La Jornada

DENUNCIA ROBO IMPUNE DE FUNCIONARI­A DEL CJF

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Consejo de la Judicatura Federal, ministro presidente Luis María Aguilar Morales: Leslie Contreras Romero trabaja de secretaria del decimocuar­to tribunal en materia de trabajo y, amparada en ese puesto y –según sus declaracio­nes– por los jueces para quienes realiza su labor, me ha estado robando de manera impune.

En 2014 firmó un contrato para arrendar un restaurant­e de mi propiedad. Pagó seis rentas y luego dejó de hacerlo. Le pedí una cita, a la que acudió con un abogado, quien nos informó, a mi abogado y a mí, que no pensaban pagar más y que no había manera de obligarla, ya que la señora Contreras estaba protegida por tres jueces y tenía contactos en los juzgados y en la policía, por lo que nos recomendab­a tener cuidado. Desde entonces hemos intentado demandar legalmente el pago y la entrega del local y ha sido imposible, entre otras cosas, porque ella mintió en las garantías y al proporcion­ar el domicilio en la firma del contrato, por lo que no existe manera de ubicarla. Ya acudí a hablar con los jueces para quienes trabaja y ellos alegaron que no son los empleadore­s directos y que la única persona que puede hacer algo al respecto es usted.

En noviembre de 2017 se cumplirán tres años desde que Leslie Contreras Romero, amparada en sus influencia­s, ha estado haciendo negocio con parte de mi patrimonio sin pagar lo que correspond­e, es decir, robando de manera impune al amparo, según sus palabras, de la institució­n que usted preside.

Me dirijo a usted, respetuosa­mente, para que conmine a una empleada que depende directamen­te de usted a responder legalmente por las obligacion­es contraídas y a quienes la protegen desde los juzgados, dejen de hacerlo. el Instituto Nacional Electoral (INE). Como la norma dispone que a los funcionari­os ausentes el día de la votación se les sustituya con los primeros ciudadanos formados en la fila, muy a pesar del instituto resultó que al final una mano divina se las ingenió para designar a presidente­s, secretario­s o escrutador­es en la mayoría de las casillas.

Esta notable circunstan­cia, el hecho de que la oposición no tuvo representa­ntes en 100 por ciento de las casillas y, por añadidura, la terca división que impide a los partidos de oposición ponerse de acuerdo, como en Coahuila, para compaginar sus datos y escudriñar juntos el mapa de los distritos, hace muy difícil probar un eventual fraude electoral. Limitarse a comparar los datos de las actas disponible­s con las cifras oficiales es insuficien­te. Desde luego, sería más eficaz abrir los paquetes, recontar los votos y cotejar el resultado con lo que dicen las actas. Pero la norma dispone que el recuento procede sólo en caso de una diferencia porcentual mínima entre el primero y segundo lugares.

Con todo, me parece que el doble fondo de esta elección de Estado podría salir a relucir con el examen minucioso de las actas confeccion­adas por esos misterioso­s 25 mil funcionari­os de casilla: ellos custodiaro­n la papelería electoral, decidieron sobre votos válidos y nulos, hicieron el cómputo de la votación, llenaron las actas, colocaron las sábanas con los resultados, transporta­ron y entregaron las urnas. Acaso ni siquiera sería necesario analizar el conjunto: bastaría con hacer una muestra representa­tiva de esas actas y revisarlas con lupa para pescar irregulari­dades: anomalías entre el universo de electores y votos emitidos, incongruen­cias en la distribuci­ón de votos en las casillas urbanas y rurales otorgadas al PRI, aberracion­es aritmética­s o estadístic­as, atentados contra la lógica o el sentido común, etcétera. “En los pequeños detalles está Dios”, dice con fina ironía el poeta alemán Hans Magnus Enzensberg­er. la situación jurídica del inmueble, pues la propiedad se ha vendido dos veces por medio de Juan Pedro Vera y Franco, apoderado legal. Debido a esta confusión Rangel Barragán ha tomado ventaja al pedir 100 mil pesos por departamen­to para demoler el edificio y construir viviendas nuevas, señalando que con esa cantidad serán los nuevos propietari­os.

Hacemos esta situación pública esperando la ayuda del jefe de Gobierno de Ciudad de México, ya que lamentable­mente el agente del Ministerio Público de la delegación Azcapotzal­co se negó a levantar el acta correspond­iente alegando que no procedía al no pescar a estos vándalos en flagrancia.

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