El medio siglo de Cien años de soledad detona múltiples investigaciones
La portada diseñada por el artista Vicente Rojo apareció en la segunda edición
La portada estaba a cargo, a petición de Gabo, del artista mexicano-español Vicente Rojo, quien no alcanzó a enviar la ilustración a tiempo para la primera edición, por lo que Sudamericana pidió a su diseñadora Iris Pagano improvisar la carátula con un galeón perdido en medio de una selva azul y tres flores amarillas. El diseño de Rojo con figuras geométricas y mucho más sencillo salió con la segunda edición.
‘‘Las páginas mecanografiadas por él las destruyó junto con su mujer Mercedes. Entonces, lo que queda como enlace son estas galeradas corregidas’’, dijo su propietario, el productor mexicano Héctor Joaquín Delgado, heredero universal de los Alcoriza.
Carpintería secreta
Una vez publicada la novela, García Márquez y su esposa Mercedes se encargaron de destruir el borrador salido de su máquina de escribir, para que nadie pudiera descubrir su ‘‘carpintería secreta’’, como él decía, ya que estaba ‘‘acribillado’’ con cambios a mano en tinta de distintos colores.
El primer lector del texto definitivo, sin correcciones a mano, fue el escritor colombiano Álvaro Mutis.
‘‘La copia que leyó Álvaro Mutis fue la que mandamos en dos partes por correo, y otra fue el respaldo que él mismo llevó poco después en uno de sus viajes a Buenos Aires’’, escribió García Márquez.
El sociólogo e historiador español Álvaro Santana Acuña, que investiga en el archivo personal de García Márquez en la Universidad de Texas, dijo que existe ahí una de esas copias.
‘‘El mecanuscrito final y original de 1966 que García Márquez envió a Sudamericana para su publicación está en manos de la Universidad de Texas’’, afirmó.