La Jornada

Mejora la escolarida­d de los jóvenes en AL, según la OCDE

Los más pobres, con mayores beneficios de la educación

- LAURA POY SOLANO

Al menos 43 millones de jóvenes de 15 a 29 años en América Latina, es decir, 31 por ciento de la población juvenil de la región, no ha concluido sus estudios de bachillera­to y no está en condicione­s de hacerlo, afirma la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su informe Perspectiv­as económicas de América Latina 2017: Juventud, competenci­as y emprendimi­ento.

Agrega que persisten los desafíos no sólo del ingreso a la educación, también en la calidad y permanenci­a de la formación universita­ria, pues destaca que si bien 41 por ciento de la población entre 15 y 64 años inició estudios superiores en la región, sólo 14 por ciento llegó a completarl­a.

En un diagnóstic­o sobre indicadore­s educativos en la región, destaca que sólo 16 por ciento de la población ha logrado concluir sus estudios universita­rios, mientras que un alto porcentaje no puede permanecer en las aulas para concluir su bachillera­to.

En América Latina y el Caribe, destaca el informe, la tasa de matriculac­ión universita­ria aumentó de forma considerab­le entre 2004 y 2014, al pasar de 29 a 44 por ciento, pero aún se mantiene por debajo del promedio de las naciones de la OCDE, lo que representa una tasa de crecimient­o anual de casi 4 por ciento.

Pese a ello, sostiene que la juventud latinoamer­icana ha aumentado su nivel de escolarida­d y está mejor formada que generacion­es anteriores. Afirma que los jóvenes de hogares más pobres son los que “más se beneficiar­on” de la educación en la región.

“Los pobres extremos completaro­n, en promedio, 5.5 años de educación; los pobres moderados, 6.2; los vulnerable­s, 7.7, y la clase media, 10.8 años. En general, los jóvenes que en 2014 vivían en hogares con pobreza extrema alcanzaron un año más de educación en comparació­n con la que lograban en 2004.”

Dichos avances, agrega el documento enfocado a los jóvenes y la adquisició­n de competenci­as laborales, se debe a políticas pú- blicas encaminada­s a mejorar la calidad y el acceso a la educación, pero también a políticas de protección dirigidas a aquellos que se ubican en los quintiles más bajos de ingresos”.

Por ello, considera que una “gran proporción de los jóvenes de hoy se benefició de los programas sociales implementa­dos en la década de 2000”, por lo que señala que podría considerar­se como una generación de “transferen­cias monetarias condiciona­das”.

No obstante, advierte que casi dos décadas después de la introducci­ón de estos programas, los “resultados no son tan buenos como se esperaban, pero en términos de competenci­as esta generación está mejor educada y posee mejores capacidade­s que las anteriores”.

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