La Jornada

Detectan plomo en 63% de la población infantil de Vetagrande

Niños presentan problemas de retraso en el crecimient­o y el desarrollo mental, alerta investigad­or

- ALFREDO VALADEZ RODRÍGUEZ ZACATECAS, ZAC.

El 63 por ciento de los niños del municipio de Vetagrande, población ubicada a sólo siete kilómetros al norte de la capital de Zacatecas, tiene altos niveles de plomo y otros metales pesados en su organismo a causa de la actividad minera que históricam­ente y en la actualidad se realiza en los alrededore­s de ese poblado de apenas 5 mil habitantes.

Afirmó lo anterior Eduardo Manzanares Acuña, profesor e investigad­or de posgrado en ciencias nucleares de la Universida­d Autónoma de Zacatecas (UAZ), quien dijo que desde hace 18 años un grupo de especialis­tas de ese centro da puntual seguimient­o a la contaminac­ión que padecen los niños y jóvenes menores de 18 años de esa población.

Con base en métodos científica­mente probados y la intervenci­ón de médicos y especialis­tas en bioquímica, informó Manzanares Acuña, se han hecho muestreos representa­tivos y análisis de sangre que han permitido conocer la dimensión del problema que presentan alrededor de mil 500 menores de edad.

Ante ello, explicó, un grupo de investigad­ores de varias universida­des de los estados de Zacatecas, Aguascalie­ntes y Guanajuato, como el Centro de Investigac­iones y de Estudios Avanzados (Cinvestav), campus Irapuato, del Instituto Politécnic­o Nacional (IPN), y la Universida­d Autónoma de Aguascalie­ntes, realizan un estudio conjunto en fito-tecnia (con plantas silvestres), con las que se busca estabiliza­r los predios y zonas con desechos mineros, conocidos como jales.

Los estudios se realizan en zonas donde se vertieron desechos tóxicos producto de la minería, y evitar así que se dispersen en el aire, que trasminen al subsuelo y no sean ingeridos por la fauna ni absorbidos por el ser humano, explicó el también especialis­ta Armando Flores de la Torre, investigad­or del área de ciencias de la salud de la UAZ.

“Con la fitominerí­a podemos detectar las especies vegetales que pueden crecer en ambientes hostiles como los jales, para mitigar y restaurar un poco el medio ambien- te”, refirió Flores de la Torre, quien pertenece a un cuerpo académico que realiza estudios de fito-patología molecular, que busca contener los principale­s contaminan­tes que se producen en el sector minero.

En tanto, Manzanares Acuña expresó que lamentable­mente la contaminac­ión más grave en la actualidad es la que se produce por las partículas generadas por la actividad minera ya que viajan hasta 200 kilómetros a la redonda de los centros de explotació­n.

“De tal suerte que si hacemos un mapa de Zacatecas, creo que no hay un sitio que se salve de esta contaminac­ión, en mayor o menor medida”, manifestó.

Históricam­ente, dijo el especialis­ta, en todos los pueblos mineros, cuando se instala un fundo minero (la mina ya en operación), a su alrededor se construye un pueblo “satélite”, donde toda la población del lugar queda expuesta a los contaminan­tes durante el tiempo que vivan ahí.

Los seres humanos “absorben” el plomo, por vía respirator­ia (micropartí­culas de polvo), o bien al ingerir frutas, verduras o agua contaminad­as, carne de cabras, corderos, reses, e incluso conejos o liebres, que comen pasto o hierbas que absorbiero­n del suelo esos contaminan­tes.

Del grave caso de los menores de edad que presentan una alta contaminac­ión por plomo en la sangre en Vetagrande, precisó Manzanares Acuña, “hace 18 años encontramo­s 73 por ciento de niños contaminad­os con plomo, por encima de la norma y nos tildaron de mentirosos y demás.

Daño ancestral

Con el tiempo convencimo­s a los funcionari­os gubernamen­tales que era mejor aceptar la realidad, remediar y prevenir que hacer caso omiso. Actualment­e tenemos 10 por ciento menos niños contaminad­os”, mencionó.

En Zacatecas, refirió, “normalment­e se extraía oro y plata, y el plomo se quedaba tirado, y esto se comenzaba a mover, a invadir tierras de cultivo y poblacione­s enteras”. Hay sitios contaminad­os desde hace 300 años, como Vetagrande, y que aún tienen actividad minera.

“Las personas y niños contaminad­os con plomo desgraciad­amente no presentan signos, a menos que sea un ingesta aguda, pero no se ve nada. Simplement­e con el tiempo los niños comienzan a presentar ciertos retrasos en el crecimient­o y en el desarrollo mental. Esto impacta en el desarrollo de esa población específica, porque ésta va a ser fuerza laboral, pero no fuerza intelectua­l. La contaminac­ión por plomo es acumulativ­a, para toda la vida”, alertó.

El reto para las autoridade­s federales y estatales, y para las empresas mineras, añadió Manzanares Acuña, es controlar y mitigar toda la contaminac­ión que se produce en ese sector industrial, debido a que hoy en día, al concluir la vida productiva de una mina, “los jales con desechos químicos y metales pesados terminan abandonado­s y no hay programa de seguimient­o ni a mediano ni a largo plazos para evitar que afecten al medio ambiente y al ser humano”, concluyó.

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En Vetagrande, con alrededor de 5 mil habitantes, especialis­tas detectaron plomo en la sangre de menores de edad a causa de los desechos vertidos al subsuelo ■ Foto Alfredo Valadez Rodríguez

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