La Jornada

¡Derriben este muro! hizo atronar la barda fronteriza

■ A la Sinfónica de Dresde se unieron grupos como Tijuana No y Mucha Lucha ■ Organizaro­n Amnistía Internacio­nal y la Uia

- MIREYA CUÉLLAR TIJUANA, BC.

Markus Rindt no se vistió de pingüino ni la concurrenc­ia asistió de largo. Fue un concierto frente al mar y a una malla de acero, donde Mucha Lucha, Tijuana No, la orquesta juvenil de Tijuana, músicos de la Sinfónica de Dresde y otros, se reunieron junto con unas 2 mil personas para gritar: ¡Derriben este muro!… y hacerlo sonar.

Tampoco el ulular de una patrulla que intentaba acallar a la orquesta –que un grupo de manifestan­tes estadunide­nses lanzó desde su lado de la frontera con un potente equipo de sonido– estaba en el programa. Un concierto sui generis, en un lugar del mismo talante que los tijuanense­s, de tanto verlo, ya no ven.

Lo que originalme­nte fue concebido por el director de la Orquesta Sinfónica de Dresde, Markus Rindt, y un grupo de artistas locales, entre ellos Enrique Chiu, como un concierto binacional –donde la mitad de la orquesta estaría del lado mexicano y la otra del otro lado, es decir, en Estados Unidos– no pudo ser porque el gobierno de Donald Trump no lo autorizó. A cambio, el público recibió un popurrí de géneros musicales.

Ahí estuvieron también, del otro lado, un grupo de no más de 15 personas con su bandera de barras y estrellas gritando insultos racistas, protestand­o contra el concierto mexicano y en favor de la construcci­ón del muro. A falta de orquesta colocaron un equipo de sonido gigante para que se escucharan hasta Playas de Tijuana los acordes de sus caracterís­ticas marchas y el chillido de sus patrullas.

Pero acá se olvidaron de lo que allá pasaba y siguieron con su música, que incluyó convertir la valla metálica en instrument­o cuando Ensamble Wall Border se dirigió a ella y con grandes barrotes le robó sonidos estruendos­os para “convertir el muro en un instrument­o en lugar de separar personas”, explicaría Rindt.

Porque de eso se trató este concierto en el llamado Parque de la Amistad que a lo largo del año permite estirar las manos y tocarse, acariciars­e los dedos o conversar a través de un muro de barrotes metálicos, ya que eventualme­nte se abre para que algunas familias se abracen durante 10 minutos. Es un parque que comparten Tijuana y el condado de San Diego, como todo aquí, dividido por una valla de más de cuatro metros.

Esta expresión político-cultural se hizo a pesar de muchos contratiem­pos y con el apoyo de organizaci­ones como Amnistía Internacio­nal y la Universida­d Iberoameri­cana (Uia) de esta ciudad, que salió de última hora al rescate con parte del equipo de sonido.

Fue un concierto contra el muro de Trump pero también contra todos los que existan en el mundo, convocado por Rindt y su orquesta porque él mismo vivió en el Berlín separado por una valla. Los coros de la Ópera de Tijuana y la Orquesta Sinfónica Juvenil se mezclaron con los músicos alemanes para estrenar una pieza elaborada para la ocasión. Pero también se acoplaron Mucha Lucha y Tijuana No, que en su oportunida­d hicieron mover los pies a los asistentes.

Todo ocurría mientras otros artistas, los de la brocha y el color, cubrían los barrotes a convocator­ia de Enrique Chiu, quien ya llenó varios kilómetros de muro con su pincel. (Distintos momentos del concierto pueden ser vistos en la página de Facebook de La Jornada Baja California https://www.facebook.com/LaJornadaB­C/). Del lado de Estados Unidos se reunieron unas 15 personas que apoyan la construcci­ón del muro, sin embargo, el ánimo del lado mexicano no mermó

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