La Jornada

Rusia permite al opositor Navalny salir del país, pese a que está en libertad condiciona­l

El político sigue en campaña, aunque está inhabilita­do para ocupar un cargo de elección popular

- JUAN PABLO DUCH Correspons­al MOSCÚ.

El Kremlin y el político opositor Aleksei Navalny mantienen su peculiar pulso, consciente­s de que, hacia diciembre siguiente, el registro de éste como candidato para las presidenci­ales de 2018, al margen de lo que diga la ley, va a depender de una decisión política que sólo puede tomar Vladimir Putin, quien formalment­e todavía no ha hecho pública su intención de presentars­e a la relección para un cuarto periodo como jefe de Estado en Rusia.

Esta conclusión se desprende de la noticia que despertó este jueves a los rusos de la falta de noticias de política interna en este receso cuasivacac­ional o de megapuente de mayo –que cada año se da aquí del Día Internacio­nal del Trabajo al Día de la Victoria (en la Segunda Guerra Mundial), nueve días de asueto extraofici­al–: Navalny puede salir de Rusia cuando quiera.

El abogado y máximo impulsor del Fondo de Lucha contra la Corrupción, que reveló los detalles de extrañas transaccio­nes que benefician presuntame­nte al actual primer ministro, Dimitri Medvediev, por ley está impedido para viajar fuera del país, pero este jueves recibió una sorprenden­te llamada telefónica del Servicio Federal de Migración –la dependenci­a que extiende los pasaportes de los ciudadanos rusos–, comunicánd­ole que podía pasar a recoger el suyo, documento que le fue negado en los últimos cinco años.

¿Y la ley?, podría preguntar alguien. Más aún que ayer mismo la corte regional de la ciudad de Kirov ratificó la sentencia que condena a cinco años de libertad condiciona­l a Navalny, que formalment­e le impide salir de Rusia y ser postulado a un cargo de elección popular hasta 10 años después de haber cumplido el plazo de la condena y, por tanto, se supone que no podría participar en las presidenci­ales del año próximo.

Navalny ya esperaba ese fa- llo – por más absurda que sea la acusación en su contra basada tan sólo en el testimonio del director de una fábrica de madera, ahora testigo protegido, que asegura que hace años el político le aconsejó vender más barato la materia prima de lo que valía en el mercado–, y confía en que una instancia judicial superior resuelva en su favor o, si no queda otra, que la Corte Europea de Derechos Humanos dictamine que Rusia debe revisar la sentencia.

En tanto, Navalny prosigue su campaña electoral convencido de que podrá llegar a la recta final: el combate en las urnas contra el candidato del Kremlin, sea Putin o su sucesor designado, aunque también es cierto que la oposición está muy dividida por las ambiciones personales de políticos que restan votos en lugar de sumarlos a una sola causa. Putin, en cambio, necesita más legitimida­d que votos.

Curiosamen­te, la misma encuestado­ra que hace unos días afirmó que casi la mitad de los rusos no desean que Medvediev siga de primer ministro, resultados que el vocero del Gobierno calificó de simple “encargo político”, restando seriedad a la caída del índice de popularida­d del brazo derecho de Putin, publicó que de haber elecciones esta semana Navalny obtendría no más del 1 por ciento de los votos, pero eso, para los medios de comunicaci­ón al servicio del Kremlin, es la “pura verdad”.

De no representa­r Navalny ningún peligro, como se pretende, no se entiende por qué ha ido en aumento el acoso en su contra. Hace poco sufrió una agresión al salir de su oficina, cuando un individuo le lanzó al rostro un líquido que le afectó el ojo derecho. Como consecuenc­ia del ataque, Navalny perdió 80 por ciento de la visión en ese ojo y todo indica que necesita un trasplante de córnea. Por recomendac­ión de sus médicos, requiere tratamient­o que sólo puede recibir en alguna clínica especializ­ada fuera de Rusia.

A raíz del grave incidente, Navalny siguió recibiendo firmas de apoyo de ciudadanos rusos que quieren que sea candidato en las próximas elecciones presidenci­ales y la cifra ya se acerca al medio millón.

En ese contexto, en lo que se puede manejar como un magnánimo gesto humanitari­o que relega a segundo plano la ley que el mismo propició para descalific­arlo electoralm­ente, el Kremlin autorizó que se le expida el pasaporte a Navalny.

El Ejecutivo ruso movió ficha y espera que el político opositor no regrese a Rusia, aunque Navalny sólo desea recuperar la vista y retornar a su campaña electoral. Esta suerte de guerra política no acaba aquí y tendrá, sin duda, nuevas batallas.

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Aleksei Navalny fue arrestado el pasado 26 de marzo por participar en una marcha contra la corrupción en Moscú. El político opositor al presidente Vladimir Putin cumple sentencia de cinco años en libertad condiciona­l y tenía prohibido abandonar el...

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