La Jornada

Jóvenes de 15 a 20 años, más vulnerable­s a trastornos mentales

La violencia, un factor, señalan expertos Hay 12 sicólogos por cada 100 mil habitantes

- ROBERTO GARDUÑO

orrados oficialmen­te del mapa, como la comunidad tarahumara Bosques San Elías Repechique, o asesinados como los wixárika de la sierra del norte de Jalisco, los pueblos indígenas de México continúan poniendo el cuerpo para que no desaparezc­a lo poco que queda de este país llamado México. Más de 8 mil indígenas permanecen en la cárcel sin condena. No importa si son culpables o no de un acto delictivo. Estorban a un sistema que los quiere muertos, expulsados o tras las rejas si no se doblegan a sus intereses y entregan su vida y territorio. Megaproyec­tos como hidroeléct­ricas, minas, carreteras, desarrollo­s inmobiliar­ios, turísticos y eólicos, acueductos, gasoductos y un sinfín de planes perversos amenazan sus tierras y su cultura, mientras de norte a sur y desde abajo los pueblos organizan la defensa. Ponen la sangre hoy como la pusieron en la lucha por la Independen­cia, en la Revolución Mexicana, en el alzamiento zapatista y en la actual defensa del territorio que recorre México. Frente a la maquinaria que tala 3 mil árboles en Tepoztlán, Morelos, para la ampliación de una carretera que divide sus centros sagrados y mutila la biodiversi­dad, la población se organiza para no dejarlos pasar. Se prueban las vías jurídicas y el diálogo, pero con los de arriba sólo la acción tiene futuro. Y en el norte del país, en Sonora, en los mismos días integrante­s de la tribu yaqui quitaron tubos y cables que la empresa IEnova instalaba ilegalment­e en sus tierras para construir el gasoducto Agua Prieta. Nadie los consultó para ponerlos, a nadie consultaro­n para quitarlos. Al igual que en Tepoztlán, los trabajos estaban suspendido­s por resolucion­es jurídicas en su favor, pero la empresa continuó trabajando como si nada. Porque sucede que los de arriba no escuchan. Quieren sus tierras, y para arrebatárs­elas les niegan hasta la existencia. En la sierra de Chihuahua talan clandestin­amente sus bosques y ante el reclamo las autoridade­s afirman que no hay registro oficial ni antecedent­es de la existencia de la comunidad Bosque de San Elías Repechique. Así de simple. Y en la sierra del norte de Jalisco asesinan a Miguel Vázquez Torres, de 40 años, presidente de bienes comunales de San Sebastián Teponahuax­tlán, municipio de Mezquitic, uno de los líderes indígenas que luchó por la restitució­n de tierras para su comunidad en el municipio nayarita de Huajimic. El mismo día asesinaron a su hermano Agustín, también comprometi­do con la defensa de su territorio. Por eso hoy los pueblos, naciones, tribus y barrios indígenas reclaman lo que les pertenece. Es su tiempo, siempre lo ha sido. Los jóvenes de entre 15 y 20 años constituye­n en México la población más vulnerable a los trastornos mentales, se concluyó en el foro Retos de la sicología en el campo de la salud mental, efectuado en la Cámara de Diputados.

La directora del Instituto Nacional de Siquiatría, María Elena Medina Mora, advirtió que en el país los panoramas violentos derivan en abuso de sustancias, abandono, abuso sexual, suicidio e incremento de la agresión.

En conferenci­a magistral señaló que el suicidio es la cuarta causa de muerte en hombres y la tercera en mujeres. Hay “exceso de mortalidad”, insistió, en las personas con trastornos graves, además de que fallecen a edades cada vez más tempranas.

La directora general de Técnica Normativa, de la Comisión Nacional contra las Adicciones, María José Martínez Ruiz, afirmó que las personas con al- guna enfermedad mental y dependient­es de sustancias sicoactiva­s se encuentran en abandono, confinadas sin cuidado profesiona­l y en muchas ocasiones sufren abuso de sus derechos humanos.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía, al menos 9 por ciento de la población padece depresión, y en 2011 se registraro­n 5 mil 718 suicidios a causa de este padecimien­to, con mayor prevalenci­a entre el género masculino.

También puso el dedo sobre la llaga, pues en el país hay 12 sicólogos por cada 100 mil habitantes; por ello, expuso, es necesario que el gobierno federal aporte mayor presupuest­o para tratar la depresión y cualquier otro padecimien­to mental.

El director general del Servicio de Atención Siquiátric­a de la Secretaría de Salud, Gabriel Sotelo Monroy, subrayó que aunque haya sólo 12 sicólogos por cada 100 mil mexicanos, para tratar casos de salud mental sólo hay 1.4.

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