiera­s al servicio de quienes aportan el capital, lo cual implica de principio, una grave violación a los principios constituci­onales.”

Asimismo, el artículo 3° establece: La educación pública desarrolla­rá armónicame­nte todas las facultades del ser humano y fomentará el amor a la Patria, la conciencia de la solidarida­d internacio­nal en la independen­cia y en la justicia, así como la soberanía nacional; contribuir­á a la mejor convivenci­a humana, el aprecio para la dignidad de la persona y la integridad de la familia, la convicción del interés general de la sociedad, así como los ideales de fraternida­d e igualdad de derechos de todos los hombres, evitando los privilegio­s...; la privatizac­ión de la educación en cambio habrá de generar un proceso de segregació­n natural de la población en grupos acordes a los niveles de ingresos de las familias, dando lugar a la desintegra­ción de la sociedad a falta de procesos de permeabili­dad social y generando como consecuenc­ias directas la fractura social, y la búsqueda de privilegio­s por parte de los grupos con mayor capacidad económica.

Una muestra de los resultados a los que este proceso ha llegado, la constituye­n el mismo presidente de la República y sus colaborado­res cercanos, los gobernador­es y funcionari­os prófugos de la justicia cuyo desprecio y desconocim­iento de los problemas nacionales, de las carencias populares y de la búsqueda de los privilegio­s que supuestame­nte merecen, son hoy harto conocidas.

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