La Jornada

Quitar las piedras del camino, sólo eso necesita la obra de Rulfo: Víctor Jiménez

Lo leen en chino, japonés, hebreo y árabe, expresa el titular de la Fundación Juan Rulfo

- MÓNICA MATEOS-VEGA

Lo único que necesita la obra de Juan Rulfo (1917-1986) es ‘‘que le quiten las piedras del camino”, dice Víctor Jiménez, director de la fundación que desde hace 16 años cuida con celo y difunde el legado del autor de El llano en llamas y Pedro Páramo.

El arquitecto explica que la instancia bajo su coordinaci­ón se dedica, precisamen­te, a retirar obstáculos, pero que cuando lo hace, ‘‘se quejan, lloran porque lo hicimos. Dicen que estamos jugando sucio porque quitamos la piedra que acaban de poner, ¿en qué mundo estamos?”

No obstante las críticas, Jiménez demuestra que cumple con la tarea que le encomendó la familia Rulfo. No sólo se encarga del cuidado de las ediciones y las gestiones para permitir las traduccion­es que por todo el mundo se publican, sino que participa y organiza actos académicos y culturales vinculados al mejor conocimien­to de la obra de Juan Rulfo.

Es el caso del programa que con motivo del centenario natal del autor prepararon en colaboraci­ón con la Coordinaci­ón de Humanidade­s de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), las cuales comienzan hoy y concluirán el viernes 19 (y que se pueden consultar en Internet: http:// rulfo100. humanidade­s.unam.mx).

Ausente en las librerías de viejo

‘‘Todos los años publicamos uno o dos libros; en éste se intensific­ó la producción, pero no estamos pasando de nada a todo, siempre tenemos una publicació­n o una investigac­ión en proceso, las cuales a veces duran años, pero siempre llegan a concluir. Son ediciones de calidad y se agotan”, explica Víctor Jiménez.

Este 2017, año del centenario del natalicio de Rulfo, es ‘‘atípico”, añade, porque se presentará­n en una sola semana cuatro libros nuevos: Noticias sobre Juan Rulfo: la biografía, de Alberto Vital; la versión español-náhuatl de Pedro Páramo, con traducción de Victoriano de la Cruz; Ladridos, astros y agonías: Rilke y Broch en el lector Juan Rulfo, de Jiménez, y El fotógrafo Juan Rulfo, que prepararon Paulina Millán y Jorge Zepeda.

‘‘Es un alarde que hayamos podido hacer coincidir la aparición de esos cuatro libros con el centenario. No es fácil. En 2016 nada editamos, en 2015 publicamos 18 ensayos en el libro Pedro Páramo 60 años que coeditamos con RM. En 2014 apareciero­n dos, el primero sobre las revistas que publicaron anticipos de la novela de Rulfo y otro muy ambicioso, en pasta dura, que se llama En los ferrocarri­les, con las fotos que el escritor tomó en los patios de carga de los trenes en Tlatelolco y de la nueva terminal que se hizo en Tlanepantl­a.

‘‘Todos son libros que se lleva prepararlo­s, cuando son rápidos, un año o dos. Los otros pueden tomar mucho más tiempo.”

Jiménez expresa que no cuentan con el dato de cuántos libros del autor se venden al año, ‘‘ pero son decenas de miles. Existen quienes leen a Rulfo en chino, japonés, hebreo, árabe, malayalam (un idioma de India) o feoés (una lengua de Dinamarca) y no conocen México. Ese es un gran indicador de la valía de la obra, porque se trata de lectores que nacieron en circunstan­cias muy distintas a las de aquella juventud que leyó por primera vez Pedro Páramo, que han crecido en un mundo que nada tiene que ver con el nuestro, sin embargo, esa es la peculiarid­ad de la obra de arte, que desafía esa ley que hace que todo producto humano perezca”.

A Jiménez le gusta husmear en las librerías de viejo sólo para comprobar que no es el lugar de los libros de Rulfo. ‘‘Se pone la carne de gallina al encontrar ahí autores que uno recuerda que eran célebres y celebrados, amados y admirados, hace 30 años y hoy están en el olvido”, dice. ‘‘Hace mucho tiempo descubrí que en las librerías de viejo nunca está Rulfo, es el autor que Ejemplares de Pedro Páramo, novela de Rulfo traducida a varios idiomas, pertenecie­ntes a la Fundación Juan Rulfo, que dirige el arquitecto Víctor Jiménez ■ Yazmín Ortega Cortés más se publica y nadie se deshace de sus libros. Claro, de pronto habrá alguien que se muere sin herederos y su biblioteca llega a las librerías de viejo, pero en cuanto llega un Rulfo, se va de ahí, mientras otros autores se quedan en esos lugares, acumulando polvo”.

Pedro Páramo y El llano en llamas no fueron de esos bestseller­s que se lanzan y tienen un fuerte impacto al principio, con ventas espectacul­ares, ‘‘pero que todos sabemos que tiene una curva-campana, que alcanza un pico y después desciende y desapare- ce. En las librerías de viejo uno encuentra libros que terminaron su ciclo de vida y están muertos.

‘‘El otro fenómeno, que se ha estudiado, es el de los longseller­s, que se venden a lo largo de los años y nunca dejan de venderse. Si se ve desde el punto de vista filosófico, se trata de fenómenos excepciona­les, eso es precisamen­te la obra de Rulfo, un autor fuera de lo común, con obra que se ha convertido en generadora de civilizaci­ón, como dice Alberto Vital.” –¿Ha nacido ya otro Rulfo? –No se dan en macetas –concluye Jiménez.

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