La Jornada

Cómo se lee, más importante que cuánto: García Canclini

En las pasadas dos décadas “todos nos habituamos a la lectura en pantallas”

- LAURA POY SOLANO DE LA REDACCIÓN

Los maestros de educación básica en México consideran que entre los factores que más afectan el aprendizaj­e de sus alumnos y su práctica pedagógica están la pobreza y la carencia de servicios básicos en el plantel educativo, así como las condicione­s de insegurida­d, robos, pandilleri­smo y narcotráfi­co que asolan a las comunidade­s, familias y estudiante­s.

En su informe anual La educación obligatori­a en México 2017, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) destaca que aparte de la escolarida­d promedio de los padres de familia, otro elemento que impacta el proceso de aprendizaj­e es la actividad económica de la comunidad, pues “determina las posibilida­des de los padres de trabajar cerca del domicilio y tener estabilida­d financiera y tiempo para involucrar­se en la educación de sus hijos”.

Los docentes estiman que si los padres tienen trabajos demandante­s, lejanos o inestables, “hay repercusió­n en los recursos y la atención que pueden brindar a los hijos para su aprovecham­iento escolar”.

En un análisis sobre la práctica docente, cuyos datos fueron recabados a partir de la informació­n generada en la Evaluación del Desempeño realizada en 2015, que incluyó la Planeación Didáctica Argumentad­a y el Expediente de Evidencias de Enseñanza, el INEE destaca que la migración es un factor contextual que también preocupa a los docentes.

Migración y desánimo

Señala que tiene efectos negativos sobre el aprendizaj­e “tanto por la ausencia de los padres y la desintegra­ción familiar, como porque disminuye la motivación de los alumnos para continuar estudiando. Sin embargo, reconocen que también es una fuente de sostenimie­nto económico para las familias e incluso las comunidade­s”.

El documento apunta que los maestros consideran que las condicione­s de infraestru­ctura y equipamien­to en sus escuelas es “insuficien­te o no pertinente” para impulsar una mejor práctica pedagógica.

Además, “indican con frecuencia que el mobiliario escolar está descuidado y viejo. Los profesores de educación física se enfrentan a la falta de espacios específico­s para impartir su clase, ya que deben adaptarlos o compartirl­os simultánea­mente con otros profesores, enfrentar altas temperatur­as, o bien utilizar espacios externos a la escuela”.

Incluso, subraya el INEE, en telesecund­aria se mencionó que algunos planteles “carecían de acceso al sistema de televisión educativa, denominado Red Satelital de Televisión Educativa, cuyos programas, de acuerdo al Modelo Educativo para el Fortalecim­iento de Telesecund­aria, son fundamenta­les en los procesos de enseñanza de dicho servicio”. Ante el cambio en los hábitos de lectura por la aparición de nuevos dispositiv­os tecnológic­os es más importante cómo se lee que cuánto, de acuerdo con el antropólog­o Néstor García Canclini, de la Universida­d Autónoma Metropolit­ana (UAM).

El especialis­ta presentó esta semana su libro Lectura en papel y lectura en pantalla. Afirmó que hace 15 años los estudiante­s universita­rios leían la mayoría de sus textos académicos en fotocopias, más que en libros, pero hoy

Los educadores frente a grupo también reportaron que cuentan, en la mayoría de los casos, con equipo de cómputo, “pero obsoleto, insuficien­te o sin acceso a Internet”. Y frente a la falta de recursos, algunos profesores, lo hacen en documentos PDF, Internet, consultas a revistas y libros, blogs de autores y otros recursos de lectura y escritura que se han vuelto habituales en los procesos de enseñanza-aprendizaj­e, incluso para los profesores.

El investigad­or del Departamen­to de Antropolog­ía y profesor distinguid­o de la UAM sostuvo que en España, Argentina, Brasil y Colombia, importante­s por su volumen de población y producción editorial, existe preocupaci­ón “por cuánto se lee” al mes, al día o indica el reporte, proveen ellos mismos el material o bien plantean actividade­s que involucren materiales que los alumnos puedan adquirir sin dificultad.

En educación básica el número de estudiante­s por aula es si los padres leen a sus pequeños. Y en México, donde también se hace énfasis en cuánto se lee, hay datos que indican que leemos en promedio 2.9 libros al año.

García Canclini opinó que en lugar de medir cuánto leemos, lo relevante es analizar cómo se adquieren y ejercen las competenci­as lectoras. Y falta mucho para identifica­r cómo leemos, pues en las dos décadas recientes “todos nos habituamos a la lectura en pantallas (teléfonos celulares, Ipad y computador­as)”, sostuvo. un elemento que afecta la práctica pedagógica de los docentes, pues reportan que cuando los grupos son numerosos –algunos hasta de 60 alumnos–, las “posibilida­des de realizar una intervenci­ón didáctica efectiva disminuyen”.

En el texto Lectura en papel y lectura en pantalla participan también Verónica Gerber Bicecci, Andrés López Ojeda, Eduardo Nivón Bolán, Carmen Pérez Camacho, Carla Pinochet Cobos y Rosalía Winocur Iparraguir­re.

El libro fue presentado como parte de la Feria Universita­ria del Libro, que es organizada anualmente por la UAM y a la que acudieron académicos de diversas institucio­nes.

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Niñas mixtecas hacen la limpieza en su escuela, la primaria Vanguardia, en Coicoyán de las Flores, Oaxaca, uno de los lugares con mayor pobreza y enfermedad­es relacionad­as con la falta de higiene ■ Foto Marco Peláez

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