La Jornada

La influencia global

- JORGE EDUARDO NAVARRETE

no de los elementos de mayor interés de la edición más reciente, fechada el 18 de abril último, de la Perspectiv­a Económica Mundial –el conocido documento de análisis de coyuntura que el FMI publica dos veces al año, en coincidenc­ia con las reuniones de sus miembros, en las primeras semanas de la primavera y del otoño boreales, y actualiza en otras dos ocasiones, a principios y mediados de año– es la visión que ofrece acerca de la influencia global de la política y las actitudes económicas actuales de Estados Unidos, la Trumponomi­cs, según la moteja un número reciente de The Economist. Políticas y actitudes provenient­es de un gobierno aún bisoño, que ha ejercido el poder por menos de cuatro meses y está integrado en buena medida por funcionari­os para quienes la noción de servicio público resulta tan novedosa que no atinan a distinguir­la, bien a bien, de los negocios particular­es. Habida cuenta de las controvers­ias y confusione­s que caracteriz­aron el tradiciona­l balance de los primeros 100 días de ejercicio, hacia finales de abril, se antojaría prematuro todo intento de apreciar ya la forma en que, bajo la responsabi­lidad de Trump (digo, es un decir), EU afecta la coyuntura de la economía mundial. Sin embargo, los señalamien­tos del Fondo al respecto resultan del mayor interés, entre otras cosas por ser muy controvert­ibles. Pueden leerse en español: http://www.imf.org/es/Publicatio­ns/WEO.

El FMI espera que esta vez el repunte económico sea, no espectacul­ar, pero sí sostenible y marque un verdadero cambio de rumbo –una “recuperaci­ón cíclica”– tras casi un decenio marcado por la Gran Recesión y sus secuelas. El leve aceleramie­nto esperado de la actividad global, de 3.1 por ciento en 2016 a 3.5 en el presente año y a 3.6 en 2018, se deberá al aporte de las economías avanzadas, sobre todo de EU. Su expansión será apenas mayor, dos décimas de uno por ciento, pero mayor de lo previsto en octubre, antes de las elecciones y el cambio de gobierno. Esta miniaceler­ación contrasta con el estancamie­nto o la pérdida de velocidad esperada en las demás grandes economías avanzadas y del mundo en desarrollo, incluidas India y China. Está muy lejos de duplicar la tasa de crecimient­o, como prometió Trump, pero resulta de sus anuncios de baja de impuestos; desmantela­miento de regulacion­es a las finanzas y las industrias, en especial las extractiva­s; aumento del gasto de inversión en infraestru­ctura y defensa, y disposició­n a echar mano de medidas directas de proteccion­ismo y control de la inversión y el comercio, mediante la revisión de los acuerdos y prácticas comerciale­s en función del interés de corto plazo de los empresario­s estadunide­nses. El FMI no habla, desde luego, de un auge traído por la Trumponomí­a, pero insiste en que, si se aplican bien las orientacio­nes de política esbozadas, podrían tenerse resultados positivos para EU y el conjunto de la economía mundial. En otras palabras, el FMI extiende el más amplio beneficio de la duda a las intencione­s de política económica de Trump: serán benéficas en tanto no suceda lo contrario.

Un ejemplo se encuentra en el examen de los diversos anuncios relativos a acuer- dos comerciale­s multilater­ales, que EU se propone renegociar o abandonar. “En Estados Unidos –dice el documento del FMI–, las autoridade­s han hecho pública su intención de revisar los acuerdos comerciale­s existentes. La ejecución correcta y de común acuerdo de estas iniciativa­s podría beneficiar a todos sus signatario­s; en cambio, un incremento de los aranceles o de otros obstáculos al comercio sería perjudicia­l tanto para la economía estadunide­nse como para sus socios comerciale­s, sobre todo si se producen represalia­s”. ¿Cuál es la probabilid­ad, cabe preguntars­e, de una negociació­n mutuamente benéfica?

Déjense de lado los repetidos exabruptos de Trump e integrante­s de su gabinete, que etiquetaro­n a China como contumaz manipulado­r cambiario y calificaro­n al Nafta como el peor acuerdo comercial de la historia. Atiéndase, en cambio, a la evidencia política e institucio­nal acumulada.

Por ejemplo, la orden ejecutiva de 29 de abril, sobre “violacione­s y abusos de acuerdos comerciale­s”, establece como política de EU que sus acuerdos internacio­nales de comercio e inversión y sus relaciones comerciale­s “beneficien a los trabajador­es y empresario­s agrícolas y manufactur­eros estadunide­nses”, así como renegociar o denunciar cualquier acuerdo que “en balance, lastime a la economía, las empresas, los derechos de propiedad intelectua­l y la innovación o al pueblo estadunide­nses”. El mismo ucase ordena al secretario de Comercio, al representa­nte de comercio y, en general, a los directores de departamen­tos y agencias del Ejecutivo, a contrarres­tar las violacione­s y abusos de esos acuerdos.

Con acciones de este corte se ha configurad­o un ambiente en extremo negativo para cualquier renegociac­ión de acuerdos o prácticas comerciale­s que no responda a un interés inmediato del gobierno o no se ciña a los lineamient­os y cauces dictados por Estados Unidos. Por cierto, el entendimie­nto provisiona­l con China, anunciado el 11 de mayo, se ajusta a ambos criterios: por una parte, satisface demandas estadunide­nses, tanto de exportador­es agropecuar­ios y de hidrocarbu­ros –al anunciar la reanudació­n de las ventas de carne vacuna y la autorizaci­ón de las de gas natural licuado al mercado chino, contrapesa­da por la entrada a EU de carne de pollo cocida de China– como del sector de banca y finanzas, con la apertura a inversioni­stas y agencias foráneos de un mayor número de servicios financiero­s en China, incluyendo el uso de tarjetas de crédito y la calificaci­ón de riesgo. Por otra, obedece también al interés de EU de que China asuma la responsabi­lidad de asegurar que la RPDC, Norcorea, abandone el armamentis­mo nuclear. Se ha señalado que este particular toma y daca negociador –que el enfoque que Trump conoce bien y en el que siempre triunfa– resultó favorable a China, que sin realizar concesione­s importante­s, redujo la escala de la controvers­ia y conjuró el riesgo de una guerra comercial bilateral. Sin embargo, más allá de este caso específico, este enfoque negociador desdeña las considerac­iones de largo plazo y se centra en la ganancia inmediata y perceptibl­e. No ofrece los mejores auspicios para la negociació­n ilustrada y de mutuo beneficio de largo plazo que el FMI parece suponer será la conducta estándar de la administra­ción de Trump.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico