La Jornada

Preservar las limpias y tronadas, derecho de pueblos originario­s

■ El gobierno imparte talleres teóricos y prácticos en apoyo a medicina tradiciona­l ■ Más de 3 mil personas han sido atendidas en esos centros, ubicados en 14 delegacion­es

- GABRIELA ROMERO SÁNCHEZ

Unos nacen con el “don” de curar –mediante masaje, sobada o tronada– desde depresión, contractur­a muscular o torceduras de pie, hombro, mano o cuello, hasta levantar la “matriz caída”; o con una limpia combatir “mal de ojo”, empacho o susto, pero también hay quienes a lo largo de varios años se capacitan para ello.

“Sola aprendí a ajustar tobillos y manos, iba practicand­o. Mi mamá hacía limpias y la veía”, cuenta María de la Luz Micaela, curandera de la delegación Iztapalapa. A los 50 años de edad decidió estudiar medicina tradiciona­l mexicana. De eso ya pasaron tres lustros.

Mientras se alista para comenzar la última sesión del taller de masajes tradiciona­les, que durante dos semanas impartió en las instalacio­nes de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidade­s (Sederec), asegura que mucha gente confía en este tipo de medicina y más de uno ha llevado a sus hijos a hacerse una limpia para curarse el empacho.

“En los lugares donde se hacen limpias siempre hay fila”, comenta.

María de la Luz señala que una vez curó de susto a un niño. “Afuera de su casa mataron a una persona, su abuelo no pudo evitar que saliera y viera el cuerpo cubierto con una sábana. Quedó traumado, porque eso removió el recuerdo que tenía del fallecimie­nto de su padre de la misma manera, cuando era muy pequeño”, refiere.

La directora de Equidad para los Pueblos y Comunidade­s de la Sederec, Evangelina Hernández, explicó que en la Ciudad de México hay 31 espacios donde se práctica la medicina tradiciona­l. “Salvo las delegacion­es Coyoacán y Miguel Hidalgo, en las 14 restantes tenemos registro de estos lugares”, acota.

Detalla que en estos espacios se han atendido a alrededor de 3 mil personas con aplicación de ventosas, herbolaria, acupuntura, masajes, armonizaci­ones ( limpias), empacho, susto y tronada de angina, entre otros”.

Por su parte, la titular de la Sederec, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, afirmó que como parte de los derechos que tienen las comunidade­s indígenas y pueblos originario­s a preservar sus tradicione­s, el Gobierno de la Ciudad de México fomenta el uso de la medicina tradiciona­l con talleres, donde combinan la práctica con la teoría.

Detalló que entre mayo y agosto se realizarán cinco talleres gratuitos, cada uno de 30 horas y un cupo máximo de 35 personas.

En el curso que concluyó ayer los temas fueron: introducci­ón a los masajes, preparació­n para darlos, ¿qué son las lesiones, luxaciones, dolor e inflamació­n?, elementos necesarios para dar sobadas, tronadas y arreglo de huesos.

Luego de explicar la teoría, María de Luz Micaela pasó a la práctica. Con gran destreza deslizó sus manos sobre varias partes del cuerpo, doblaba cuello, pierna o brazo, lo que arrancó un grito a la paciente. Al tronido de un hueso venía la expresión de asombro de los asistentes. Empero, al levantarse de la mesa de masajes, los voluntario­s aseguraban sentirse relajados y sin dolor.

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María de la Luz, curandera de la delegación Iztapalapa, se encarga de impartir los cursos de forma práctica, donde los estudiante­s pueden experiment­ar las sobadas y masajes ■ Foto Guillermo Sologuren

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