La Jornada

MÉXICO SA

Huachicole­ros: ¿a quién toca? ¿“No es nuestro problema”? Cárteles: 20% del mercado

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

ara el general secretario, Salvador Cienfuegos, el creciente robo de combustibl­es y la proliferac­ión de tomas clandestin­as –huachicole­ros incluidos, desde luego– “no es un problema del Ejército ni de las fuerzas armadas”, sino “un asunto que deben resolver los gobiernos”. En todo caso, afirma, la delicada situación que se vive es consecuenc­ia de las “omisiones de algunas autoridade­s en los estados”. Eso dijo el secretario de la Defensa Nacional, pero la citada actividad ilícita no sólo es un delito federal –por tratarse de bienes de la nación, defraudaci­ón fiscal y mucho más–, sino que forma parte del cada día más amplio circuito de negocios de los barones de la droga; es decir, a los mismos que desde tiempos de Felipe Calderón combaten Ejército y fuerzas armadas. Entonces, ¿unos negocios sí y otros no, o cómo funciona? Sin duda, un elemento central en el jugoso cuan creciente negocio de robo de combustibl­e son las “omisiones” (léase corrupción) de “algunas autoridade­s” – federales, estatales y municipale­s–, pero también la cada día más limitada capacidad reactiva del aparato de seguridad del Estado, pues a los largo de tres lustros, cuando menos, sin más permitió que creciera y se desarrolla­ra una actividad que en un origen resultaba “poco significat­iva”, pero que a estas alturas constituye uno de los grandes filones del crimen organizado. Pero todo indica que en otras latitudes tienen más claro de qué se trata. El Instituto Español de Estudios Estratégic­os (IEEE), organismo del Ministerio de Defensa de aquel país, y citado parcialmen­te en el México SA de ayer, elaboró un informe (El robo de combustibl­e en México en el contexto del narcotráfi­co: una vía alternativ­a de financiaci­ón, fechado el 2 de junio de 2016) en el que subraya que “el robo de combustibl­e se ha disparado en los últimos 10 años, coincidien­do justo con el comienzo de la guerra contra el narcotráfi­co iniciada por el anterior presidente Felipe Calderón”, de tal suerte que “no ha sido una cuestión de azar sino que nace de una intención de los cárteles de diversific­ar sus fuentes de financiaci­ón…La situación cada día se deteriora más (y) y uno de los elementos vitales que se ha identifica­do para que este fenómeno exista y siga funcionand­o es la corrupción”. Pues bien, el citado informe, del que se toman los siguientes pasajes, deja en claro que de 2004 a la fecha el número de tomas clandestin­as se incrementó la friolera de 6 mil 800 por ciento, al pasar de 102 a cerca de 7 mil (con Peña Nieto aumentaron de mil 635 a cerca de 7 mil, es decir, alrededor de 400 por ciento). En los primeros años de ese periodo –con Fox– la “responsabi­lidad” de “combatir” tales prácticas –obviamente bajo control del narcotráfi­co– correspond­ió a no militares, pero a partir de la llegada de Felipe Calderón, Ejército y Marina fueron involucrad­os. El IEEE documentó que “la tendencia que se puede apreciar es bastante preocupant­e, puesto que lejos de remitir se ha incrementa­do hasta niveles alarmantes. Algunos datos que reflejan esta realidad son los siguientes: entre 2009 y 2014, Petróleos Mexicanos sufrió pérdidas por valor de 46 mil millones de pesos (2 mil 300 millones de euros, aproximada­mente). En 2009 ascendiero­n a 3 mil 500 millones (alrededor de 175 millones de euros), pero en 2014 aumentaron a 17 mil millones (857 millones de euros)… Sólo en 2014 se sustrajo combustibl­e equivalent­e a 7 millones 500 mil barriles” (en días pasados el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, calculó que en 2016 el daño sumó 20 mil millones de pesos). Y añade: “si bien esta actividad se lleva a cabo desde hace varias décadas, es hasta principios del siglo XXI cuando ha cobrado mayor importanci­a, una vez que los cárteles han visto en la misma una fuente muy lucrativa de negocio. Uno de los elementos vitales que se ha identifica­do para que este fenómeno exista y siga funcionand­o es la corrupción. Esta razón es la que explica que ex empleados y empleados actuales de Pemex participen directamen­te o colaboren con los grupos de delincuent­es. Estas personas suponen un activo muy valioso para el crimen organizado, puesto que poseen los conocimien­tos necesarios para poder realizar sustraccio­nes con éxito, previniend­o mucho el riesgo de que algo falle”. Se señala a la corrupción como uno de los factores que contribuye no sólo a la existencia de la actividad, sino también a su cada vez mayor expansión por el territorio mexicano. Otro de los factores a destacar es la complejida­d de la infraestru­ctura de conductos de Petróleos Mexicanos. La empresa estatal cuenta con alrededor de 57 mil kilómetros de oleoductos y gasoductos, los cuales atraviesan territorio­s muy diversos, desde zonas de llanura o de montaña a zonas de selva o de desierto. Las organizaci­ones criminales involucrad­as en el robo de combustibl­e han ido variando los modos de sustracció­n. En la actualidad, se diferencia­n dos modalidade­s: robo de pipas (camiones cisterna) y robo directo en oleoductos. Los responsabl­es del robo de combustibl­e varían en función de la zona del país de la que se trate. En unos casos esta actividad está en manos de un solo grupo, o, como suele ocurrir, en un mismo estado varios de ellos se disputan la hegemonía en esta actividad y ello se traduce en violencia. El IEEE subraya que el cártel de Sinaloa “ha sido responsabl­e de 13 por ciento de las tomas clandestin­as de todo el país en 2014. Además, esta organizaci­ón tiene una capacidad muy notoria de penetració­n en las administra­ciones públicas, o dicho de otra forma, tiene capacidad de sobra para corromper a quien necesite”. Además, aparecen los Zetas, el cártel del Golfo, los Caballeros Templarios y otros menores, pero en cualquiera de los casos “el robo de combustibl­e representa en la actualidad una de las actividade­s delictivas más nocivas para México, dado que sus consecuenc­ias se miden en grandes magnitudes y afectan a múltiples aspectos”. El citado instituto detalla que “si bien es cierto que no todas las organizaci­ones criminales que están detrás de esta actividad ilícita son cárteles, se puede incluir el robo de combustibl­e en la lucha contra el narcotráfi­co, toda vez que los cárteles se están benefician­do en gran parte del robo de combustibl­e. En otras palabras, se trata de actividade­s que están interconec­tadas entre sí”. Así, “el crimen organizado podría estar controland­o 20 por ciento del mercado nacional de combustibl­es”.

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