La Jornada

Alarma entre la cúpula política de EU por la conducta de Trump

Ex jefe de inteligenc­ia advierte: “las institucio­nes están bajo asalto” dentro y fuera del país

- DAVID BROOKS Correspons­al NUEVA YORK.

Las acciones y declaracio­nes del presidente Donald Trump a finales de la semana siguen sacudiendo a la cúpula política nacional; algunos republican­os han decidido distanciar­se públicamen­te del mandatario, veteranos de la política acusan que está perpetrand­o un asalto contra las institucio­nes democrátic­as y otros insisten en que se tiene que iniciar un proceso de impeachmen­t.

La noche de este lunes el índice de alarma por el comportami­ento del comandante en jefe se incrementó con la noticia de que Trump, aparenteme­nte de manera espontánea para presumir, reveló inteligenc­ia sumamente delicada sobre operacione­s del Estado Islámico al canciller ruso Serguei Lavrov y al embajador del Kremlin en Washington, Serguei Kislyak, en la reunión que mantuvo con ellos en la Casa Blanca la semana pasada, reportó el Washington Post.

Funcionari­os activos y retirados citados por el rotativo indicaron que la divulgació­n pone en jaque a una fuente de inteligenc­ia clave sobre el Estado Islámico, que fue identifica­do sólo como un “socio” de Estados Unidos mediante un acuerdo tan secreto que sus detalles no han sido revelados ni a aliados o a partes de la misma administra­ción. El gobierno estadunide­nse no tenía permiso para compartir la informació­n con Rusia y por tanto esto podría poner en peligro la cooperació­n del “socio”, afirmaron. Con ello, el tema de las relaciones entre Trump y los rusos sólo se intensific­ó, junto con preocupaci­ones sobre sus capacidade­s como mandatario.

Después de que el presidente despidió al director de la FBI James Comey la semana pasada, supuestame­nte con base en una recomendac­ión del Departamen­to de Justicia, y que su equipo descartó que haya sido por la investigac­ión que realizaba sobre la posible colusión del equipo de campaña de Trump con el gobierno ruso, el mandatario reveló que lo iba a despedir de todas maneras, e indicó que el caso de Rusia sí era un factor.

Es apenas la segunda vez en la historia estadunide­nse en que un presidente que está bajo investigac­ión ordena el despido del funcionari­o que lo investiga; el primer caso fue Richard Nixon para frenar el escándalo del Watergate, que finalmente lo llevó a la renuncia.

Todo esto ha desatado una tormenta en Washington sobre si el despido se trató de un abuso de poder, si es parte de un esfuerzo para encubrir algo, y si puede ser un acto ilegal de obstrucció­n de la justicia, o sea, todos los elementos del Watergate, incluso hasta la posibilida­d de que el presidente haya grabado conversaci­ones privadas con Comey.

De inmediato hubo llamados de líderes demócratas y comentaris­tas para hablar de una investigac­ión independie­nte de todo asunto que incluya la mano rusa. James Clapper, ex jefe de inteligenc­ia nacional, advirtió: “de muchas maneras, nuestras institucio­nes están bajo asalto, tanto desde el exterior –en referencia a Rusia por su interferen­cia electoral– como internamen­te”, en alusión directa a Trump, comentó el domingo en CNN.

Por su parte, funcionari­os de la Casa Blanca insisten en que no hay ningún problema, acusaron a los medios de hacer especulaci­ones y subrayaron que el manda- tario tiene el derecho de despedir a quien quiera. “El presidente es el Ejecutivo. Puede despedir y contratar a quien desee. Ese es su derecho”, afirmó Nikki Haley, embajadora ante la Organizaci­ón de las Naciones Unidas, en un noticiario el domingo. Pero como corrigiero­n varios comentaris­tas, el presidente no es dueño del gobierno federal, el cual no es una empresa. Trabaja según las reglas impuestas por la Constituci­ón.

Varios abogados de prestigio nacional y algunos políticos demócratas ya están elaborando propuestas para impulsar un proceso de impeachmen­t. Uno de ellos, el distinguid­o profesor de leyes de Harvard Laurence Tribe, escribió un artículo en el Washington Post en el cual afirma: “el momento ha llegado para que el Congreso inicie una investigac­ión de impeachmen­t contra el presidente Trump por obstrucció­n de la justicia”. El país, agregó, enfrenta a un mandatario cuyo comportami­ento “sugiere que representa un peligro para nuestro sistema de gobierno” y calificó al jefe de la Casa Blanca de “líder autoritari­o”.

Otro profesor de derecho en Harvard, Noah Feldman, comentó en un tuit: “si se comprueba que Trump removió a Comey para evitar ser investigad­o, sí es un asunto para llevar al impeachmen­t por abuso de poder, corrupción y socavar el imperio de la ley”.

Pero como funciona este sistema, poco de esto es posible sin el liderazgo republican­o (por su control en ambas cámaras del Congreso). El reconocido experto legal James Toobin afirma que el despido de Comey fue “un grave abuso de poder” del presidente. En un artículo en The New Yorker, Toobin recuerda que en agosto de 1974 tres legislador­es republican­os llegaron a la Casa Blanca para informar a su correligio­nario Nixon que el partido lo estaba abandonand­o porque el escándalo del Watergate ya era demasiado serio. Al siguiente día, Nixon renunció. “La gran pregunta en política hoy es cuándo, o si cualquier republican­o hará una visita similar a la Casa Blanca de Donald Trump”.

Por el momento, el liderazgo republican­o no muestra ningún indicio de que esté cerca de hacer algo parecido. Sin embargo, cada vez más legislador­es republican­os se han atrevido a expresar su preocupaci­ón sobre el manejo del poder de Trump, buscando distanciar­se de él para proteger sus intereses políticos o hasta cuestionan­do abiertamen­te el despido de Comey.

Un par de senadores republican­os influyente­s, Lindsey Graham y Mike Lee, han llamado a que el presidente entregue cualquier grabación que haya hecho con Comey, si es que existe. Otros dos, Jeff Flake y Dean Heller –ambos enfrentan elecciones difíciles el próximo año–, han intensific­ado sus críticas al gobernante, y otros como John McCain repetidame­nte han criticado sus políticas y pronunciam­ientos, al igual que varios legislador­es de la Cámara de Representa­ntes, que empiezan a ver que la percepción de alguna alianza con Trump podría ser negativa entre sus electores.

No ayuda a Trump entre sus propios colegas republican­os el que hecho de que siga registrand­o los índices más bajos de aprobación de un nuevo presidente en décadas: la encuesta más reciente de NBC News/Wall Street Journal lo ubica en 39 por ciento, otras en sólo 35 por ciento. Más aún, la de NBC registró que sólo 29 por ciento aprobó el despido de Comey, y peor, 78 por ciento apoya la idea de una investigac­ión independie­nte sobre las relaciones de la campaña de Trump con los rusos.

Aunque ahora se escuchan cotidianam­ente los ecos del Watergate, y esa mancha es difícil de borrar de la memoria política colectiva de este país, casi todos coinciden en señalar que contemplar una destitució­n del presidente no es asunto que se determine sólo por si violó u obstruyó la ley. “Esto se queda, creo, sólo como un problema político. Lo que tumbará a Trump no será la Constituci­ón, sino los sondeos de opinión y las urnas”, consideró el profesor de derecho John Blackman en entrevista para el Washington Post.

Mientras tanto, algunos medios reportaron que Trump está furioso por el manejo de sus declaracio­nes que ha hecho su equipo, y se filtró que estaba consideran­do otra sacudida más en la Casa Blanca que podría incluir el despido del vocero principal Sean Spicer; su jefe de gabinete, Reince Priebus, y hasta de su estratega político Steve Bannon, entre otros.

VERSIONES DE QUE PREPARA OTRA TORMENTA CON MÁS DESPIDOS EN LA CASA BLANCA

Mucha de esta inestabili­dad de su gobierno tiene que ver con los constantes exabruptos del presidente –o lo que alguien dentro de la Casa Blanca calificó de “paranoia delirante”– detonados por cualquier acto que considera desleal y por el incesante cuestionam­iento a la legitimida­d de su elección, no sólo porque no ganó el voto popular, sino por las sospechas sobre la mano rusa para derrotar a Hillary Clinton.

John Oliver, el gran comediante político, dijo en su programa semanal Last Week Tonight el pasado domingo, que fue increíble ver a Trump declarar abiertamen­te que tenía en mente la investigac­ión sobre Rusia cuando despidió a Comey, o sea, casi confesando que lo hizo para frenar la investigac­ión de la posible complicida­d entre su campaña y el Kremlin. “Eso no se debería decir en voz alta. Es el tipo de respuesta que te hace preguntar tres cosas: 1) ¿De verdad puede ser tan estúpido? 2) ¿De verdad piensa que nosotros, como país, somos tan estúpidos? y 3) ¿Somos, como país, tan estúpidos? Es enterament­e posible que la respuesta a las tres preguntas sea ‘sí’”.

 ??  ?? El presidente estadunide­nse, Donald Trump, ha sido duramente cuestionad­o por el despido del director de la FBI, al grado de que algunos políticos veteranos ya empiezan a hablar de un impeachmen­t ■ Foto Afp
El presidente estadunide­nse, Donald Trump, ha sido duramente cuestionad­o por el despido del director de la FBI, al grado de que algunos políticos veteranos ya empiezan a hablar de un impeachmen­t ■ Foto Afp

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