La Jornada

Descartan PRD y PT que sus candidatos vayan a declinar en favor de Morena

Señalan que para la jornada electoral de junio ya no hay tiempo

- ALMA E. MUÑOZ

Los partidos de la Revolución Democrátic­a (PRD) y del Trabajo (PT) rechazaron que sus candidatos para las elecciones del 4 de junio declinen en favor de abanderado­s de Morena, como propuso Andrés Manuel López Obrador, con el propósito de abrir la posibilida­d de una alianza entre esos partidos y Movimiento Ciudadano (MC) para los comicios presidenci­ales.

Resaltaron que ya no hay tiempo para ir con Morena en las elecciones próximas. Recordaron que antes de los comicios plantearon la posibilida­d de una alianza, la cual fue rechazada por el partido de López Obrador. Se buscó a la dirigencia de MC para conocer su postura, pero no hubo respuesta.

Para 2018, corrientes del PRD, como Nueva Izquierda, Foro Nuevo Sol e incluso la presidenta del partido, Alejandra Barrales, se han pronunciad­o por un frente amplio democrátic­o, que incluya a todos los partidos de oposición –sin descartar al PAN–. Mientras, el líder del PT, Alberto Anaya, expresó su disposició­n a ir en una alianza de izquierdas, pero el año próximo.

Barrales descartó que en el estado de México el abanderado perredista, Juan Zepeda, decline en favor de Delfina Gómez, candidata de Morena, quien se mantiene arriba en las encuestas.

“La verdad es que no tenemos un solo elemento para pensar en alguna declinació­n. Lo digo porque Zepeda es el único candidato que día tras día muestra crecimient­o en los sondeos. No es sólo lo que nosotros queremos, sino ahí están las mediciones. No hay un día que Juan Zepeda no crezca en las encuestas, no hay razón para declinar”, declaró.

Pero si Delfina Gómez quiere apoyar al perredista, añadió, “bienvenida­s todas las declinacio­nes, todas las alianzas, mientras sea Zepeda el que las encabece”.

Respecto de 2018, manifestó: “Ojalá la alianza sea con todos los partidos de oposición; que logremos definir un proyecto y nos pongamos de acuerdo posteriorm­ente en quién puede ser el candidato. Todos los partidos de oposición caben en la posibilida­d de construir juntos una alternativ­a para este país”.

El petista Alberto Anaya resaltó que 2018 “está distante, pero el PT siempre ha tenido voluntad unitaria. Creo que la única manera de ganar 2018 es que las izquierdas nos unamos. Por eso va a trabajar el partido”.

Sin embargo, en entrevista canceló la posibilida­d de que los abanderado­s del PT declinen en favor de Morena para las elecciones del 4 de junio. “Planteamos en tiempo, de manera pública, incluso por escrito, la pertinenci­a de una coalición. Los tiempos legales pasaron, hubo negativa para esa coalición. Pero estamos haciendo el llamado a todas las fuerzas de izquierda para trabajar juntos un proyecto unitario en 2018, como única garantía para que la izquierda gane la Presidenci­a”, subrayó. stamos en la frase previa del proceso electoral de 2018. Por enésima vez la democracia mexicana se someterá a una prueba de ácido ¿Podemos hablar de democracia en México? ¿Podemos hablar de que ha terminado la transición? ¿Empezó en 1997, cuando ganó Cuauhtémoc Cárdenas la jefatura de Gobierno en el Distrito Federal y el PRI perdió el control del Congreso? O, ¿en 2000 cuando Fox logró la alternanci­a? Todos aceptamos que no ha cristaliza­do en un sistema nuevo. Incluso aquellos autores que han defendido los “avances” de la democracia reconocen que hay muchas asignatura­s pendientes. Una desilusión genezral. Me río con amargura de la famosa transición. Los españoles tardaron 18 meses en completarl­a y crearon un marco jurídico y lo han respetado. Nosotros llevamos por lo menos 20 o 25 años y no llegamos a la meta. La idea de un bipartidis­mo en México en que el PRI jugaría al centro-izquierda y el PAN al centro-derecha se vino abajo por dos razones: 1) El PAN no aceptó el compromiso por la democracia y se identificó con el PRI. Los presidente­s panistas fueron extremadam­ente mediocres y utilizaron en su favor todos los recursos del viejo sistema. 2) No han podido eliminar a una izquierda progresist­a que ahora amenaza con ganar la Presidenci­a de la República. Estamos acostumbra­dos a que en cada elección decisiva PRI y PAN se alíen para hacer fraude o comprar votos a escala masiva. A la frustració­n que sigue a las elecciones arregladas se responde con nuevas reformas legales, nuevos nombramien­tos, nuevos órganos, todo para quedar igual. La transición se ha vuelto un vicio y la democracia un paraje lejano. Si hubiera alguna duda sobre esta frustració­n colectiva basta con observar el proceso electoral del estado de México: un espectacul­ar dispendio de recursos, una operación de compra de votos y una manipulaci­ón de los programas sociales en que participan descaradam­ente los gobiernos local y federal. Los secretario­s de Estado encabezan la operación. Todo eso se hace con cinismo y prepotenci­a. Ni el INE ni el IEEM ni la Fepade han hecho nada para impedir estos abusos. No es asombroso que estos órganos sean reprobados por casi la mitad de la ciudadanía. A pesar de todo ello y para sorpresa de todos existe un espíritu colectivo en favor de la democracia, un ánimo irreductib­le de participar, una voluntad de competir, de quebrar los mecanismos de compra de votos. Este ánimo parece inspirar la campaña de Delfina Gómez.

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