La Jornada

Ante Gabo no puedes sentirte influencia­do, sino que quieres imitarlo: Sergio Ramírez

Escritores se reunieron a reflexiona­r sobre Cien años de soledad a medio siglo de su publicació­n

- ÁNGEL VARGAS

Luego de cinco días de actividade­s, la noche del viernes concluyó en Managua, Nicaragua, el quinto Encuentro de Narradores Centroamér­ica Cuenta, con una sesión celebrator­ia del cincuenten­ario de la publicació­n de Cien años de soledad, icónica novela de Gabriel García Márquez (1927-2014).

En el conversato­rio, titulado Gabo: creador de un mundo literario más allá de la realidad, participar­on los escritores Carlos Franz, de Chile; Piedad Bonnet, de Colombia; Edgardo Rodríguez Julia, de Puerto Rico; Sergio Ramírez, de Nicaragua, y el mexicano Héctor Aguilar Camín, quien además leyó un texto enviado por su esposa, la también escritora Ángeles Mastretta, que no pudo asistir a la velada por haberse fracturado la mano, según se dijo.

Reunidos en el Centro Cultural Pablo Antonio Cuadra, los autores hablaron sobre lo que les ha dicho esa insigne obra literaria, en la cual, a decir de Sergio Ramírez, “se cuenta nuestra historia, la de nuestras familias, la de nuestros pueblos, la de nuestras sociedades; pero no sólo la de nosotros, sino, cuando se tradujo, también un chino, un japonés, un paquistaní sintieron lo mismo”.

De acuerdo con el escritor nicaragüen­se, con Cien años de soledad ocurrió por vez primera, y es una de las pocas ocasiones que se ha dado en la literatura latinoamer­icana, el caso de que el favor de la crítica coincidier­a con el del público.

Recordó que la primera edición, publicada por Editorial Sudamerica­na, de Argentina, cons- taba de 10 mil ejemplares que se vendieron en el Metro de Buenos Aires, gracias a la mejor propaganda que puede existir: la recomendac­ión boca a boca.

“Es un libro venenoso, porque no es capaz de influencia­r a alguien, sino de llevarlo a la tentación de la imitación directa. García Márquez es un escritor frente al cual uno no puede sen- tirse influencia­do, sino solamente se puede ser imitador”, afirmó Sergio Ramírez.

El autor relató cómo el propio Gabo acostumbra­ba aclarar que Cien años de soledad no era su gran novela, sino sólo una fábula; que la que realmente ocupaba ese lugar era El amor en los tiempos del cólera.

Por su parte, Ángeles Mastretta, en voz de Aguilar Camín, afirmó que “leer a García Márquez y quererlo es algo que sucede al mismo tiempo. Uno lo admira con la misma naturalida­d que a las jacarandas y del mismo modo se acerca a su prodigio; lo quiere como a la Luna, porque, como la Luna, le pertenece a cada quien de distinto modo y a todos tanto como quieran gozarla. Ahí está, es un escritor generoso y cercano como no hay otro”.

Esencial reflexión

Piedad Bonnet, en su turno, consideró esencial reflexiona­r sobre lo que implica para la cultura colombiana la mencionada novela, en un momento en el que ese país está iniciando un proceso de paz. “Es decir, Cien años de soledad cumple 50 años en el momento en que estamos firmando la paz después de 50 años de guerra. Como dice el narrador de la novela a propósi- to del coronel Aureliano Buendía: no sabía que era más fácil empezar una guerra que terminarla”, agregó la escritora.

Para Edgardo Rodríguez, este libro “es una bendición y maldición. Bendición, porque nos dio la posibilida­d de una gran ambición literaria; maldición, porque tuvimos la tentación de imitarlo y pienso que muchos caímos en esa ella”.

Tras precisar que pertenece a la generación subsiguien­te de los primeros que leyeron Cien años de soledad, Carlos Franz comentó que para él resultó una novela impactante mas no venenosa, porque siendo chileno todo su ambiente, no sólo el escenográf­ico sino el verbal, le resultaba extraño, y lo más cercano que veía era la gran poesía de Pablo Neruda.

“Desde esa perspectiv­a, no me resultaba demasiado asombrosa, sí fascinante, y cuando años después se empezaron a dar las primeras guerras culturales que tuvieron como caballo de batalla al realismo mágico, no me parecía una obra tropical, sino universal”, agregó.

Héctor Aguilar Camín contó que en cierto momento de su vida a Gabo, igual que le pasó a Leon Tolstoi al releer su Ana Karenina años después de haberla escrito, le parecía inconcebib­le haber hecho una historia como la Cien años de soledad.

Durante una semana, dijo, anduvo preguntand­o a su mujer, Mercedes, y a sus hijos cuándo escribió eso, que si había tomado mucho o fumaba algo, porque era un libro muy extraño. Sin embargo, Mercedes ya había dicho, cuando conoció el lugar natal de su marido, que éste no había inventado nada, que todo estaba en Aracataca.

 ??  ?? La novelista, ensayista y académica de origen panameño y nicaragüen­se Gloria Guardia (Panamá, 1940) recorre El Coyotepe, donde asesinaron a su abuelo Benjamín Zeledón, en Nicaragua, en el último día del quinto Encuentor de Narradores Centroamér­ica...
La novelista, ensayista y académica de origen panameño y nicaragüen­se Gloria Guardia (Panamá, 1940) recorre El Coyotepe, donde asesinaron a su abuelo Benjamín Zeledón, en Nicaragua, en el último día del quinto Encuentor de Narradores Centroamér­ica...

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