APRENDER A MORIR
l margen de por cuál candidato haya usted votado ayer, si no le hizo el juego al pesimismo que tanto propicia el pobre desempeño de nuestros servidores públicos democráticamente electos y se abstuvo de sufragar, le aseguro que ninguno de los aspirantes a gobernador, diputado o presidente municipal en los estados de Coahuila, México, Nayarit y Veracruz, osó aludir, con inteligencia, a temas como derecho a una muerte digna, documento de voluntad anticipada, eutanasia, suicidio asistido, aborto, matrimonio igualitario o por lo menos cuidados paliativos, tan caros a los vitalistas y tan costosos en cualquier sistema de salud. Son temas “escabrosos” aun en la sociedad del siglo XXI, es decir, no sólo difíciles y delicados, sino incluso inconvenientes e inmorales en todo sistema político que insiste en tratar a la ciudadanía como menor de edad, como personitas con cerebro en vías de desarrollo, incapaces de discernir por sí mismas y de intuir las responsabilidades que conlleva el siempre escamoteado ejercicio de la libertad. Por eso, los candidatos prefieren seguir ayudando a madres solteras, en vez de estimular a parejas sin hijos. Como en los estados donde hubo elecciones los aspirantes a cargos de elección popular suponen que todas las personas están de acuerdo con morirse cuando Dios quiera y que eutanasia y suicidio asistido van en contra de nuestros sólidos valores morales, prefirieron no abordar estos y otros temas considerados “escabrosos” por los dictadores del pensamiento política y culturalmente correcto. A cuantos hayan resultado electos, esta columna, emocionada por otra prueba más de la paulatina consolidación de nuestra democracia, una de las más frágiles de América Latina, les hace esta sugerencia: revisar a la brevedad si en su estado existe una iniciativa o proyecto por el que la Secretaría de Salud y el Colegio de Notarios acuerden una tarifa accesible, no arbitraria como hasta ahora, para que las personas obtengan el Documento de Voluntad Anticipada o decisión escrita de no someterse a tratamientos médicos que propicien el encarnizamiento terapéutico o uso innecesario de medios e instrumentos para prolongar la agonía, no la vida, de enfermos desahuciados o en etapa terminal. Miles de ciudadanos lo agradecerán, aunque el tema no haya surgido de ellos, y ustedes demostrarán previsora voluntad de servicio. La cobertura de los medicamentos que curan la hepatitis C es limitada debido a su alto costo, por lo que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Seguro Popular establecieron requisitos para hacerse cargo de pacientes. El primero atenderá los casos más urgentes, es decir, de quienes antes no hayan tomado algún fármaco y cuando el deterioro de su función hepática se encuentre en estadios avanzados.
De acuerdo con información oficial, serán mil 600 derechohabientes por año, de un universo de 81 mil con diagnóstico de la infección. Por cada tratamiento que cura en 12 semanas, el IMSS pagará 187 mil pesos.
En tanto, en 2012 la Comisión Nacional de Protección Social en Salud, administradora de los recursos del Seguro Popular, incluyó el tratamiento de la hepatitis C, pero únicamente para personas que tengan entre 20 y 50 años de edad.
Apenas en Chihuahua, Ciudad de México, estado de México y Yucatán hay hospitales acreditados para recibir a los pacientes. En 2015 fueron atendidas 41 personas y 17 en 2016, lo que implicó una inversión de 1.73 millones de pesos, de acuerdo con el Informe de Resultados 2016 de la comisión.
Infectados ignoran enfermedad
Estas cantidades son mínimas respecto de las estimaciones sobre la prevalencia de la infección. La Fundación Mexicana para la Salud Hepática indica que en México hay alrededor de 1.5 millones de individuos que viven con el virus, pero la mayoría lo desconoce.
En los sectores de alto riesgo se encuentran quienes en los años 80 y antes, cuando no existía control sobre la seguridad de la sangre, recibieron alguna transfusión sanguínea, así como los usuarios de drogas, inyectables, principalmente. La infección no da síntomas, sino hasta que el daño en el hígado ya está avanzado y hay fibromas, cirrosis o cáncer. México cuenta con un movimiento técnico, académico, social y ambientalista que le permitiría funcionar ciento por ciento con energías renovables en 2050; el problema para alcanzar ese objetivo es de financiamiento, señalaron especialistas universitarios.
Durante un foro sobre energías sustentables realizado en la Universidad Nacional Autónoma de México ( UNAM), subrayaron que transitar de una producción basada en hidrocarburos a una con elementos renovables permitiría que todos los mexicanos tuvieran acceso a energía limpia y de calidad, además de que se pensaría en el futuro y se cerrarían las brechas en la materia.