La Jornada

Semanario Ríodoce: referente nacional sobre el narcotráfi­co y orgullo de Javier Valdez

La violencia de los obligó a la publicació­n a cubrir de lleno el crimen organizado Pese a sus limitacion­es financiera­s, se ha erigido en una valiente plataforma de denuncia

- AFP CULIACÁN, SIN.

La oficina es austera, con menos de una docena de computador­as distribuid­as en un pequeño piso rentado de paredes verdes. Desde esta redacción, y a pesar de las amenazas, el semanario Ríodoce, que cofundó el periodista asesinado Javier Valdez, es un referente de investigac­ión en México.

Llaman la atención las pocas medidas de seguridad. La entrada del edificio, en el centro de Culiacán, está siempre abierta y sin cámaras, y la puerta de acceso a la publicació­n no está blindada. Ejemplares de diarios antiguos se amontonan en los pasillos. El despacho de Valdez Cárdenas, asesinado el lunes a los 50 años, es diminuto: una mesa sencilla, cajas con archivos en el suelo, un teléfono, una impresora, una fotografía enmarcada, varios post-its en la pared y un par de portadas de Ríodoce.

Trabajo periodísti­co

El periodista, quien también era colaborado­r de la Agencia France Presse (Afp) y correspons­al del diario La Jornada, pegó en su puerta un aviso: “Unidad de Investigac­ión. Unidad por ser uno”. Alguien con sentido del humor agregó a mano: “Se investiga uno mismo”.

Le interesaba “esta combinació­n entre el trabajo periodísti­co de investigac­ión y la prosa”, cuenta Ismael Bojórquez, otro de los fundadores, junto a Valdez, de Ríodoce.

Así lo atestiguab­a “Malayerba”, la columna que escribía cada semana desde 2003.

El estallido de la violencia provocada por los cárteles “arrolló” al semanario, que se vio obligado a “entrarle de lleno” a la cobertura del narcotráfi­co.

“Marcamos ciertas líneas (a no cruzar) y ciertos cuidados (a seguir). No podíamos no cubrir el tema en un estado como Sinaloa. O lo haces o te haces pendejo”, subraya Bojórquez.

“No sé qué línea cruzamos”

Ríodoce tiene muchas limitacion­es, empezando por su financiaci­ón. Cuarenta por ciento de sus ingresos proviene de las ventas, pero cada ejemplar cuesta 10 pesos y la versión digital es gratuita. Cada semana distribuye unos 8 mil ejemplares.

Pese a ello se ha establecid­o como una plataforma de denuncia con una gran red de contactos, en un país donde rige la autocensur­a por las constantes amenazas. Su valentía le valió en 2011 el premio Maria Moors Cabot, de la Universida­d estadunide­nse de Columbia.

Muestra de su coraje y conexiones, el 19 de febrero sacó en portada la entrevista que Valdez hizo a un enviado de Dámaso López, El Licenciado, mano derecha del líder del cártel de Sinaloa Joaquín El Chapo Guzmán y detenido el 2 de mayo.

Así, El Licenciado negó haber atacado a los hijos de El Chapo, como ellos afirman, y dijo ser amigo de Ismael El Mayo Zambada, otro estrecho colaborado­r del Chapo.

Pero la entrevista provocó “mucha molestia” entre los hijos de Guzmán y la facción de El Licenciado, reconoce Bojórquez. El día de la publicació­n, unos hombres siguieron al repartidor de los periódicos para comprarlos y evitar que estuvieran en circulació­n.

“No sé qué línea cruzamos”, pero “el contexto en el que matan a Javier se va prefiguran­do” tras publicarla.

Acosado por la insegurida­d, La Jornada propuso a Valdez mudarse a otro estado o incluso salir del país por un tiempo.

“El lunes todavía tocamos el tema. Le pregunté que cómo iba con eso y dos horas después...”, explica sin terminar la frase, alzando la cejas y negando con la cabeza. “Pero nos vimos muy lentos.”

“Vamos a seguir”

Imprimir Ríodoce tiene costos muy altos, más aún si se comete un error. La fe de erratas no basta.

Hace dos años se publicó la foto de un gatillero con el nombre de otro. Siete hombres irrumpiero­n en la redacción reclamando el fallo, entre ellos el ofendido.

El semanario retiró todos los ejemplares distribuid­os y en otra edición se excusó, pero no fue suficiente. “Querían dinero”, afirma Bojórquez.

Tras el asesinato de Valdez, que subió a cinco los periodista­s muertos en 2017 además de un escritor que tenía un programa de radio, Ríodoce se propone reforzar su seguridad.

Ya lo intentó hace un tiempo acudiendo a la agrupación Artículo 19, pero el proyecto no prosperó, asegura Bojórquez.

“Me preocupan mucho los reporteros. Yo no quiero cámaras en mi casa, pero aquí sí y hasta un vigilante”, pide.

“Vamos a tener un poco más de cuidado”

A pesar de la tragedia, el semanario está decidido a seguir la misma línea editorial. “No vamos a cambiar lo que estamos haciendo. Vamos a seguir caminando, vamos a seguir haciendo lo que estamos haciendo, (aunque) obviamente vamos a tener un poco más de cuidado”, explica.

El jefe de informació­n, Andrés Villanueva, baja la mirada y se toma unos minutos antes de responder la misma pregunta.

“Es difícil tener un pensamient­o claro con lo que ha ocurrido. Después de lo que se han atrevido a hacerle a un hombre tan visible, no puedes dejar de sentirte mucho más vulnerable”, reflexiona.

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Puerta de la ofi cina del escritor y periodista Javier Valdez Cárdenas en el semanario Ríodoce, publicació­n de la que fue cofundador. Allí se lee, entre otros mensajes: “Unidad de Investigac­ión. Unidad por ser uno”. Alguien agregó a mano: “Se investiga...

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