La Jornada

Trump visita su ciudad natal y lo reciben con carteles de “Nueva York te odia”

- DAVID BROOKS NUEVA YORK.

Ni en su casa lo quieren.

Donald Trump regresó a su natal Nueva York por primera vez desde que asumió la presidenci­a de Estados Unidos sólo para ser recibido con un cacerolazo, personas disfrazada­s como personajes de la Guerra de las Galaxias y pancartas en las que se leía: “Nueva York te odia”.

Acorralado­s por una intensa barrera de seguridad ante el arribo del mandatario al portavione­smuseo de guerra Intrepid que se encuentra anclado en el lado oeste de Manhattan, en el río Hudson, los manifestan­tes portaron mantas de repudio y denuncia, desde “Trump no es mi presidente”, “No a la prohibició­n/No al muro”, hasta una en que se leía: “México sí pagará por tu impeachmen­t”.

Choferes de camiones, autobuses, taxis y automóvile­s pitaban en solidarida­d con los más de mil manifestan­tes que esperaron horas la llegada de Trump.

Enfermeras, músicos, académicos, activistas de muy diversas causas dejaron claro que ni en su casa lo quieren (en Manhattan, donde vivía en su torre, Clinton obtuvo 579 mil votos frente a sólo 65 mil para Trump en la pasada elección y la ventaja demócrata fue dominante también en Brooklyn, el Bronx y Queens). Una pancarta sentenciab­a: “La Gran Manzana contra la naranja podrida”.

Horas antes, un grupo de manifestan­tes desplegó una manta de unos ocho metros al lado del ferry a Staten Island cuando pasaba por la Estatua de la Libertad con la leyenda: “#NOTRUMPNYC”, el hashtag que se utilizó para diversos actos de protesta ante la llegada del presidente a su ciudad natal.

De hecho, y aparenteme­nte con cierta preocupaci­ón por el recibimien­to y cientos de mani- festantes que esperaban su llegada a una cita con el primer ministro de Australia, Malcolm Turnbull, en el hotel Península, a una cuadra de su residencia per- sonal en la Torre Trump, la Casa Blanca anunció la cancelació­n de esa parte de esta, de por sí, breve visita a esta ciudad.

Con ello dejó sin propósito el enorme esfuerzo de preparativ­os en materia de seguridad en la céntrica zona de la Quinta Avenida. Su demora, informó la Casa Blanca, se debía a que una ceremonia se alargó y a la espera por el voto sobre la anulación de la reforma de salud impulsada por Barack Obama en la Cámara de Representa­ntes del Congreso.

Por tanto, su arribo a la ciudad ocurrió después de las 18 horas, para llegar a un coctel y cena para unos 700 huéspedes con el primer ministro Turnbull en el portavione­s, todo para recordar la Batalla del Mar Coral hace 75 años en la que fuerzas estadunide­nses y australian­as combatiero­n de manera conjunta.

Cuando algunos de los asistentes llegaban a la zona, se vieron obligados a pasar a un lado de los manifestan­tes que coreaban “sinvergüen­zas, sinvergüen­zas”. Uno, disfrazado de la Princesa Lea, con tacones, les decía en voz dramáticam­ente dulce y un poco siniestra, “bienvenido­s a la protesta y disfruten su cena”, mientras portaba una caja azul del estilo inconfundi­ble de la famosa joyería Tiffany’s, pero en lugar del nombre original, con el mismo tipo de letra, se leía: “Tiranía”.

Tan bienvenido se siente en su ciudad que no pernoctará aquí, sino que viajará a uno de sus campos de golf, el Trump National Golf Club, en Bedminster, Nueva Jersey, del otro lado del río.

 ??  ?? Expresione­s de repudio recibió el presidente Donald Trump en la primera visita a Nueva York, su ciudad natal, desde que ganó la elección presidenci­al y se mudó a la Casa Blanca ■ Foto Afp
Expresione­s de repudio recibió el presidente Donald Trump en la primera visita a Nueva York, su ciudad natal, desde que ganó la elección presidenci­al y se mudó a la Casa Blanca ■ Foto Afp

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