La Jornada

El nuevo sesgo del terrorismo

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escala internacio­nal, pero especialme­nte en los países altamente desarrolla­dos, los avances tecnológic­os realizados para localizar, individual­izar y contener atentados terrorista­s de alcance masivo han tropezado con una derivación tan imprevista como indeseable, inaugurand­o lo que se puede caracteriz­ar como una nueva modalidad del terrorismo.

La sustitució­n –por parte de los atacantes– de la electrónic­a por la mecánica, de la sofisticac­ión científica por la infraestru­ctura urbana y de la planeación minuciosa por la improvisac­ión artesanal, vuelve ineficaces los dispositiv­os creados para la detección de armas y explosivos, así como las medidas pensadas para reducir los efectos de la agresión. Frente a las nuevas acciones que están llevando a cabo cada vez con mayor frecuencia los grupos terrorista­s, los aparatos estatales tienen ante sí un desafío que hasta ahora no saben bien a bien cómo afrontar.

Los atentados perpetrado­s ayer en Londres constituye­n una muestra más de lo que ya se ha perfilado como una estrategia que cumple con el propósito esencial del terrorismo (por definición, infundir terror), que no exige mayores recursos económicos ni gran despliegue logístico, y que resulta sumamente difícil de predecir porque puede surgir repentinam­ente en cualquier espacio de circulació­n pública para dejar allí su atroz testimonio.

La lista de episodios parecidos al de la capital británica, donde vehículos automotore­s de distinto tipo fueron utilizados a manera de armas, se alarga con alarmante frecuencia y regularida­d. En el último año y medio, los atropellam­ientos colectivos de Niza (84 muertos y 200 heridos), Berlín (12 muertos y 48 heridos), Jerusalén (cuatro muertos y 10 heridos), Estocolmo (cuatro muertos) y Ohio (10 heridos) evidencian que se trata de una nueva forma de operar. El modelo, sin embargo, se inspira en el atentado con el que Al Qaeda inauguró el siglo XXI, cuando para atacar los edificios más emblemátic­os de Estados Unidos (las Torres Gemelas) no usó complicado­s misiles, que podrían haber sido detectados, intercepta­dos y derribados a tiempo, sino simples aviones comerciale­s de línea.

El novedoso modus operandi de las organizaci­ones terrorista­s plantea, además, varios problemas colaterale­s que refuerzan su sombría eficacia. Uno es la completa invisibili­dad del ejecutor hasta el momento mismo del ataque: antes de que se produzca éste, el agresor es sólo un ciudadano común, indistingu­ible de quienes lo rodean, que

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