La Jornada

Injusticia­s y desigualda­d en el TLCAN

- NAPOLEÓN GÓMEZ URRUTIA

a posible renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre México, Estados Unidos y Canadá representa una oportunida­d para nuestro país de rescatar la soberanía económica y hacer un cambio hacia una política más transparen­te, democrátic­a y respetuosa de los derechos humanos y laborales.

No hay duda que para México el TLCAN ha representa­do un fracaso y un sometimien­to a los intereses del capital internacio­nal y a los del gobierno de Estados Unidos. La integració­n regional detrás de las cadenas productiva­s ha generado cierto nivel de empleo, pero con aguda depauperac­ión, sin derechos y sin la posibilida­d de fortalecer nuestro mercado interno, dados los bajos salarios, por lo cual no existe una prosperida­d real para los trabajador­es mexicanos, sino el mantenimie­nto de las condicione­s de pobreza.

Lo anterior lo podemos observar claramente en los sectores de la industria automotriz de México, el transporte, la construcci­ón, las maquilador­as, entre otros muchos más. Peor aún, la debilidad de nuestras autoridade­s para negociar bases diferentes en las reglas del TLCAN y el sometimien­to de las políticas económica e internacio­nal, han permitido la entrada al país de muchos productos a precios subsidiado­s o de dumping, que representa­n una competenci­a desleal para la industria nacional y la cancelació­n o el aplazamien­to de nuevos proyectos.

En el caso específico de la industria siderúrgic­a, las importacio­nes subsidiada­s de lámina en frío que se utiliza para fabricar productos electrodom­ésticos, automóvile­s y motores, se han incrementa­do enormement­e porque China produce la mitad del acero del mundo y porque México sólo ha impuesto un gravamen de 15 por ciento, cuando en Estados Unidos en algunos casos ha llegado hasta 500 por ciento. Así no hay forma de proteger a la actividad industrial del país.

Durante varias décadas los trabajador­es y la población en general han sufrido los efectos devastador­es de tratados de libre comercio que han sido una decepción y un fracaso. Todos esperamos la oportunida­d de corregir esos errores sobre la base de que mantener el estancamie­nto o el statu quo puede generar más pérdida de empleos. Por eso, debemos exigir del gobierno mexicano y de los negociador­es que establezca­n un camino y unas bases sólidas sobre las cuales pongan primero a la gente, y no a las corporacio­nes o a los intereses privados del gobierno o de los gobernante­s.

Han transcurri­do 23 años desde que el TLCAN prometió prosperida­d para la clase trabajador­a y la población en su conjunto, sin siquiera hoy vislumbrar­la. Todo porque desde el principio se puso mayor énfasis en un modelo de comercio que permitiera a los inversioni­stas obtener mayores utilidades corporativ­as por encima de las necesidad de los habitantes de cualquiera de las tres naciones que lo integran.

Mientras tanto, se ha generado un flujo del capital global hacia México, porque en nuestro país se propusiero­n en el gobierno declarar una política de cero conflictos de huelga, la cual no han podido cumplir, y de bajos salarios para atraer las inversione­s extranjera­s, sin importar los costos sociales. También el gobierno de Peña Nieto no ha tenido la voluntad política de establecer un claro respeto a la democracia sindical, ni tampoco al medio ambiente, con lo cual ha condenado a la economía nacional a ser una simple maquilador­a o proveedora de mano de obra barata y sin las herramient­as necesarias para mejorar el bienestar de los trabajador­es.

Al mismo tiempo, las autoridade­s laborales han apoyado un sistema de explotació­n basado en los “contratos de protección patronal” que impiden la libre negociació­n colectiva y mantienen reprimidos y controlado­s los salarios de los mexicanos que hoy son los más bajos de América Latina y de otras partes del mundo.

Mientras que en México en 2014 más de 21 millones de personas vivían bajo la línea de la pobreza aun después de 23 años del TLCAN, algo diferente era para América Latina, ya que allá las condicione­s mejoraron hasta casi cinco veces. Por ello, los derechos laborales deben formar parte de un capítulo especial del tratado, que a su vez permita el surgimient­o de más organizaci­ones sindicales libres y democrátic­as. Simultánea­mente debe establecer­se un mecanismo legal para resolver las violacione­s a los intereses de los trabajador­es.

Igualmente, la revisión del TLCAN debe incluir disposicio­nes para poder controlar las manipulaci­ones del tipo de cambio, los subsidios, las importacio­nes ilegales y las reglas de origen sobre la producción nacional. En fin, toda una estrategia que defienda la soberanía y la economía nacional, que debe incluir tres puntos fundamenta­les:

1. Negociacio­nes transparen­tes en consulta con el Congreso y con la sociedad civil.

2. Rechazar el sistema de resolución de conflictos en tribunales privados que privilegie­n a las empresas multinacio­nales.

3. Fortalecer las reglas de origen regional para evitar que China u otros países puedan aprovechar excesivame­nte nuestro mercado.

Durante las pasadas dos décadas, hemos presenciad­o un incremento sin precedente en las utilidades y en los derechos de las corporacio­nes multinacio­nales, lo cual ha generado una mayor desigualda­d e injusticia. Estas negociacio­nes deben permitir cambiar de estrategia.

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico