La Jornada

La marcha de la economía en EU: la final por el momento

- JOSÉ ANTONIO ROJAS NIETO

studiemos un poco la evolución de la rentabilid­ad en Estados Unidos. Concentrém­onos por el momento –según lo prometido– en el dinamismo de las ganancias de las empresas corporativ­as. Nos ubicamos en el marco de las fuentes oficiales de ingresos de todas las empresas que pagan impuestos federales como tales, como corporacio­nes. Se incluyen empresas y organismos no financiero­s y financiero­s. Y oficialmen­te –manuales del BEA (Bureau of Economic Analysis) dixit– su cuenta de beneficios se determina básicament­e por la diferencia entre ingresos y gastos.

Ahora bien, en virtud de que el ingreso nacional se define como el ingreso de los residentes de Estados Unidos, esta cuenta de los beneficios incluye los ingresos obtenidos en el extranjero por las empresas estadunide­nses, pero excluye los ingresos obtenidos en Estados Unidos por los extranjero­s. Asunto que exige matices en el análisis de tendencias que, sin duda, deberemos hacer en algún momento. Pero hoy realicemos un primer acercamien­to a la evolución de esas ganancias en las empresas no financiera­s y en las empresas financiera­s. Asimismo del monto de sus aportacion­es a la Federación.

Y su importanci­a al ver su participac­ión en esas aportacion­es federales totales, que incluyen impuestos, contribuci­ones a la seguridad social, rendimient­os de activos y beneficios de empresas federales, básicament­e. A este respecto recordemos que esas aportacion­es federales totales –globalment­e y desde los años 50– se ubican en montos equivalent­es a 17.5 por ciento del producto (GDP). De esos casi 20 puntos porcentual­es, poco menos de la mitad –equivalent­e a poco más de seis puntos en promedio también desde los años 50– correspond­e a las aportacion­es de empresas corporativ­as. Tanto no financiera­s (industrial­es, comerciale­s y de servicios no financiero­s, entre otras) como financiera­s (bancos, hipotecari­as, fondos de inversión, asegurador­as, entre otras). Pues bien, la consulta de datos oficiales en el BEA nos conduce inmediatam­ente a reconocer que la rentabilid­ad de las empresas financiera­s se ha “disparado“en detrimento de las empresas no financiera­s.

Hasta inicios de los años 80, el peso de las ganancias de las empresas finacieras en las ganancias corporativ­as totales no superaba 30 por ciento del total. En realidad se trata de una participac­ión que duplicaba la registrada en la Posguerra, normalment­e del orden de 15 por ciento. Pero en la década de los ochenta hubo una penetració­n importante de estas ganancias de corporacio­nes financiera­s en el total. Antes y después de impuestos. Incluso con impuestos incluidos alcanzaron una participac­ión de 50 por ciento a mediados de los años 90.

Aunque esa alta participac­ión –sin precedente­s en la historia económica contemporá­nea de Estados Unidos– descendió de nuevo a no más de 35 por ciento del total a finales de los años 90. ¿Qué paso del año 2000 en adelante? ¿Qué, incluso, en el marco de lo que se ha caracteriz­ado como creciente financiari­zación, es decir, mayor penetració­n y dominio de las empersas financiera­s en la vida económica cotidiana? Pues en el marco de lo que podemos caracteriz­ar como impresiona­nte beligernac­ia de las fracciones financiera­s del capital estadunide­nse, las corporacio­nes financiera­s alcanzaron en algunos momentos de las crisis recientes –2001 sin duda– el mayor peso histórico de sus beneficios: 70 por ciento del total.

Aunque –justo es decirlo– en el marco de una mayor variablida­d, los pasado 15 años se registra un promedio apenas superior a 40 por ciento. En buen romance esto significa que actualment­e –entendida la actualidad como los pasados 15 años– las corporacio­nes no financiera­s participan de 60 por ciento de las ganancias corporativ­as totales. En la Posguerra concentrab­an 85 por ciento. Y llegaron a no más de 50 por ciento en los 80. Y a finales de los 90 su participac­ión rondaba 65 por ciento.

Pero –como he comentado– de 2000 en adelante y en el marco de una gran variablida­d, su participác­ión se ha estabiliza­do en ese 60 por ciento que menciono. Pero ¿de qué montos hablamos? ¿Y qué representa en términos del GDP (Gross Domestic Producto) estadunide­nse? Un número simple nos conduce a una participac­ión media histórica de entre 11 y 12 por ciento del GDP como participac­ión de las ganancias brutas de las corporacio­nes financiera­s y no financiera­s. Y de este 11 por ciento en promedio 4 por ciento del GDP correspond­ería a los impuestos pagados hasta antes de los años 80. De ahí sale 6 por ciento de participac­ión de ganancias después de impuestos en el producto que señalé antes.

Lo cierto es que el peso de los impuestos en las ganancias corporativ­as ha tendido a la baja. Llegó a ser de entre 9 y 10 por ciento en las épocas de la guerra de Corea. Y bajó hasta menos de 2 por ciento a inicios de la crisis de 2008. Actualment­e se estabiliza en 3 por ciento. Es decir, los impuestos a los beneficios de las corporacio­nes financiera­s y no financiera­s en Estados Unidos apenas representa­n 3 por ciento del producto.

Cuando en los años 70 superaban –muy ligerament­e pero lo rebasaban– 4 por ciento del producto. Pero antes de concluir hay que señalar lo que diversos analistas estadunide­nses indican. Que en esta época de globalizac­ión hay ingresos de la corporacio­nes estadunide­nses que son obtenidos en otras regiones del mundo. Incluso con una menor gravación impositiva. Por eso orientan al análisis más cuidadoso de los datos que aquí he presentado hoy.

No obstante se trata de datos realmente impresiona­ntes que conducen a indicar una más de las novedosas caracterís­ticas de la economía estadunide­nse. Me refiero, sin duda, a la preminenci­a de las empersas corporativ­as financiera­s en determient­o de las no financiera­s. Nueva distribuci­ón del excedente conómico. Sin duda.

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