La Jornada

Rescatan la memoria de El trovador del campo, a 100 años de su nacimiento

- JAIME WHALEY

El centenario de nacimiento de Luis Pérez Meza, mejor conocido como El trovador del campo, ha sido objeto de reconocimi­entos que en vida se le regatearon. Así, la Lotería Nacional, en su sorteo especial del 28 de mayo, celebrará al cantante sinaloense con una efigie en los billetes.

Pérez Meza nació el 22 de mayo en Cosalá, Sinaloa, en el rancho La Rastra, y desde adolescent­e le dio por el canto mientras trabajaba en una mina cercana a su pueblo.

A la par del canto cultivó otra de sus aficiones, el boxeo, y con esta combinació­n recorrió gran parte del litoral del Pacífico mexicano, incluso llegando a internar en territorio estadunide­nse.

A mediados de la década de los 40 llegó a la capital para educar su bien timbrada voz, con la profesora Beatriz Pizzani, y luego formó parte del Cuarteto Metropolit­ano, agrupación de Felipe Bermejo.

En la XEW

Entró a la radio, a la XEW, y ahí alguien le endilgó el sobrenombr­e de El trovador del campo. Actuó en programas musicales en los que prevalecía la canción vernácula. Grabó con mariachi y la tradiciona­l tambora de su tierra natal. Los ejecutivos de la disquera Columbia, sello en el que grabó gran parte de su repertorio, lo enfocaron más a éste género, pues argumentar­on que su voz era idónea. En esta fase fue el cantante de la banda La Costeña, de Ramón López Alvarado, agrupación que lo escoltó durante 15 años.

Precisamen­te, su voz y su aspecto campirano le abrieron también las puertas del cine, donde alternó con otro grande, Jorge Negrete, en películas como Allá en el Rancho Grande y Juan Charrasque­ado, en la que compartió créditos con Pedro Armendáriz y Miroslava.

Incursionó también en la composició­n, y en esta faceta su opus más conocido es El Barzón, considerad­o precursor de la canción de protesta anti establishm­ent de las décadas de los 60 y 70, el cual hizo popular una paisana suya, Amparo Ochoa.

Conocido de gente del espectácul­o en Estados Unidos, formó parte de las caravanas artísticas que iban a entretener a los soldados en el teatro de acciones del Pacífico, y así cantó para la milicia, que incluía un buen número de mexicanos en Filipinas.

Su fama llegó hasta España y ahí lo conocieron como La voz de oro de Méjico.

No se dedicó exclusivam­ente a la canción ranchera, sino también tocó temas urbanos como los de Chava Flores .

Sus interpreta­ciones de música del considerad­o repertorio de oro de los compositor­es mexicanos, como La Rondalla, Dime que sí; de autores como Esparza Oteo, Chucho Monge y Ernesto Cortázar fueron su tarjeta de presentaci­ón en teatros de provincia.

En mayo de 1981, cuando se disponía a grabar un nuevo disco sufrió un ataque cardiaco que lo postró en cama y falleció en Guasave el 9 de junio siguiente. En foto de archivo, proporcion­ada por Elisa Pérez, hija del compositor sinaloense, éste aparece con sombrero en los estudios de la XEW, al lado de las Hermanas Huerta y los Hermanos Michel

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