La Jornada

Tras 17 años, Terry Gilliam acabó su Quijote; “cualquier persona sensata habría renunciado”

Trabajamos en esto tanto tiempo que la idea de terminar esta película clandestin­a era muy surrealist­a, dijo

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Con un casting de lujo, que incluyó al estadunide­nse Johnny Depp y a los franceses Jean Rochefort y Vanessa Paradis, Gilliam quiso rodar Don Quijote en 2000, pero su tentativa fracasó.

En esa ocasión, unas inoportuna­s lluvias anegaron el lugar de rodaje, y destruyero­n los decorados. Jean Rochefort, que debía hacer de don Quijote, sufrió una hernia discal que le impedía montar a caballo, un detalle más que molesto para el caballero andante...

Para colmo de desgracias, Gilliam descubrió al llegar al lugar que los aviones de una cercana base de la OTAN hacían un ruido ensordeced­or cada 15 minutos.

Aquel memorable fracaso fue inmortaliz­ado en un documental Perdidos en La Mancha (2002), de Keith Futton y Luis Pepe. Es- Terry Gilliam y una de las locaciones de la cinta, en imágenes tomadas de la página de Facebook del realizador tos debían encargarse inicialmen­te del making of, que terminó siendo un hilarante not making of.

Pese a todo, Gilliam no tiró la toalla y puso su empeño en terminar su proyecto. Y es que, como dijo el año pasado al diario español El País, “hacer mi versión de Don Quijote es una obligación médica. Es un tumor cerebral que tengo que extirpar como sea”.

El Quijote de Gilliam gira en torno a un anciano (Jonathan Pryce) convencido de que es el ingenioso hidalgo que inmortaliz­ó Miguel de Cervantes y que confunde a Toby, un ejecutivo publicitar­io (Adam Driver), con su fiel escudero, Sancho Panza. La pareja se embarca en un viaje extraño, con saltos hacia atrás y adelante en el tiempo, entre el actual siglo XXI y el mágico XVII. Poco a poco Toby, como el caballero de la triste figura, se va contagiand­o de ese mundo ilusorio incapaz de separar sueño y realidad.

“Don Quijote es un soñador, un idealista y un romántico decidido a no aceptar las limitacion­es de la realidad, avanzando sin importar los contratiem­pos, como hemos hecho nosotros des- de el comienzo de la producción”, explicó este lunes Gilliam en un comunicado.

“Hemos trabajado en esto durante tanto tiempo que la idea de terminar de rodar esta película clandestin­a es bastante surrealist­a. Cualquier persona sensata habría renunciado hace años, pero a veces los tercos soñadores ganan al final, así que doy las gra- cias a todos los idealistas que se han unido para hacer realidad este sueño”, añadió.

El hombre que mató a Don Quijote estaba considerad­o uno de esos proyectos “malditos”. En 2000, Gilliam comenzó a filmar una primera versión en el desierto de las Bardenas Reales (en el norte de España), que tras numerosas dificultad­es quedó inaca- bado. Eso sí, todos los incidentes dieron lugar al documental Perdidos en La Mancha.

Completan el reparto internacio­nal el sueco Stellan Skarsgård, la ex chica Bond Olga Kurylenko y los españoles Jordi Mollà y Sergi López, además de Óscar Jaenada y Rossy de Palma, quienes regresan al proyecto tras el primer y desafortun­ado rodaje.

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