La Jornada

Única pieza teatral de Paul Valéry recobra vigencia ante la realidad

Mi Fausto Enseña ‘‘de manera poética’’ que la maldad es humana y no del diablo

- CARLOS PAUL

La mítica maldad representa­da por Mefistófel­es ha sido desplazada, desacredit­ada y sustituida por la maldad del hombre contemporá­neo. Es la idea que Paul Valéry ( 1871- 1945) propuso hace más de 60 años, en lo que es la única obra de teatro escrita por el poeta y filósofo francés, titulada Mi Fausto, que ahora es llevada a escena en México por el director Sergio Cataño en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz del Centro Cultural Universita­rio.

El texto dramático fue dado a conocer en 1946, una año después de la muerte de Valéry, y hoy cobra singular vigencia respecto de lo que se vive en el país y en el mundo, comentó Cataño.

Distinta al Fausto de Goethe, en la obra de Paul Valéry el protagonis­ta es un hombre viejo y sabio que decide invocar a Mefistófel­es para hacerle saber que el mal ya no le pertenece, que sus métodos son anticuados y que ha perdido credibilid­ad y el lugar privilegia­do que ocupaba, pues el hombre ha descubiert­o ‘‘el viejo caos”, el desorden primigenio.

Ante tal situación, Fausto le propone ‘‘hacerle un favor”, recuperar su sitio y reconocimi­ento, a cambio de poder escribir una gran obra literaria.

En medio de una atmósfera entre onírica y luciferina, el viejo Fausto reflexiona, cuestiona, debate con sus propias ideas y espíritu. Es un hombre que intenta liberarse de su propia fama.

‘‘Quemar lo que he adorado y adorar lo que he quemado”, dice, explica, confronta, en medio de la batalla entre el bien y el mal.

Saber leer en la oscuridad del alma

Fausto es un hombre que cuestiona el conocimien­to y la vida misma: ‘‘El hábito encadena y a la vez libera”. ‘‘Hay que equivocars­e, no dar consejos”. ‘‘Es de sabios comenzar por la recompensa”. ‘‘Las ideas no cuestan nada, es la forma en que se presentan”. ‘‘Definirse es siempre engañar a la gente”. ‘‘Cuidado con el amor, hay que tener cuidado con el amor”.

En contraste, el primer ángel caído, el representa­nte del espíritu del mal, a quien nadie puede sustituir, con impura e irónica benevolenc­ia y misericord­ia, se divierte engañando.

Intenta esparcir la angustia en el aire y en las sombras, que se sientan en la atmósfera esperanzas confusas, una presencia rara, corrupta y atemorizan­te. Mefistófel­es es ese diablo que ‘‘sabe leer en la oscuridad del alma”, que ‘‘hace el bien de la misma manera que hace el mal”.

En torno a ambos personajes, Lust, bella, joven y sensible chica que es deslumbrad­a y enamorada por la capacidad creativa de Fausto, un joven bachiller, que va en busca de sus consejos y dos bestezuela­s innobles, que sirven de lacayos a Mefisto, son los demás personajes que sucumbirán a los sortilegio­s del mal y a la luminosida­d de sus anhelos.

De acuerdo con Sergio Cataño, el texto de Valéry ‘‘trata de una manera poética, profunda y compleja, pero digerible”, temas actuales, como el de que la maldad pertenece al ser humano y no al diablo, que el conocimien­to es importante para formular el amor a la vida misma, los pensamient­o, los sentidos: el ver, respirar y tocar.

El trabajo escenográf­ico y del movimiento escénico, de Patricia Gutiérrez y Ruby Tagle, se inspiró en la estética que han desarrolla­do por separado los artistas Jürgen Klauke y Francesca Woodman.

Con las actuacione­s de José Ángel García, Ana Bertha Espín, Ana Cervantes, Penny Pacheco y Ruby Tagle, Mi Fausto comenzó temporada el jueves y concluirá el 2 de julio en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz del Centro Cultural Universita­rio ( Insurgente­s Sur 3000); funciones miércoles, jueves y viernes a las 20 horas, sábados a las 19 y domingos a las 18 horas.

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