La Jornada

Revisión del TLCAN y participac­ión social

- MIGUEL CONCHA

s de tal dimensión la situación actual de crisis en la que nos ha colocado el sistema capitalist­a en su fase neoliberal que pone en riesgo toda forma de vida en el planeta. La liberaliza­ción de las economías y la refunciona­lización de los estados, al servicio de las grandes corporacio­nes, son elementos que han sido plasmados y positiviza­dos en instrument­os internacio­nales que regulan el libre comercio entre países. Tal es el caso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que entró en vigor el primero de enero de 1994, el mismo día que, por cierto, se levantó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional contra el mal gobierno. A más de 20 años de su instrument­ación, las consecuenc­ias han sido desastrosa­s.

Hoy vemos la manera en que, durante décadas, México se ha vuelto aún más dependient­e de Estados Unidos, pues se ha dejado de lado la soberanía nacional y se ha sustituido más bien por una relación integral subordinad­a, cada vez más preocupant­e y mayor. Este año, y debido a la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, se anunció la renegociac­ión del TLCAN, bajo el supuesto de que es un tratado comercial que no ha beneficiad­o a Estados Unidos. Imagínense qué ha pasado con México si el gobierno de Trump piensa que es un mal tratado para su país. Urge entonces voltear a ver sobre todo hacia las comunidade­s indígenas y campesinas, las y los trabajador­es, y las juventudes, quienes han visto y vivido el despojo y la precarizac­ión de sus vidas. Esto probableme­nte ayudaría a Trump para mirar que sus propias actividade­s empresaria­les han causado efectos nocivos en nuestros territorio­s, y, entonces sí, cambiar todo, pero de raíz, estructura­lmente.

La pretendida renegociac­ión ha despertado de nueva cuenta el interés de redes de redes –como diría don Pablo González Casanova– de organizaci­ones sociales de Canadá, Estados Unidos y México, para discutir las consecuenc­ias del TLCAN, pero también para proponer nuevas alternativ­as de integració­n y cooperació­n internacio­nal. Y por ello en el Palacio de Medicina de la UNAM en la Ciudad de México se dieron cita los pasados 26 y 27 de mayo poco más de cien organizaci­ones trinaciona­les, con el propósito de reflexiona­r sobre los resultados de este tratado. El encuentro convergió en que primeramen­te los efectos de este acuerdo son negativos; que la realidad de los países no mejoró, sino que por el contrario, empeoró, y que solamente se han visto beneficiad­as empresas trasnacion­ales y algunos grupos económicos y políticos en el poder.

Esta primera coincidenc­ia entre las organizaci­ones nos lleva a pensar entonces sobre la convenienc­ia de mantener el TLCAN o no. ¿Por qué mantener un tratado que ha sido negativo para los tres países? ¿Conviene modificar algunos de sus contenidos, o cambiarlo todo sobre otras bases y otros principios que guíen las relaciones comerciale­s entre países? Mediante una declarator­ia (https://goo.gl/lTW0cw ), las organizaci­ones de México fijaron su postura en dicho encuentro, y aseguraron contundent­emente que el modelo de relación comercial que promueven acuerdos como el TLCAN afectan el cuidado del medio ambiente y la conservaci­ón de los bienes comunes; y que, por el avance descontrol­ado de la frontera agroindust­rial, ese libre comercio ha estimulado la deforestac­ión, el aumento en la generación de desechos tóxicos, la contaminac­ión del agua, y el incremento de emisiones de gases de efecto invernader­o, entre otros impactos que se miran casi como irreversib­les. Para nuestro país es indudable el bajo crecimient­o económico durante varias décadas.

Por el contrario, se registra un creciente desempleo

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