La Jornada

Contingenc­ias

MAR DE HISTORIAS

- Cristina Pacheco

l salir de la estación del Metro Pantitlán, Josefina tropieza con Sandra, su amiga y compañera de trabajo en la marisquerí­a La Totoaba.

Josefina (de mediana estatura y pelo trenzado. Usa pants.) –Y ora, ¿por qué a pie, Sandra? ¿No te trajo Daniel en el taxi?

Sandra (delgada, baja de estatura. Viste su uniforme de trabajo.): –No pudo sacar el coche por lo de la contingenc­ia. Con este van tres días que no trabaja, y como el sábado no circula, serán cuatro sin ganar ni un centavo. Lo peor es que de todas maneras tiene que entregar la cuenta al patrón.

Josefina: –¿El dueño del taxi no es un primo de tu esposo?

Sandra: –Y eso ¿qué? Lucio quiere su dinero ¡y punto! Daniel va a llamarlo por teléfono para explicarle la situación y pedirle que se espere a que vuelva a trabajar normal para que le pague la cuenta. ¡Ve tú a saber cuándo será eso! (Mira su teléfono.) Ya casi son las nueve. Es bien tarde.

Josefina: –Lo bueno es que esta semana le toca a Selena, la hija del patrón, quedarse dizque de jefa. Pero ya viste que la muchacha ni hace nada: se la pasa mandando mensajitos por el celular.

II

Las dos mujeres se detienen a la orilla de la banqueta mientras pasa por la avenida una interminab­le hilera de camiones foráneos.

Josefina: –¿Adónde irán?

Sandra: –Quién sabe, pero te aseguro que llevan acarreados para algún mitin político. (Se vuelve a su amiga.) Ahora que me acuerdo, tú nunca llegas tarde. ¿Hoy qué te pasó?

Josefina: –Problemas... Mi Kevin otra vez no quería que lo dejara en la escuela. Sandra: –¿No le gusta? Josefina: –Sí, pero le da miedo que me vaya a trabajar porque piensa que puede sucederme algo malo. (Con la voz quebrada) Te juro que hoy me partió el alma. Cuando le di su besito me dijo: “Mami, cuídate mucho. No quiero que un ladrón te mate en la calle.”

Sandra: –En serio ¿eso te dijo?

Josefina: – Sí, llorando. Me quedé con él hasta que se calmó. Cuando me despedí tenía sus ojitos bien tristes. Te juro que me pongo chinita sólo de recordar la forma en que me dijo: “No quiero que un ladrón te mate en la calle.”

Sandra: –Kevin es una criatura de seis años. ¿Por qué dice cosas tan terribles?

Josefina: –Porque es lo que oye en todas partes. En mi colonia la gente sólo habla de asesinatos, descuartiz­ados, robos en las combis, en los cruceros, en los puentes... Por eso ya no me pongo ni collares, ni aretes, ni nada. Y en mi bolsa sólo traigo veinte pesos y boletos del Metro. (Ve que pasa el último camión.) Vente, vamos a atravesar antes de que aparezcan más acarreados.

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