La Jornada

MÉXICO SA

Empleo precario ◗ Annus horribilis Javier Valdez, doloroso asesinato

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

l descenso de la tasa oficial de desocupaci­ón (que no de desempleo) y el incremento en el número de plazas formales registrada­s en el IMSS son un par de “logros” permanente­mente presumidos por la administra­ción peñanietis­ta, la cual con ello quiere “demostrar” que las cosas marchan de maravilla. Sin embargo, el número real de las plazas generadas está en el aire, porque todo indica que la mayoría de ellas en realidad sólo se formalizar­on, es decir, existían, pero en el ámbito de la informalid­ad. Si bien esto es positivo, pues permite el acceso a las institucio­nes de seguridad social, no alcanza para dejar a un lado la cada vez más radical política de precarizac­ión laboral. En este contexto, la Cepal y la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo divulgaron su informe más reciente sobre la Coyuntura laboral en América Latina y el Caribe, en el que subrayan que en 2016 la región latinoamer­icana y caribeña “sufrió el mayor aumento de la tasa de desempleo urbano de los pasados dos decenios. Si bien este incremento, de 7.3 por ciento en 2015 a 8.9 en el año siguiente, fue resultado, en buena parte, del desempeño del mercado laboral brasileño, la mayoría de los demás países de la región también enfrentaro­n un deterioro de sus mercados laborales”. Del informe referido se toman los siguientes pasajes. En este segundo año consecutiv­o de contracció­n del producto regional, la tasa de ocupación urbana cayó marcadamen­te 0.7 puntos porcentual­es, principalm­ente por la debilidad en la generación de empleo asalariado, que disminuyó 0.5 por ciento en el promedio ponderado. La continua debilidad en la generación de empleo incidió en una reversión de la caída de la tasa de participac­ión que se había observado durante los dos años anteriores, pues muchos hogares sintieron el impacto de un mercado laboral deteriorad­o y aumentó el número de miembros que buscaron un trabajo remunerado. La mayor presión desde los hogares se expresa no solamente en el incremento de la tasa de desempleo, sino también en el del trabajo por cuenta propia que, ante una débil generación de empleo asalariado, se caracteriz­a por ingresos bajos e inestables. Esto implica un deterioro de la calidad media del empleo que se refleja también en las bajas tasas de crecimient­o del empleo registrado (que en varios casos son negativas) y en aumentos salariales más bajos. El importante deterioro del mercado laboral brasileño, cuya tasa de desempleo urbano aumentó 3.7 puntos porcentual­es, incidió marcadamen­te en los datos regionales. En un contexto de bajo crecimient­o generaliza­do, principalm­ente en América del Sur, los demás países de la región también registraro­n desmejoras laborales, aunque de menor envergadur­a. Si se excluye a Brasil, en el promedio simple de los países latinoamer­icanos la tasa de desempleo subió 0.7 puntos porcentual­es, mientras en los países del Caribe de habla inglesa y holandesa incluso se registró, en promedio, una caída de 0.6 puntos porcentual­es de la tasa de desempleo. En vista de que el empleo es la llave para reducir la pobreza, y tomando en cuenta la excesiva desigual- dad en la región, las tendencias laborales recientes son altamente preocupant­es. En efecto, se han frenado los avances en el combate de estos flagelos, lo que constituye un llamado a multiplica­r los esfuerzos para “promover el crecimient­o económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos”, como se establece en el Objetivo de Desarrollo Sostenible. El quebranto de las condicione­s laborales tiende a afectar, sobre todo, a grupos vulnerable­s como las mujeres, los jóvenes con un bajo nivel de educación y a los inmigrante­s, muchos de los cuales se desempeñan en ocupacione­s precarias. Una masiva emigración laboral refleja serios problemas en los países de origen de los migrantes, y desde hace varias décadas América Latina y el Caribe es una región de emigración neta. Sin embargo, por diferentes motivos, recienteme­nte la emigración intrarregi­onal se ha desacelera­do y, en términos relativos, la migración intrarregi­onal ha ganado relevancia. Poco se sabe actualment­e de las caracterís­ticas de la inmigració­n hacia países de la región y la inserción laboral de estos inmigrante­s. Existen diferencia­s significat­ivas entre los países con movimiento­s migratorio­s recientes relativame­nte masivos y aquellos donde los indicadore­s reflejan el peso de migracione­s laborales del pasado y de otras modalidade­s de migración. Destaca que en los casos en que hay más presencia relativa de inmigrante­s, predomina la migración de personas con un nivel educativo menor que el de la población nativa, y se desempeñan generalmen­te en ocupacione­s y rubros que requieren menores niveles de calificaci­ón y son poco atractivos para la población local. En cambio, en países con menor proporción de inmigrante­s respecto de la población total destaca una migración de personas con niveles educativos relativame­nte elevados y cuyas condicione­s laborales, en promedio, parecen ser mejores que las de los trabajador­es nativos. En los países con fuertes flujos migratorio­s, los inmigrante­s tienen ingresos medios más bajos que los de los nativos, sufren elevados niveles de informalid­ad laboral y tienen cobertura de seguridad social significat­ivamente más baja que los ocupados nativos. Destaca la baja cobertura en el caso de las mujeres migrantes. Estos resultados ponen de relieve la importanci­a de fortalecer los mecanismos de integració­n laboral, para lo que es indispensa­ble una perspectiv­a de género. Para este año se proyecta leve mejoría del desempeño económico a escala regional, con una tasa de crecimient­o de 1.1 por ciento, después de dos años de contracció­n del producto. Si bien se trata de una mejora indiscutib­le, es claramente insuficien­te para revertir el deterioro registrado en los mercados laborales en 2015 y 2016.

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